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Opinión - Los secretos de alcoba del 23F. Por Carlos Fonseca

El maquinista de Angrois agradece la “comprensión” de las víctimas y critica que el Gobierno le apuntase desde el inicio

Francisco José Garzón, maquinista del Alvia, en su declaración en el Congreso de los Diputados

David Reinero

Pidiendo perdón a las víctimas. Así pretendía iniciar y finalizar este miércoles su intervención en la comisión de investigación en el Congreso sobre el accidente de Angrois el maquinista del Alvia, Francisco José Garzón, en la que fue su primera comparecencia pública en cinco años tras ser puesto en libertad por el juzgado unos días después del siniestro imputado por 80 homicidios por imprudencia. Sin embargo, muy emocionado, las lágrimas le impidieron leer la intervención que llevaba escrita y tuvo que hacerlo el secretario de la comisión. Fue en el turno de preguntas, muchas de las cuales rechazó contestar, cuando el propio Garzón sí pudo verbalizar entre lágrimas la mayor de sus disculpas a los pasajeros: “Prefería haber muerto yo a uno de ellos si con eso se evitaba una muerte”.

Acompañado de su abogado, como tiene derecho todo compareciente que esté imputado en una causa judicial, Garzón se mostró derrumbado. Después del accidente, estuvo de baja varios meses y fue posteriormente reubicado por Renfe en un puesto en los talleres de la empresa en A Coruña, donde sigue viviendo con discreción, pero siempre afectado por el siniestro del que fue protagonista, según destacan sus amigos. A pesar de que en la actualidad en la causa judicial hay otras seis personas imputadas, en su intervención escrita leída este miércoles por el secretario de la comisión, Garzón criticó que el Gobierno lo apuntase a él desde el primer momento tras lo que consideró un “accidente anunciado” y destacó que la tecnología debía evitar su previsible error humano.

La intervención de Garzón en el Congreso se produjo tras las comparecencias iniciales estos martes y miércoles de varias víctimas, que criticaron lo que denominaron “cacería del Gobierno al maquinista” para intentar esconder otras responsabilidades, que elevaron hasta los exministros José Blanco, Ana Pastor y Rafael Catalá. Él, por su parte, les mostró en su intervención escrita “mi solidaridad fraternal, y una vez más les pido perdón y les agradezco profundamente la actitud y comprensión que demuestran cada día hacia mi persona, muchas gracias de todo corazón”.

En el accidente de Santiago del 24 de julio de 2013 Garzón se despistó tras recibir una llamada del interventor del convoy y no frenó a tiempo antes de la curva de Angrois. Ni en las vías ni en el tren había activo ningún sistema de seguridad que evitase o paliase ese previsible error humano. En las vías el sistema de control constante de la velocidad (ERTMS, el propio del AVE) se había recortado en 2010 y a bordo de los Alvia se había desconectado en 2012, decisiones por las que están imputados, entre otros, los directores de Seguridad en la Circulación de Adif y Renfe, Andrés Cortabitarte y Antonio Lanchares.

A pesar de esas reducciones de seguridad, diversos cargos del Gobierno popular del momento apuntaron de manera inmediata hacia el maquinista. Como él mismo recordó este miércoles, su llamada inmediatamente posterior al accidente para avisar del mismo al centro de control “fue filtrada a la prensa en tan poco tiempo que sólo podía disponer de la grabación Adif y el Ministerio de Fomento”. En ella, Garzón reconoce su despiste y responsabilidad directa en el descarrilamiento, pero también, y esa segunda parte tardó más en conocerse, añadía que él mismo ya había advertido de “que un día iba a pasar, que somos humanos y que ya se lo había dicho al de seguridad”, según recordó este miércoles. La negativa de los grupos mayoritarios este miércoles a reproducir esa grabación en esta sesión de la comisión provocó una breve interrupción de la misma cuando el diputado de ERC Gabriel Rufián empezó a reproducirla con su teléfono móvil.

Igualmente, Garzón criticó en su intervención escrita que tras el accidente se pusiese como supuesto ejemplo de que “me encantaba correr con los trenes” una fotografía de su Facebook, que la propia Policía presentó en el juzgado como prueba, con un velocímetro indicando 200 kilómetros por hora que había sido sacada meses antes, en un viaje de formación en la que conducía otro maquinista. “Una velocidad de 200 para un tren de alta velocidad es normal, como es normal 300 o más”, destacó. Son velocidades, dijo, a las que están obligados a ir.

También se refirió el maquinista a su traslado del hospital a la comisaría de policía de Santiago tres días después del siniestro porque “el ministro del Interior visitaba Santiago, y parece que era importante que en su rueda de prensa pudiera decir que habían detenido el maquinista”, a pesar de que él mismo ya había asumido su responsabilidad.

Garzón destacó que su despiste se debió a la llamada del interventor del tren que recibió en su teléfono corporativo, “y estaba obligado a responder esa llamada”. Esa llamada telefónica le provocó, dijo, una “pérdida de consciencia situacional, no voluntaria, causada por una de las variadas tareas profesionales propias de un maquinista”. Esa situación, añadió, “es imprevisible para las personas, pero debe ser previsibles para las organizaciones”. “La tecnología existente permite controlar esos riesgos y evitar accidentes de este tipo”, añadió más adelante.

Riesgo previsible y previsto

Que el riesgo de la curva de Angrois era previsible, como el propio Garzón dijo en su llamada tras el siniestro, ya lo había evidenciado un año y medio antes del accidente un maquinista jefe, que había alertado por escrito de que en esa curva podía ocurrir un siniestro como el que sucedió. “Se trató de justificar que las medidas adoptadas después de ese avisto fueron incrementar la formación de los maquinistas”, recordó Garzón. “Debo decir que, por lo menos en mi caso, eso no es cierto”, añadió, y recordó que su expediente formativo por parte de Renfe no recoge nada al respecto tras aquella advertencia.

La intervención escrita y leída por otro de Garzón finalizó pidiendo a los diputados “que ustedes determinen claramente las causas, mediatas, inmediatas y subyacentes del accidente, las víctimas lo merecen, la seguridad del ferrocarril también, pues no puede estar basada exclusivamente en la actuación de humanos, y los profesionales no pueden trabajar arriesgando su vida y la de sus viajeros”.

Declaraciones ya hechas ante el juez

En el turno de preguntas de los grupos, en las que recibió diversas muestras de apoyo personal, Garzón dio respuestas muy cortas destacando que todo lo que podía decir sobre el siniestro ya se lo comunicó al juez instructor en las varias ocasiones en las que declaró ante él. Fue en esas respuestas cuando Garzón volvió a pedir perdón a los pasajeros del tren: “Prefería haber muerto yo a uno de ellos si con eso se evitaba una muerte”. En otro momento de su intervención Garzón llegó a pedir “pasar desapercibido” recordando que llevaba “cinco años de anonimato” y que con esta comparecencia dejaría de tenerlo.

La comparecencia de Garzón se produjo a petición del PP, que sigue colocando en él toda la responsabilidad del siniestro y cuyo diputado Celso Delgado fue el que más preguntas técnicas formuló este miércoles tras asegurar hasta ahora que la investigación importante es la que se realiza en el juzgado. Las víctimas, por el contrario, no entienden qué pueden aportar tanto él como el interventor del tren, citado por el PSOE, a una comisión que evalúa las responsabilidades políticas del siniestro. Lo mismo expresaron este miércoles varios grupos parlamentarios.

El interventor justifica la llamada del despiste

Tras la comparecencia del maquinista, en el Congreso compareció también el interventor del Alvia, Antonio Martín Marugán, cuya llamada telefónica al primero consultándole una cuestión no urgente sobre una parada posterior del tren provocó su despiste. Tras el siniestro, el maquinista primero ocultó la existencia de esa llamada, según dijo para proteger a su compañero, asumiendo en solitario la responsabilidad de su despiste. Por el contrario, el interventor primero negó ser él el autor de la llamada y, cuando se demostró que sí lo había sido, argumentó no recordar los hechos. Posteriormente, un año después del siniestro Martín Marugán, ya prejubilado, acabaría personándose en el caso como perjudicado.

Este miércoles Martín Marugán aseguró que ni él ni el maquinista tenían ninguna limitación para realizar esas llamadas entre ellos. También dijo no ser consciente de que su llamada pudiera causar un despiste en el maquinista. “Yo era el primero interesado en que no ocurriera lo que ocurrió, porque yo iba dentro”, dijo.

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