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Feijóo da un máster de política electoral gallega a Casado y el líder del PP no se da por aludido

Rajoy, Feijóo y Casado en el mitin de Pontevedra del sábado.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Una de las cosas inevitables de las campañas electorales es que hay que mover el culo. No se pueden hacer desde el despacho o desde la tribuna del congreso. Así que es necesario salir de casa, coger el avión o el coche y presentarte en algún lugar donde no pegas mucho o te ves con compañeros de partido que te miran raro. Pablo Casado inició la campaña gallega en un mitin en Pontevedra acompañado de dos políticos experimentados del PP a los que si les hubieran dicho en 2018 que Casado sería el siguiente líder del partido habrían puesto cara de circunstancias y comentado: no hay nada imposible en la vida pero ahora mismo no lo veo.

Esos dos políticos eran Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo. Los dos han visto en los últimos meses a Casado encender todas las antorchas y amenazar con prender fuego al gobierno. Ambos habrán pensado cosas como: lo malo de poner el listón tan alto en las críticas es que ya no puedes bajar de ahí. Rajoy y Feijóo siempre han sido el tipo de políticos a los que le gusta tener más de una opción sobre la mesa en campaña. Tampoco es que sean pilotos de caza a la hora de tomar decisiones, pero en su mundo se vive más tranquilo si puedes ir variando un poco de rumbo e imagen cuanto toca volverse a enfrentar a las urnas.

El discurso de Feijóo fue un breve máster para Casado. Gratis. No consta que el líder del PP tuviera ganas de escucharle. También es verdad que Feijóo lo ha tenido más fácil que Casado en política, excepto ese momento de la foto con ya-saben-quién. Siempre parece que no se esfuerza mucho. 

Aun así, el candidato a la reelección dejó claras unas cuantas ideas que no se escuchan mucho en el grupo parlamentario del PP en el Congreso. “Galicia ha demostrado en los últimos meses que aquí hay entendimiento y moderación”, dijo. Por Galicia se refería a la Xunta de Galicia, es decir, a su Gobierno, pero la confusión deliberada sobre ambos conceptos es un elemento básico de la estrategia de su campaña.

“He colaborado y colaboraré con el Gobierno de España, me guste o no me guste, y no doy ninguna exclusiva si digo que no me gusta”. Lo concretó con un listado de prioridades bastante largo, “mi compromiso con los gallegos”, “la recuperación del empleo”, etcétera, etcétera, etcétera. “Y después de todo eso, están los partidos”, entre los que inevitablemente está el Partido Popular. “Y mi partido lo sabe y lo valora”, continuó. Y porque no le queda más remedio que aceptarlo.

Por eso, la cartelería electoral situada en el escenario contaba con no menos de cinco carteles con la palabra 'Feijóo', algunos menos con la palabra 'Galicia' y nada que identificara ese acto con un mitin del PP. 

Mariano Rajoy estuvo en el mitin para hacer de contrapeso de Casado en el acto electoral más relevante de la campaña del PP al ser en la plaza de toros de Pontevedra. Sólo había 200 o 300 personas en un ambiente desangelado, porque otra cosa no se puede hacer con las medidas sanitarias recomendadas. Rajoy pasó sin hacer mucho ruido –sin meterse en acusaciones furibundas a la izquierda y al Gobierno central–, básicamente pagando su deuda con Feijóo. La primera victoria electoral de este en 2009 salvó el cuello de Rajoy y su carrera política. Fue un año después de que el PP de Esperanza Aguirre hiciera un intento fallido de destronarle y que se estaban preparando para el caso de que el PP perdiera la mayoría absoluta en Galicia. En otras palabras, los dirigentes que pensaban como piensa ahora Casado, incluidos sus mentores. 

Rajoy estaba allí sobre todo para sostener el cambio de vestuario que Feijóo pone en marcha en todas las campañas. Quince días de moderación para tener cuatro años más de poder absoluto. “Alberto Núñez Feijóo no es un candidato que busque dividir a la gente, y no divide a la gente. Apuesta por la integración”, dijo el expresidente. “No hace política doctrinaria ni sectaria, porque no lo es”, continuó estirando el lifting necesario estos días. 

La oposición en Galicia dirá que nada más lejos de la realidad en los años de gobierno de Feijóo. El presidente de la Xunta responderá que si quieres llegar al 45% de los votos la estrategia de aparentar ser otra cosa es lo único que funciona. A él le ha ido muy bien en tres campañas consecutivas. 

Por eso, en intervenciones públicas ante las cámaras de televisión, Feijóo habla en castellano cuando quiere dar imagen de moderación, y ese fragmento va directo a las televisiones nacionales, y luego pasa al gallego para atizar a la izquierda con todo lo imaginable, por ejemplo ahora con el número de muertos en la pandemia. Ese será el total que aparecerá en los informativos de TVG.

Casado no está muy puesto en esas tácticas tan sutiles. Por eso, cortó de raíz en su intervención las especulaciones aparecidas en los medios sobre futuros pactos con el Gobierno en relación a la reconstrucción económica. El ABC lo había celebrado el viernes con una portada algo kitsch que mostraba a los dos leones del Congreso dándose la mano. Tierno, pero pura ficción.

“Hemos apoyado el decreto de nueva normalidad”, dijo Casado. “Un decreto insuficiente e innecesario”. Entonces, ¿por qué votaron a favor de la tramitación del decreto ley? “Pero lo hemos apoyado para dar un mensaje de unidad y responsabilidad”. Ya queda más claro. Es sólo un gesto para aplacar a los barones regionales y que no se diga que los que crispan con más intensidad son los del PP.

Y porque ha empezado la campaña en Galicia y Núñez Feijóo no quiere que la dirección nacional del partido le llene de manchas el traje de la moderación. Lo usa una vez cada cuatro años, así que tampoco lo desgasta mucho.

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