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La Xunta renuncia a parte de una polémica carretera prometida por Feijóo tras el Prestige y ampliará carriles de la vía actual

Presentación de la Xunta en Tomiño (Pontevedra) de la "autovía urbana" en que convertirá la carretera convencional que atraviesa el municipio

David Reinero

“Autovía urbana” es la denominación que acaba de dar la Xunta a la ampliación de uno a dos carriles por sentido, con una rotonda en la mitad del recorrido, de un tramo de apenas 2 kilómetros de la carretera autonómica PO-552 que une Tui y A Guarda, al sur de la provincia de Pontevedra, junto al tramo final del río Miño que hace de frontera con Portugal. Esa obra supone la renuncia a parte del polémico corredor del Baixo Miño, una nueva infraestructura paralela a la carretera actual prometida por la Xunta tras el hundimiento del Prestige en el marco de su Plan Galicia cuando Feijóo era conselleiro de Política Territorial en el último gobierno de Manuel Fraga. Los retrasos, obstáculos y cambios de proyectos sufridos en este tiempo por la nueva carretera prevista para la comarca del Baixo Miño son similares a los experimentados por otras dos infraestructuras autonómicas que se comenzaron a gestar por la misma época, las autovías de la Costa da Morte y O Morrazo, abiertas años después de lo previsto.

El corredor o Vía de Alta Capacidad Tui-A Guarda comenzó a ser diseñado en 2003 como alternativa a una carretera convencional por la que hoy circulan cerca de 15.000 vehículos al día. Pero década y media después de los 25 kilómetros que iba a tener sólo están en servicio, desde julio de 2014 y tras la inversión de unos 60 millones de euros, los 10,2 kilómetros finales, entre A Guarda y Goián, en el ayuntamiento de Tomiño, en las cercanías del puente internacional que conecta con la portuguesa Vila Nova de Cerveira. También se iniciaron las obras en el otro extremo de la vía, en sus 3,9 kilómetros iniciales en las cercanías de Tui, con unos 28 millones de euros de presupuesto, pero a comienzos de esta década los trabajos quedaron a medias al tiempo que la Xunta argumentaba que con la crisis no tenía dinero para acometer toda la nueva infraestructura.

Pero los económicos no han sido los únicos problemas de la nueva vía del Baixo Miño. Los principales llegaron por el trazado escogido por el Gobierno gallego y su impacto, especialmente en su tramo intermedio de 10,5 kilómetros a su paso por el municipio de Tomiño. La presencia del río Miño y de la carretera convencional actual con sus márgenes muy urbanizadas sólo deja dos posibilidades para la nueva infraestructura. O entre las viviendas y el monte, donde afectaría a importantes espacios agrícolas y viñedos de la denominación de origen Rías Baixas en la subzona de O Rosal, o entre las viviendas y el río, con impacto ambiental y efecto barrera. Uno y otro trazado obtuvieron sucesivas protestas de uno u otro vecindario afectado que reclamaban que la nueva carretera fuese “por el río” o “por el monte” en función de los intereses de cada bando.

Tras quedar aparcado durante años, este martes la conselleira de Infraestructuras de la Xunta, Ethel Vázquez, se desplazó hasta Tomiño para allí hacer públicos parte de sus planes para ese tramo intermedio de diez kilómetros. Los 2,1 kilómetros más occidentales, en las cercanías del tramo ya en servicio, no tendrán nuevo trazado sino que se aprovechará la carretera convencional actual para añadirle un carril más en cada sentido y vías de servicio para convertirla en “autovía urbana”. Además, en la mitad de esos dos kilómetros esa “autovía urbana” estará interrumpida por una rotonda para facilitar la comunicación con los barrios vecinos. La actuación, que ahora la Xunta somete la exposición pública, costará unos 12 millones de euros y según el Gobierno gallego es “la propuesta de trazado que garantiza la viabilidad de la actuación con la menor afección ambiental y social y mayor accesibilidad”.

Para los restantes 8 kilómetros del tramo intermedio pendiente a su paso por Tomiño, la conselleira avanzó que su polémico trazado será concretado “en los próximos meses”, cuando será sometido nuevamente a evaluación ambiental. También a los “próximos meses” remitió Vázquez la construcción por otros 20,5 millones de euros del enlace que conectará el inacabado primer tramo de 3,9 kilómetros, en las cercanías de Tui, con la A-55 Vigo-Portugal. Un enlace que también facilitará el acceso al vecino polígono empresarial de Areas, construido al lado de la autovía pero para llegar al cual hay que dar un rodeo de más de dos kilómetros.

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