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El AVE y la demagogia

Álvaro Vázquez Pinheiro, portavoz de Izquierda Unida en Mérida

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En multitud de ocasiones, la utilización habitual de un término no se traduce en un uso correcto del mismo. Un buen ejemplo de ello es la utilización que solemos dedicar al concepto de demagogia. La acusación de adoptar discursos y actitudes demagógicas se ha convertido en un lugar común en la vida pública de nuestro país.

El empleo de este término viene a acusar a aquellos a los que va dirigido de utilizar u orientar su línea principal de argumentación hacia los elementos meramente emocionales, como una suerte de manipulación, ajena al discurso honesto y racional. En los últimos tiempos, la misma intención se le atribuye a aquellos que son acusados por otro mal que ha cobrado gran actualidad: la acusación de populismo.

Lo cierto es que la raíz griega de la dichosa palabra, traduce la demagogia, y por extensión al demagogo, como aquel que promete lo que no puede o no está dispuesto a cumplir. Y es así como desde la demagogia llegamos a la cuestión de la ubicación de la estación del AVE en la ciudad de Mérida.

La ubicación de un tramo del AVE en la ciudad de Mérida no obedece a la intención de prestar este servicio a los vecinos de la capital de Extremadura, sino a una mera causalidad geográfica: que Mérida se encuentra situada en el eje territorial que se pretende establecer entre Madrid y Lisboa. Y esto supone una evidencia.

El retraso de la construcción de una línea de alta velocidad o cualquier otra fórmula análoga en Mérida encuentra su causa en la negativa del gobierno luso a participar de este proyecto. Este hecho ha visto multiplicado sus efectos en otras circunstancias parejas, como es el estallido de la mayor de la mayor crisis que ha conocido el capitalismo en toda su historia.

No creemos exagerar si establecemos una duda razonable sobre las posibilidades reales que existen para la modificación del escenario político, económico e institucional -a medio o largo plazo- que consiga obtener las condiciones necesarias que permitan avanzar en la ejecución de este proyecto.

Nos caben pocas dudas de que la observación paciente del pasado es una las formas más provechosas de intentar vislumbrar qué puede ocurrir en el futuro. El presupuesto estimado para la construcción de una vía de alta velocidad Madrid-Lisboa, ronda los tres mil millones de euros (3.000.000.000 €), de los que en los últimos diez años apenas se ha tramitado la posibilidad de construir un importe que alcanza los 1.400 millones, es decir, poco menos del 50%, en un periodo en el que al menos cinco de estos años podrían calificarse en términos convencionales como de bonanza económica.

Así las cosas, pensar que en un futuro próximo alguna de las administraciones implicadas va a estar dispuesta, y capacitada, para impulsar el proyecto de un modo definitivo, es poco menos que un ejercicio de política-ficción. Visto el ritmo de ejecución de las obras en el pasado más próximo, no existen elementos de hecho que nos permitan establecer otra conclusión. Pero hay más, las noticias que nos llegan desde el recién estrenado gobierno autonómico del señor Vara, la intención del nuevo ejecutivo de reducir la inversión en obra pública y la intención anunciada de que el recorrido de la línea convencional Madrid-Lisboa evite su paso por las tierras extremeñas, se presentan como elementos que refuerzan las tesis que aquí sostenemos. Lo grave es que algunos se esfuercen en mantener lo contrario.

Dicho de otro modo: señoras y señores, en Mérida no dispondremos de un AVE en, al menos, una década o más y, por tanto, plantear el debate sobre dónde ha de situarse la estación de alta velocidad tiene la misma utilidad que preguntarse cuál deberá ser la regulación del tráfico cuando los automóviles se desplacen sobre el aire.

Y decimos más, el protagonismo que en nuestra ciudad ha adquirido este debate, y la falta de relevancia del mismo en otras localidades como Badajoz, Cáceres o Plasencia, viene a ilustrar la realidad de una certeza: el discusión sobre la ubicación de la estación del AVE no es más que un fuego de artificio de aquellos que emplean la demagogia como instrumento para la búsqueda de titulares fútiles, sin objeto ni contenido: aquellos que antes como ahora, utilizan su cargo para prometer lo que no pueden cumplir.

Vaya por delante que si se pide nuestra opinión, realizaremos una propuesta; vaya por delante que la propuesta de ubicar la dichosa estación en las inmediaciones de Esparragalejo es un despropósito.

Ahora bien, dicho esto, quien se dirige a ustedes desde estas líneas, sus compañeros y compañeras, tenemos bien claro que esto y perder el tiempo es más o menos lo mismo, del mismo modo que estamos convencidos del hecho de que existen otras prioridades que hay que abordar y que no generan tanto debate. Eso, y que en realidad a nadie le han elegido para esto.

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