“Tengo ocho hijos a mi cargo y llevo un año esperando la renta básica sin respuesta”
“Abres la nevera, vas a cocinar y no hay nada. Hoy toca otra vez engañar a los niños”. “La vez que más me ha dolido ha sido en Navidad: en Nochebuena comimos patatas y un huevo”.
Este es el relato de Meca. Vive en Mérida con sus ocho hijos, cinco de ellos menores, su nuera y su nieto. Nadie trabaja, en casa no entra dinero. Tampoco ha llegado la ansiada renta básica.
Meca es una de las 14.000 personas que se encuentra a la espera en Extremadura de que le concedan la renta básica. El caso de esta madre pone de manifiesto que la prestación es algo más que una estadística. Detrás de los números, los compromisos políticos y los reproches del tipo “tú tampoco lo hiciste cuando gobernabas”, hay verdaderas tragedias personales. Tragedias con nombre y apellidos.
“La vida me ha dado la espalda”
La vida le sonreía a esta mujer. Tenía un bazar marroquí en la calle John Lennon de Mérida y varios puestos con los que recorría ferias, romerías y mercadillos. Sus compatriotas marroquíes la llamaban cariñosamente “la madre Teresa”. Les daba techo, comida y trabajo.
Pero la ‘buena racha’ se torció. Su pareja falleció, no estaba casada con él y tuvo que enfrentarse a varios desajustes económicos. Se fue a Marruecos, tuvo varios trabajos y acabó como contrabandista entre Ceuta y Marruecos. Era la única manera que encontró para mantener a sus hijos, que seguían viviendo en Mérida.
Tras enfrentarse a varias multas, y ante el miedo de acabar encarcelada, regresó a Extremadura con sus hijos. Aquí recibió un nuevo palo: una carta de desahucio. Años atrás avaló a un hermano con un crédito y ahora han subastado su vivienda.
Y llegó el momento de pedir la renta básica
Solicitar la renta básica y ser de origen marroquí se ha convertido en un quebradero de cabeza para esta mujer. Meca la solicitó en octubre de 2013 y entregó toda la documentación que le pidieron. Pero ha tenido que volver a entregar hasta otras cinco veces papeles.
Mientras que la burocracia resuelve expedientes, esta madre recurre a Cáritas para alimentar a sus hijos. Su vivienda está casi desnuda. Se ha ido desprendiendo poco a poco todos los muebles y sus joyas.