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Feijóo busca ser designado por los barones y ratificado en un congreso por aclamación

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, este martes en Pontevedra. A su izquierda, en sombra, el vicepresidente, Alfonso Rueda.

Daniel Salgado / Gonzalo Cortizo

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Alberto Núñez Feijóo no quiere que el más mínimo obstáculo se interponga en su camino hacia la presidencia del Partido Popular. La vía despejada que busca pasa por que este miércoles los llamados barones del partido le designen ante Pablo Casado como relevo, al tiempo que señalen al actual presidente del PP la puerta de salida. La apelación continua a que hable la militancia, que todavía en la mañana del martes repetía Feijóo -“hay que darle voz al partido y a la gente”-, es sobre todo un requisito formal para legitimar la operación.

El presidente gallego no lo ha pronunciado con todas las letras y se refugia en proclamas sobre la alternancia, la democracia en España y la importancia del PP para ella, pero esta vez todo indica que sí dará el salto a Madrid. “Alberto se va a Madrid”, asegura con rotundidad uno de los principales responsables del Partido Popular de Galicia en conversación con esta redacción.

“Los mismos que piden el cambio deben hacer una propuesta”, insistió este martes Feijóo. En apenas unos días, el líder de los populares gallegos ha pasado de negar ante los micrófonos de Federico Jiménez Losantos la necesidad de un congreso extraordinario de la organización a exigir a Casado una “última decisión”. Lo hizo por teléfono, reveló él mismo, el domingo. No concretó qué quería decir con “última decisión”, si la dimisión del presidente del partido o la convocatoria del cónclave extraordinario para relevar a toda la dirección. Lo que no esquivó fue la crudeza a la hora de definir la situación del PP: “Colapso”. Volvió a hacerlo el martes.

“Todos debemos estar a la altura de las circunstancias. Todos somos responsables de la situación y debemos tomar decisiones, yo entre ellos”, se explayó, “en función de lo que observemos en el partido y de lo que el partido le pida a cada uno que haga”. Y lo que Feijóo está observando es que los jefes territoriales quieren que él pilote la nave para superar la crisis abierta por la descarnada guerra entre Casado e Isabel Díaz Ayuso cuyo último pretexto fueron los contratos de la Comunidad de Madrid a una empresa de la que el hermano de la presidenta cobró una comisión. Casado aseguró estar investigando si eso era cierto –ahora lo está haciendo la Fiscalía Anticorrupción– y desencadenó la reacción que ha acabado por acorralarlo. Feijóo ha pactado con Ayuso, con la que también conversó el domingo, los pasos a seguir. La madrileña ha asegurado que permanece en la Puerta del Sol y no opta, de momento, a cotas más altas.

Mientras tanto el barón gallego mide al milímetro cada movimiento, pero pide velocidad y “urgencia”. Según fuentes del Partido Popular, el relevo de Feijóo en Galicia será su vicepresidente, Alfonso Rueda, un desconocido en la política nacional y la sombra del propio Feijóo en Galicia. Todo está preparado. Los equipos de trabajo más cercanos al presidente de la Xunta ya barruntan la posibilidad de un cambio de domicilio y la preparación del desembarco en Génova. Mar Sánchez, la principal asesora del político gallego, despeja la posibilidad entre risas en conversación con elDiario.es: “¿Yo en Madrid? Quita, quita”. A la legislatura gallega le quedan por delante dos años y el PP tiene mayoría absoluta. Lo que menos preocupa ahora es lo que Feijóo deja atrás si no vuelve a abortar la operación en el último minuto.

No es la primera vez que los barones del PP miran a su colega en Galicia. Lo hicieron ya en 2018, cuando la corrupción del partido condujo a la moción de censura que acabó con el segundo gobierno de Mariano Rajoy. Entonces quisieron colocar a Feijóo al mando. Este se lo pensó mucho, tanto que llegó a convocar a la prensa y a la plana mayor de los populares gallegos y acudió a la cita con dos discursos preparados, uno para anunciar que se iba a Madrid, otro para decir que se quedaba en la comunidad. Este último fue el que utilizó. El presidente gallego no vio entonces extendida la alfombra roja que a él le gustaría para llegar a Génova 13. Demasiados contrincantes y la sombra de los dosieres, dijeron entonces los analistas. Ahora el panorama ha cambiado y, a no ser que Pablo Casado finalmente se presente a la reelección en ese congreso extraordinario, no habrá rival. El ansiado puente de plata para Feijóo está preparado.

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