Feijóo se erige en adalid de la salida de la crisis al son de las preferentes
A comienzos de 1990 Manuel Fraga escenificó su retorno a Galicia con una travesía por las calles de Santiago. Nada más tomar posesión se desplazó a pie desde el Parlamento hasta la Praza do Obradoiro, en un baño de multitudes previo a un acto aún más multitudinario. Aquella fue la inauguración de una manera de conmemorar el inicio del mandato de los presidentes de la Xunta que Fraga repitió tres veces más y que el socialista Emilio Pérez Touriño reprodujo, con variaciones estéticas y sin paseo, en agosto de 2005. Alberto Núñez Feijóo hizo lo propio en abril de 2009 cuando, al son de la rehabilitada Real Banda de Gaitas de la Deputación de Ourense y en presencia de Mariano Rajoy, escenificó el retorno del PP al poder en un Obradoiro atestado. Nada de esto sucedió este sábado. Feijóo tomó posesión en el Parlamento y sólo en el Parlamento, en un fugaz acto que tuvo como banda sonora, en segundo plano, la protesta de los afectados por las preferentes.
Cuando, pasadas las once y media de la mañana, la mayoría de los invitados e invitadas al acto ya estaban en el Pazo do Hórreo, unas doscientas personas se concentraban ante él para reclamar que los “ladrones” de Novagalicia Banco les devuelvan sus ahorros “estafados” con las participaciones preferentes. “¡No tenéis vergüenza!”, “¡no falta dinero, sobran ladrones!” eran algunos de los gritos que se podían escuchar al paso de los miembros del Parlamento y de las personas invitadas, fuertemente protegidas por un amplio despliegue de antidisturbios. Cuando faltaban escasos minutos para las doce Feijóo descendió por la escalinata principal del interior del edificio. Acompañado por la presidenta de la Cámara, Pilar Rojo, y por la vicepresidenta del Gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría, se dispuso a asumir por segunda vez el cargo de presidente.
Si la persona encargada de narrar lo acontecido allí fuera experta en el relato de eventos deportivos podría recurrir a la fórmula de hablar de un “partido sin historia”. El líder conservador prometió el cargo ante textos oficiales y simbología católica y, veintiséis minutos después, ya estaba en el vestíbulo recibiendo abrazos y enhorabuenas. Antes de eso pronunció un brevísimo y ritual discurso en el que, como en campaña e igual que en el debate de investidura, centró su esfuerzo en situar a su Gobierno, con él al frente, en adalid de la salida de la crisis. “La determinación de Galicia y la mía propia es contribuir a la recuperación de la nación de la que formamos parte y que nos une”, afirmó tras “agradecerle” al rey “que firmara el Real Decreto de mi nombramiento”.
Él, como cualquier gobernante, dice, “no puede elegir la época en la que le toca gobernar” y por eso, en tiempos de dificultades, afirma, hace sus los principios de la “Constitución de 1812” en lo referido a la búsqueda de la “felicidad de la nación”. Por eso, asegura, como jefe del Ejecutivo autonómico intentará “catalizar las virtudes de la ciudadanía para transformarlas en decisiones idóneas”, especialmente si éstas sirven para darles “esperanza” a los “compatriotas” sin empleo, que “son víctimas de una situación que no provocaron”.
Feijóo, “íntegramente gallego”
Ante un auditorio mayoritariamente formado por miembros del PP y en el que no estaba sentado ningún representante de AGE ni del BNG, Feijóo se mostró convencido de que Galicia “es más fuerte porque es española y europea”, sin que esto implique ser “un país uniformado donde rige el pensamiento único ni una identidad exclusiva”. Esa identidad fue la interpretada y glosada por Sáenz de Santamaría en su discurso, previo al de Feijóo, en el que recurrió a algunos de los lugares comunes sobre lo “luchadora” y “tenaz, pero serena y entera” que es esta “tierra”, conocida “en el mundo por el esfuerzo de sus trabajadores y el éxito de sus emprendedores”. Al frente del Gobierno estará alguien que es “íntegramente gallego”, dice, con una praxis política enmarcada en el convencimiento de que “el crecimiento económico no nace del levantamiento de fronteras y lindes”. Sin “unidad”, abunda, la “economía española no volverá a crear empleo”.
El himno gallego, interpretado por la cantante Rosa Cedrón y acompañado por una sola gaita, fue el cierre de un acto que siguieron desde las primeras bancadas, además de los padres y la hermana del presidente, la ministra de Fomento, Ana Pastor, los ex presidentes Touriño, Laxe y Albor y también la esposa de Mariano Rajoy, Elvira Fernández, situada a un lado de las principales autoridades a pesar de no ostentar cargo político alguno. Finalizaron los acordes del himno y Feijóo atendió innumerables muestras de enhorabuena. En el exterior, bajo la lluvia, doscientas personas seguían a reclamar la devolución de sus ahorros. “Sabéis que esto es un robo!”, clamaban a los que salían del Pazo del Hórreo.