“Sólo es cuestión de tiempo que ocurra otro Prestige”
“Otro Prestige es posible”. Es parte del título del detallado informe elaborado por Greenpeace, pero también la aseveración que se saca de las conclusiones de un documento en el que la organización ecologista hace un completo análisis de lo que fue aquella tragedia y de lo que ella nos dejó diez años después. Lo hace a pocos días de que se reanude el juicio, el próximo 13 de noviembre, fecha que coincide precisamente con el décimo aniversario del comienzo de aquella catástrofe ambiental.
“Diez años después de la marea negra, los responsables continúan gobernando y se sigue extrayendo petróleo y transportándolo. Es sólo cuestión de tiempo que ocurra otro Prestige”, asegura Greenpeace, que dice elaborar este informe (Otro Prestige es Posible. Reflexiones para evitar otra marea negra) con el objetivo de abordar diversas cuestiones: comprobar si se depuraron las responsabilidades en el ámbito económico, legal y político; si los impactos ambientales y en la salud permanecen y fueron evaluados; o si el uso del petróleo, origen del problema, cambió en este tiempo y se existen alternativas“. El resultado del estudio no puede ser más pesimista.
“Diez años después comienza el juicio y los responsables políticos no se sientan en el banquillo de los acusados”, recuerda Greenpeace, que asegura que otro Prestige es posible “mientras continuemos dependiendo del petróleo y mientras el sistema judicial no tenga los suficientes recursos para afrontar los delitos ambientales, comenzando por la creación de un cuerpo de peritos”.
“Si nadie lo olvida, hay más posibilidades de que no se vuelva a repetir; este es otro de los motivos por los que Greenpeace presenta este documento”, aclara Greenpeace, que divide el informe en diversos capítulos en los que cuenta con expertos en diferentes ámbitos, como el escritor gallego Manuel Rivas, muchos de ellos testimonios de la tragedia y que ahora reflexionan sobre lo que se puede aprender de aquella catástrofe.
Para la organización ecologista, las conclusiones del informe son claras. Fallaron los responsables políticos porque “fueron incapaces de proteger los intereses sociales y del medio ambiente” durante aquella catástrofe. Así, destaca las erradas decisiones tomadas por las distintas administraciones, así como “la lucha informativa entre el Gobierno y los medios de comunicación ante una inquietud social que demandaba más y más información veraz”. “Hubo un bloqueo informativo del Ejecutivo, que usó la falta de detalles, la prohibición de hablar a sus funcionarios y la repetición de mentiras de manera sistemática y empecinada”, explica en el informe Gustavo Catalán, periodista especializado en ecología y medio ambiente.
Para Greenpeace, la gestión del Prestige “dejó a cielo abierto grandes carencias sobre las responsabilidades ante las catástrofes ambientales”, así como carencias en la gestión del buque en la catástrofe, y “la falta de responsabilidad en el transporte de hidrocarburos, en seguridad y salvamento marítimo, así como en la lucha contra la contaminación”. “Hubo también una insuficiente valoración de la dimensión del siniestro, errores en la toma de las primeras decisiones, problemas de información y comunicación y carencia de medios para combatir la contaminación”, insiste.
Por otra parte, Greenpeace destaca que “ninguna de las responsabilidades es exigida por la Justicia ni asumida por sus responsables”, lo que hace aún más probable que otro Prestige sea posible, además de destacar que el entramado empresarial que rodea un petrolero suele escapar de sus responsabilidades. “A día de hoy, si ocurre otra catástrofe sólo pagaría la empresa propietaria, pero ninguna de las otras del entramado; precisamos transparencia y claridad y que España y la UE den un giro en la legislación”, aseguró Mario Rodríguez, responsable de Greenpeace, durante la presentación del informe en A Coruña, donde también advirtió del descenso de las capturas en varias especies.
Además, el texto presentado denuncia también que “se desconocen aún el alcance de los impactos”. “En todo este tiempo no se elaboró ningún estudio integral de la caracterización, evaluación y cuantificación de todos los impactos de la marea negra”, advierte la organización ecologista, que aclara que los impactos a largo plazo y menos visibles “también existen”. “Los hidrocarburos se incorporaron a la cadena trófica y al océano para siempre jamás; no se encuentra documentación científica alguna que muestre un dibujo global de las consecuencias del vertido”, asegura.
Para Greenpeace, el petróleo, desde su extracción, transporte y consumo, “genera irreparables e inevitables y permanentes impactos ambientales”. “Su utilidad en el sistema energético puede ser sustituida por otras alternativas”, reclama la organización ecologista, que pide “un cambio de modelo energético que acabe con la actual dependencia del crudo y que haga innecesario que más buques como el Prestige sigan surcando los mares con la amenaza permanente de otra marea negra”.
Además, el escritor gallego Manuel Rivas es el encargado de elaborar un capítulo del informe (Entre la mierda y la esperanza) en el que reflexiona sobre el movimiento social surgido con esta marea negra. Para el también poeta y periodista, “cuando ocurre una catástrofe tan descomunal, la lógica de las poblaciones es agruparse alrededor del Gobierno, pero al ser negada la importancia de los hechos por este, se generó una gran inflexión en la movilización cívica por el Prestige; por su doble condición de ser un movimiento de denuncia, de catarsis, pero también de llenar de esperanza y su expresión pragmática”.