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El garito indie de Madrid donde los grupos que suenan también son clientes: 25 años del Moloko Sound Club

Rocío Bayo y Sabi Palacios, al frente de Moloko Sound Club

Sara Núñez

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Algunos crean una banda de música para expresarse y otros montan un bar. Sabi Palacios decidió lo segundo cuando abrió, hace un cuarto de siglo, un bar indie-rock en Conde Duque, una zona de Malasaña apartada del jaleo en el Dos de Mayo. “Este local surge por mi pasión por la música y mi necesidad de expresarla de alguna manera. Quería tener un sitio donde pinchar, me metí a ver qué salía, y no ha ido mal del todo”, comenta junto a su mujer, Rocío Bayo, quien le acompaña con los preparativos de la fiesta 25 aniversario al igual que siempre lo hace desde el otro lado de la barra.

Entre las sillas y paredes del Moloko Sound Club, en la calle Quiñones, se respira un ambiente guitarrero con el que se familiarizan muchos de sus clientes. Entre ellos se encuentran muchos de los propios solistas y bandas que suenan desde la cabina de DJ. Mantener activa esta esencia no se les ha hecho difícil, aunque “no ha sido tampoco un camino de rosas”, cuenta Sabi. “Los primeros años fueron un pelín duritos, luego fue de mucho disfrute, amistades, emociones... lo duro fue la pandemia”, algo con lo que aún continúan luchando.

Este sitio de encuentro, generado bajo un ambiente de divertidos clientes que van principalmente desde los 25 hasta 50 años, tiene como punto en común el disfrute sonoro. “La principal rueda que hace girar al bar es la música”, y eso es algo que reflejan en todos sus rincones y paredes: no hay casi hueco entre los pósteres -la mayoría firmados- de bandas y clásicos del rock.

“Ayer mismo tuvimos a Julio Ruíz. El jueves tenemos al cantante de Viva Suecia, el viernes que viene toca La Habitación Roja. Estamos mal acostumbrados”, y es que este territorio no pasa desapercibido para ninguno de los grupos más sonados desde la cabina y la tarima del Moloko. Escenario que ahora preside un gran póster de La Habitación Roja. ¿Alguien recuerda el tema Madrid que tiene este grupo? “Te vi alejarte en la noche / Por la calle Quiñones / Y no pude hacer nada / Sonó tu canción en Moloko / Con las persianas bajadas / Pero tú ya no estabas”.

“Vienen más los que viven por aquí: Benavente, Dorian, Paco Neuman, Érik Jimenez de Los Planetas.... muchos no viven por Madrid, pero si hay algún concierto siempre intentan venir a vernos”. Como ocurrió en una de las noches más memorables para Rocío y Sabi: “Norman Blake, cantante, guitarra y fundador, de Teenage Funclub, entró por primera vez mientras casualmente sonaba Sparky’s Dream -tema del grupo- y no sabíamos que iba a venir, fue un sorpresón”. El mismo Santiago Auserón de Radio Futura acudió un miércoles por la noche y se sentó en el mismo lugar que ocupó durante esta entrevista la autora de este artículo. Su hermano ya había venido antes, aclara el matrimonio. “La segunda vez que vino Mando Diao, un grupo sueco que se acercó con el grupo Jet… Ha pasado mucha gente por aquí. Me gustaría que estuviera Wilco, el cantante y guitarra, al menos. Vienen ahora para el ciclo de Las Noches del Botánico...” dejan caer.

Nacido como bar y convertido en epicentro cultural, nada más cruzar su puerta puede respirarse la esencia de la citada Sparky´s Dream, con el que Sabi y Rocío definen su local: “Es un referente, una canción que, desde que abrí, me ha acompañado. No he dejado de pincharla y la seguiré pinchando”, comenta el dueño que ha compartido temporadas en cabina con Paul, de La Habitación Roja. Desde ella intenta crear ambiente acogedor y cómodo: “Nos sentimos muy queridos. Nosotros disfrutamos del bar pero nos gusta que la gente esté contenta y creo que es una de las claves de las pinchadas de Sabi, que a él le gusta la música, pero pincha para la gente. Es la clave de su éxito, al resto le gusta verle y le suele esperar”.

Después de atravesar el bache de la pandemia, el Moloko Sound Club aún sigue recuperándose: “Me empeñé en pedir créditos, que no son gratuitos, y ahora con la respuesta de la gente sí que vamos para arriba. El ambiente del bar ahora ya es prepandémico”, explica Sabi.

A lo que se deben, gracias a lo cual han conseguido salir adelante de esta condena que paralizó tantos negocios culturales y de ocio, es a la entrega de sus amigos, músicos y clientes del bar, todos invitados en la fiesta de aniversario que preparan para este miércoles 23 de mayo por la tarde: tartas, música, regalos... “Hacemos un cóctel de bienvenida y este año hemos hecho unos regalos nuevos: preservativos del Moloko. Siempre regalamos merchandising por el aniversario, son productos personalizados y relacionados con la música. Nunca los habíamos vendido, hasta que vino la pandemia y tuvimos que crear una página para mantenernos a flote porque, aunque tuviéramos que tener el bar cerrado, seguíamos con los gastos de alquiler. La gente nos apoyó muchísimo”.

En una ocasión llegaron a crear puzles, alfombras para el ratón del ordenador, unos pendientes en forma de púas que la propia Rocío ha estrenado durante la entrevista, posavasos con forma de este utensilio para rasgar guitarras que también fabricaron durante la pandemia, parches para la ropa, tazas… “tenemos hasta unos funkos propios que nos hizo un cliente, que hoy en día ya es amigo, según él nos trajo ese regalo hecho por él por lo bien que le habíamos tratado”, algo que demuestra lo comprometidos que están ambos con el local y con su gente.

Si hay algo por lo que destaca el Moloko Sound Club es por cómo ofrecen la música: “Aquí tenemos mucha pasión, quizá porque estamos al frente los dueños, lo intentamos cuidar mucho”. De ahí que el deseo de que Moloko forme parte del foco cultural de Madrid. Ya no solo por su desarrollo como ocio nocturno, sino por las exposiciones, eventos culturales y ciclos de poesías, siempre relacionados con la música, que han llegado a hacer. “Queremos que Moloko forme parte de la cultura de esta ciudad, nos gustaría que nos metieran en ese epígrafe de la Comunidad de Madrid, facilitaría más las cosas”, proponen.

El espectro musical ahora es mucho más amplio en el Moloko -antes era más centrada en ciertos estilos- pero todo va con la óptima de hacer las cosas desde la independencia que manifiestan sus dueños: “Nada mainstream, o que se muestre en espacios más mediáticos”. Por lo que, además de la fiesta de aniversario, este club tan especial también guarda en su calendario hueco para conciertos que les están regalando los amigos.

“El escenario es desmontable y hacemos algún concierto que otro los domingos matinales, ayer tuvimos uno, hay otro sorpresa que no podemos decir y que nos van a regalar. Tenemos varios pendientes, nos quieren ayudar porque estamos un poco endeudados, y para recuperarnos, los amigos, que son músicos, querían hacer un bolo de rescate”, dice mientras cita los grupos Neuman, Viva Suecia o La Habitación Roja. “La gente está muy entregada, nos sentimos arropados”, confiesan. Y como un pozo de ideas sin fondo, ahora formulan un nuevo objetivo por este cuarto de siglo de vida: “Ir haciendo singles en vinilos con las canciones que nos han ido haciendo hasta ahora. Sería para regalar y no para vender, pero tener un single del Moloko como propio… y lo tendré, ya está hablado”.

De momento, invitan a la fiesta de esta noche y a cualquier otro día a que acudan al local: tanto a los habituales como a los que no lo conocen: “Que se animen a disfrutar, mal no creo que se lo pasen. De hecho, puedes venir sola. El ambiente es muy distendido, no es nada violento, viene mucha gente por su cuenta y ya conoce a otros, todos están muy receptivos, nadie está a la defensiva”, informa Sabi. “Aunque el estilo de música no sea el tuyo, vuelves porque te gusta. Al final, te terminan entrando las canciones y les coges el gustillo, te las meto con cuchara”.

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