Política municipal en Badajoz: la insignificancia de las formas
Andan en estos días los diferentes grupos políticos que conforman el mapa de la nueva Corporación Municipal de Badajoz en constante debate por la trascendencia y mejora de las “formas” con las que se debe acometer la gestión y gobierno de nuestro Ayuntamiento.
La oposición, a pesar de la bisoñez de la práctica totalidad de sus miembros y con el resentimiento lógico de haber sido sistemáticamente ninguneada por la tiranía de las mayorías absolutas de las que, incomprensiblemente, el PP ha disfrutado las últimas cinco legislaturas, se dedica, y ofusca, a la titánica empresa de intentar que Fragoso asuma que ya no tiene ni la legitimidad ni los escaños suficientes como para poder continuar afrentándoles con su despótica manera de entender el gobierno.
Éste, visiblemente contrariado por un mal rédito obtenido en los pasados comicios que se niega a asumir, y sin ser capaz aún de desprenderse de ese rol de gobernante de recambio que, el retiro de aquél a cuya sombra sigue, le imprimió hace ya un par de años, se ocupa, y empeña, en dinamitar cualquier conato de unión de las bancadas que su grupo tiene enfrente en pro de hurtarles ese voto que a él le falta para seguir siendo el amo del cortijo.
Lo peor es que lo hace sin tener voluntad alguna de adaptarse al nuevo tiempo que los pacenses han diseñado para el gobierno de su ciudad en las urnas, a pesar de pregonarlo a voz en grito en cada una de sus intervenciones, y, además, con la prepotencia de seguir queriendo presumir en ellas de una transparencia en la que nunca ha creído su partido, que la desterró, sin dejarle atisbo alguno de retorno, hace ya veinte años de las dependencias del Palacio que él preside.
Todos, sin excepción, viven permanentemente entregados a la causa de diseñar y dar nombre, y hasta apellidos, a unas mesas de diálogo que, por tener su reflejo primigenio, en teoría, en esos esquemas programáticos en los que se sustentaban sus respectivos pasquines electorales, debieran tener negro sobre blanco ya hace meses, y dedican los días de asueto que tan ardua tarea les concede, en afilar e intercambiarse dardos y lanzas con los que debilitar al adversario de cara a la nueva contienda política que ha de tener lugar a la vuelta de dos meses.
Mientras tanto, en esta misma ciudad, una madre coraje, soltera, desempleada, sin recursos, con tres hijos de corta edad y a punto de ser desahuciada de la humilde vivienda que les sirve de techo y cobijo, se plantea, desesperada, acudir a la justicia ordinaria en busca del amparo y la protección para ellos que no ha podido obtener de tan atareados “poderes públicos”. Y este caso, por conocido, no es único en Badajoz, lamentablemente.
Con este panorama, puede que, dada la profesión que arriba indico bajo mi nombre y apellidos, les choque mi planteamiento, pero, ante la urgencia rotunda y la necesidad apremiante que planea sobre tan desalentador “fondo”, ¿acaso no deberían todos comenzar por coincidir en la insignificancia de las “formas” ?