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Feijóo intenta aplacar conflictos sociales con rectificaciones antes de sus elecciones más inciertas

Feijóo, esta semana visitando el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo

David Lombao

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“Que quede bien claro que, por mucho que digan, nada de esto se habría conseguido sin la movilización social”. Quien habla es Aurora Sola, portavoz de la Plataforma en Defensa da Sanidade Pública da Comarca de Monterrei y uno de los rostros de la movilización ininterrumpida que, durante dos meses, se ha opuesto al cierre del paritorio del hospital comarcal de Verín, el mismo que Alberto Núñez Feijóo había inaugurado en 1994 como máximo responsable del Servizo Galego de Saúde (Sergas) a las órdenes del entonces conselleiro de Sanidade, el histórico del PP Jose Manuel Romay Beccaría.

Ambos, Feijóo y Romay, habían ensayado en este hospital comarcal el fracasado modelo de fundaciones sanitarias que después exportarían a otros puntos del Estado desde el Gobierno de Aznar. A esa experiencia como gestor sanitario suele apelar Feijóo para desacreditar las críticas de la oposición, sindicatos o plataformas vecinales en las diversas protestas que emergen en la sanidad pública gallega desde hace años.

“Hay gente que lleva veinte años deteriorando la imagen de la sanidad pública y diciendo que hay recortes, yo intento llevar veinte años protegiendo la sanidad pública”, afirmaba ante las críticas por unos conflictos que el propio Gobierno gallego está intentando aplacar a base de rectificaciones antes de las elecciones gallegas más inciertas de la última década. Rectificaciones ante movilizaciones sociales que tienen en Verín su caso más paradigmático, pero que van más allá del ámbito sanitario.

De la falta de “pericia” a la búsqueda acelerada de pediatras

A finales de noviembre de 2019 el propio Feijóo y otros cargos de la Xunta presentaron como prácticamente inevitable el fin de la atención a los partos en Verín. La caída de la natalidad en la comarca había provocado una pérdida de “pericia” al personal de modo que dar la luz en Verín entrañaba demasiado “riesgo”. Para avalarlo, aludían a guías clínicas que no recomiendan atender partos en hospitales con menos de 600 nacimientos al año, volumen que nunca se ha registrado en el hospital de Verín ni en ningún otro centro sanitario comarcal de Galicia.

“Un parto no es un infarto”, defendió el conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuíña, para restar importancia a que las madres de la comarca de Monterrei pasaran a ser atendidas en Ourense para dar a luz, una “incomodidad” en palabras de Feijóo. Ambos pusieron el foco poco después, no obstante, en la falta de pediatras como causa del cierre. 

A mediados de diciembre y con las protestas arreciando desde fuera del PP, pero también desde dentro del propio partido en el trascendental granero de votos de Ourense, el presidente de la Xunta ya se mostraba dispuesto a “reabrir” el paritorio si aparecían pediatras. Esa búsqueda fue poco después encomendada a una doctora jubilada recuperada como gerente del hospital tras la dimisión del anterior responsable. Dos meses y muchas versiones después, esta semana el paritorio verinés volvía a estar oficialmente operativo y ya han nacido allí dos bebés sin que la Xunta haya aplicado, al menos de momento, el “consentimiento informado reforzado” que había anunciado.

Atención a infartos 24 horas una década después

La rectificación en Verín ha sido paralela a otra, también en la sanidad y también en la provincia de Ourense. A finales de enero el propio Feijóo acudió al hospital de la capital de la provincia para anunciar la apertura de la sala de hemodinámica del complejo con horario ininterrumpido. Es decir , que la atención a infartos y otras dolencias semejantes ha pasado a estar disponible las veinticuatro horas del día.

Culminaba así la rectificación ante una demanda que databa de una década antes, cuando el expresidente socialista Emilio Pérez Touriño había inaugurado el servicio prometiendo ampliar el inicial horario de oficina. Ese mismo horario, de 8 a 3 y de lunes a viernes, fue el implantado al abrir en 2014 la hemodinámica del hospital de Lugo, prometida por Feijóo para 2011. Tras ocho años de protestas, en febrero de 2019 comenzaba la atención veinticuatro horas a los infartos en Lugo, reavivando una reivindicación ourensana que finalmente ha sido atendida en 2020.

A pesar de la rectificaciones como estas y otras a nivel local de menor impacto, el Sergas sigue inflamado. Sucede en colectivos como el de las Enfermeras Eventuais en Loita, a punto de cumplir un año de movilizaciones, o entre personal de los centros de Atención Primaria, cuyo malestar la Consellería de Sanidad ha querido calmar en el último año proponiendo hasta tres planes distintos.

Casi tres años en la calle contra la mina de Touro

Los conflictos sanitarios se han echado a la calle en los últimos años y lo mismo ha sucedido con el movimiento vecinal y ecologista contra la mina de Touro-O Pino, una antigua explotación de cobre cercana a Santiago que funcionó con fuerte impacto ambiental entre los años 70 y 80 del siglo pasado y que la compañía Cobre San Rafael pretendía volver a explotar.

Movilizaciones locales de pequeña dimensión, pero también marchas multitudinarias como la del pasado 2018 en Santiago, reclamaron durante más de dos años a la Xunta no autorizar la mina de Touro. Estaban en peligro, alertaban, desde las explotaciones ganaderas y agrícolas de la zona más próxima a la explotación –todavía afectada por las operaciones mineras de hace cuatro décadas– hasta los bancos marisqueros de la ría de Arousa a causa de la contaminación que reabrir la mina provocaría en varios ríos.

La inquietud fue una constante en la zona hasta finales de enero, cuando la larguísima tramitación de los permisos de la mina culminó con una declaración de impacto ambiental negativa. El Gobierno gallego asegura que se ha limitado a cumplir la normativa ambiental; pero en la Plataforma Mina Touro-O Pino tienen claro que se trata de una rectificación en toda regla en la que la movilización social ha sido clave. “Ha sido un aviso a los gobiernos, hay que contar con quien vive en la tierra”, resumen.

La Xunta cierra así, en vísperas electorales, otro incómodo frente de protestas con epicentro en una provincia, la de A Coruña, que elige veinticinco diputados del Parlamento gallego, un tercio del total. El paso de un único escaño en esa circunscripción de la izquierda del BNG a la derecha del PP permitió a Feijóo en 2009 ser presidente de la Xunta por primera vez tras unos comicios que se presentaban con un resultado, al menos, tan incierto como los de este 2020.

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