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Opinión

La Europa de la guerra

Soldados transportan tanques Leopard durante el ejercicio de la OTAN en Korzeniewo (Polonia), en marzo de 2024.

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Perdónenme que hoy les exprese mi deseo de bajarme de Europa. Llevamos días asistiendo a múltiples actos y fastos organizados para conmemorar el nacimiento de la Unión Europea, una unión que surgió no solo bajo el prisma económico, sino que también estuvo basada en la defensa de unos valores comunes, como fueron el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y la defensa de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Así lo establece el artículo 2 del Tratado de la Unión Europa, por el que se creó y se reguló esta unión de países.

En el artículo 3 de este mismo tratado establece que entre los fines y objetivos que persigue la Unión Europea se encuentra, en primer lugar, promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos.

Y así ha sido hasta que se ha dado la espalda al pueblo palestino y con la pasiva complicidad de Europa se ha permitido el mayor genocidio conocido de nuestro tiempo reciente. Precisamente cuando la masacre de miles de vidas humanas en Palestina nos interpela, justo cuando más necesitamos recordar los motivos por los que se creó la Unión Europea, los dirigentes europeos, han decidido que es mejor romper con todo, tirar a la basura los principios fundacionales que nos han permitido construir la comunidad europea, y seguir los delirios de un descerebrado, como es Trump, porque no tiene otro nombre.

Por eso les digo, que me dan ganas de bajarme de esta Europa cínica e hipócrita, que hoy, tres décadas después de su fundación, se ha convertido en la Europa de la guerra y la complicidad con el genocido palestino.

No se entiende, o por lo menos yo no lo entiendo, que, en lugar de seguir a pies juntillas la hoja de ruta de Trump, no se haya posicionado firmemente en sus principios fundacionales y haya defendido la paz, sus valores y el bienestar de todos los europeos y europeas.

En lugar de eso, nos encontramos con todo lo contrario. Con una apuesta por el rearme y por una economía de guerra, que solo beneficia a grandes corporaciones empresariales, que ya están añadiendo millones en sus cuentas de resultados.

La apuesta por el rearme y por la economía de guerra supone destinar ingentes cantidades de dinero a la producción militar, lo que, a su vez, lleva aparejado un gran aumento del gasto público, más endeudamiento, inflación, impuestos más altos y menor gasto social.

La presidenta Ursula von der Leyen ya ha anunciado un plan de defensa de 800.000 millones llamado “ReArm Europe”. España, con el socialista Pedro Sánchez a la cabeza, no ha dudado ni un momento en seguir esta carrera armamentística. De hecho, ha presentado más de 10.000 millones para este fin. Ese dinero no ha aparecido así, de la nada, en los bolsillos o en los sillones, cual calderilla. Ese dinero saldrá de la atención sanitaria, de la dependencia, de la educación y de nuestros servicios sociales, que verán más que mermadas su calidad para regocijo de cuatro productores de tanques y misiles, que, casualmente, algunos de los más importantes, son estadounidenses, como General Dynamics Corporation.

En esta carrera por el rearme, a la presidenta de Extremadura no se le ha ocurrido mejor idea que lanzar un plan de impulso para las empresas extremeñas destinadas a la producción militar. O lo que es lo mismo, destinar más recursos y facilidades para las plantas de El Gordo y Navalmoral de la Mata donde se fabrican armas, que son propiedad de Rheinmetall, una corporación alemana que está suministrando armamento al genocida estado de Israel. Y mientras hace esto, cada vez hay más listas de espera sanitarias, se degrada nuestra educación pública, nuestros mayores tienen peores carteras de servicios y los servicios sociales se quedan en un papel testimonial. Además hay que sumarle que este rearme va a suponer abrir en canal comarcas como la Sierra de Gata o Las Villuercas para buscar metales necesarios para la fabricación de armamento como son el wolframio, el litio, las tierras raras… Una minería a cielo abierto que nos contamina, enferma y vacía nuestros pueblos, y que además está en manos de empresas extranjeras, algunas también norteamericanas, con escaso o nulo compromiso social y ambiental. ¡Qué gran apuesta de María Guardiola!

Al rearme europeo, y extremeño, hay que unirle otro factor, que es el factor humano. Y aquí ya les hablo como madre de tres criaturas por las que temo que tengan que vivir el peor de los escenarios posibles, el de la guerra. Que terminen engrosando las primeras líneas de defensa, mientras que los poderosos que nos están llevando hacia aquí están nadando en millones y jugando a wargames, como el Stratego, desde seguros y suntuosos despachos.

Por todo eso, desde aquí, ya les digo, que si tanta ganas de guerra tienen, que la hagan ellos.

 

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