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El underground electrónico de Madrid: hedonismo alrededor de la música y fiestas secretas

Momento capturado durante una de las fiestas de Fernweh

Sara Núñez

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Existe una palabra para definir un lugar en el que aún no se ha estado y gustaría llegar, esa fiesta a la que siempre se ha ansiado ir: fernweh, término alemán que da nombre a uno de los colectivos de la escena electrónica madrileña. Lo montaron en la capital para crear unas fiestas que van en auge con mucha diversificación de espacios donde encontrarse a uno mismo, liberarse y sentirse seguro.

“Las nuevas generaciones que vienen ya están abiertas a esta escena, es para un público más variado y amplio. Está más cerca de todos los públicos porque hay más funciones”, confirma Dani, uno de los organizadores que conforman el colectivo Ciénaga, otro de los colectivos madrileños de la escena. Algo con lo que también coincide su compañera, Liber: “Noto mucha movilización, gente saliendo del molde y apostando por cosas más fresquitas. Antes era algo más de nicho”.

Adentrarse en los locales y garitos entregados en cuerpo y alma para este ambiente no es tan exclusivo como pueda parecer. “Es importante no tener prejuicios, la gente se suele pensar algo que no es y luego se pueden sorprender”, comentan desde este colectivo. En Madrid son muchos los grupos que conforman la escena y la moldean como mejor la identifican, dando a conocer que hay más allá del iceberg que suelen ver desde arriba tantas personas. En el caso de esta pequeña y acogedora “ciénaga”, la idea se sembró en torno al 2019 como parte de una fiesta en un reducido local, ya cerrado, en Lavapiés, dentro de El Mono Eléctrico.

La describen como “una oda a la música electrónica de la escena underground, el hedonismo alrededor de la música”. Huyen del “purismo de música electrónica” y acuden al “disfrute máximo, ese es el espíritu ciénaga, que la gente se lo pase bien”, con un paraguas de diversidad musical que resuena desde salas como Siroco, Republik, El Sótano o la Sala Caracol. Desde Fernweh, el otro colectivo citado, apuestan por una esencia cómoda y segura para sus artistas, DJs y su público: sus miembros dan cabida y visibilización a personas del colectivo LGTB: se pasa de ese hedonismo abanderado en Ciénaga hasta un lugar familiar, liberador, donde el tecno se sitúa como segundo protagonista y la sorpresa, la performance y el color cobra un doble protagonismo sobre la música.

Rebe, otra de las organizadoras, afirma que los colores de este proyecto confluyen y se combinan con aspectos visuales y performativos. Querían crear una fiesta con un entorno más seguro y cómodo, dar más trabajo a lo artístico y la estética y rendir homenaje a los inicios con la revolución rave. A nivel club todo se oscurece más, con Berlín, Detroit. “Con el rave era todo colorido, donde personas de diferentes procedencias, identidades, de color, de orientación sexual, encontraran un sitio donde estar a gusto, un entorno seguro y abierto”, describe el colectivo.

Aunque se estén intentando afincar en una sala concreta, pequeña y acogedora donde se dé calidad al sonido, juegan con esa sensación de club europeo con secret location. Mientras luchan por asentarse en un sitio para desarrollar su proyecto, la apariencia de la clandestinidad define el cuidado que tienen con sus fiestas: el mismo día en el que el público se registra y compra la entrada, se les envía la localización por privado. 

Antes de dar la localización aportan la parada de metro de referencia y cuidan que no se den colas en la puerta, que no se salga demasiado público para evitar molestias en calle, aunque hay veces que los mismos locales cuentan con pasillos internos, como las dos salas que conforman el club en el que se desarrollará su próxima fiesta del 17 de junio. Desde fuera está muy insonorizada, es discreto y no llama demasiado la atención.

“Estamos haciendo una apuesta musical con dos performances diferentes, con puntos crudos que te cueste verlas, desde el baile hasta desnudos. Nunca se sabe que te espera dentro de nuestras fiestas, en la última hubo mucha sangre, un aspecto muy visceral”, afirma Pablo, promotor de Fernweh.

Ciénaga, por su parte, ha fijado sus próximas fiestas en la noche madrileña para el 9 de septiembre en la Sala Siroco con Nikki Nair como DJ, y en Republik en colaboración con otro colectivo, Brrrrrap, sobre noviembre. “Teniendo como principio el hedonismo, pues mal no lo pasamos”, bromean desde el colectivo. En verano muchas salas cierran, julio y agosto supone una paralización de la escena. El 5 de agosto tendrán fiesta en Gijón, una de las zonas nacionales por las que ya han pasado junto a Vigo, Barcelona y Donosti, algo que suelen hacer para traer a gente más allá del circuito Madrid-Barcelona.

Aunque en verano se paraliza la escena, hay excepciones: el 9 de julio tendrá lugar la fiesta del colectivo Aquelarre Sisters of Rave como parte del Orgullo, en la sala Republik. De este grupo también forma parte Liber, quien lo compagina con su querida ciénaga, y que comparte espacio con sus tres compañeras gallegas. Hacen cuatro fiestas al año coincidiendo con los solsticios y equinocios, idea que ella misma tuvo cuando llegó la pandemia y, tras ir aplazándola, realizaron la primera en octubre, la segunda es en marzo, y la de ahora, el 25 de junio en Santiago. Está enfocado en el ambiente de meigas, brujas, mujeres, más centrado a que las dj tengan mayor visibilidad en la escena. En septiembre la llevarán a Barcelona, en diciembre, seguramente, a Madrid.

El encuentro entre un público interesado en esta escena y un lugar en el que sienta la acogida se facilita gracias a la gran diversidad de locales. Cabe destacar otra zona de ambiente LGTB, la fiesta del Skin Club que “nace de la contracultura y resistencia queer en los clubs de electrónica”, con sus fiestas perfectamente dadas en un ambiente de esencia BDSM donde el consentimiento, la tolerancia y el respeto lo son todo, cada domingo en la Sala Strong y cuyos organizadores también llevan la Stardust, cada viernes en Sala Cool.

Estos mismos se encuentran en pleno proceso creativo de colaboración con Fernweh, los cuales siguen ocupados con su fiesta de junio para cerrar la temporada, pinceladas que adelanta Pablo: “Nos distribuiremos los DJs de la fiesta. Yo, residente y promotor, cerraré la principal, y estará Olha, artista invitada desde Berlín que dará el toque especial con el tecno por bandera, en un muy emotivo, muy sentimental, que va a ser muy bonito y seguirá la honda en la que se cerró la anterior fiesta”. Todo combinado con un hard-tecno, de máquina y un tecno industrial, “de las cavernas, para caer los cimientos”.

Bajo unas luces que sumergen en una experiencia tecno y colorida, esta fiesta también destaca por su zona común, así como por los baños mixtos, también, donde la gente se familiariza y crea comunidad, con todo el colectivo atento para apoyar y ayudar en caso de que alguien necesite ayuda, factor que consideran muy importante: “Siempre recordamos días antes que tener la entrada no te garantiza el acceso al club. Si no compartes las normas de no discriminación, consumo responsable, en medida de cada cual, y respeto al ambiente, se les puede restringir. Si viene alguien de nuevas, nos encargamos de repetirles las normas”.

Detrás de la cabina, la magia empieza

El arte de envolver al público en el ambiente electrónico parte, por supuesto, de la elección del DJ que cada colectivo ve apropiado de cara a sus fiestas. Ciénaga lo considera así: un perfil encasillado en artistas relativamente jóvenes que llevan tiempo pinchando, con estilos musicales variados, con sellos underground, englobados dentro de lo menos conocido pero que se empiezan a mover.

En marzo trajeron a Aloka y en mayo a Sha Ru, de Berlín, con su colectivo propio en Nueva York. “En el rollo cluber es solo el DJ, pero estos juegan con visuales y su producción, no solo se centran en su música”, y añaden, además, que tiene que ver con su forma de trabajar. Llevan con otros dos compañeros un sello llamado Menta, entre Barcelona y Madrid, desde 2015, con gente a la que traen que trabajan como ellos, con propuestas creativas en torno a la música y más allá de fiestas.

Al final, lo que evoca el nombre es “una mezcla de géneros para el disfrute, con todo tipo de públicos, un ambiente no tan cluber en el que te sientas extraño, tal vez”, según declara Liber, quien también asegura que no solo se centran en el tecno: “Tenemos todo tipo de estilos y hemos visto de todo en nuestras fiestas”.

Algo que tienen en común con Fernweh, cuyos organizadores también trabajan desde esta postura. Sin contar con DJs concretos, apuestan con artistas emergentes: gente de fuera y no muy reconocida en España, o que también sea emergente del extranjero. Hay algunos más concretos, los residentes, pero suelen moverse más allá de sus cinco djs habituales. Han creado un sello discográfico y apuestan por estos que cumplen con la línea que pretenden marcar. ¿Y cuál es esa línea? Una basada en música dentro de un entorno de tecno que “apuesta por la melodía en un tono más melancólico y emotivo, pero dándole más velocidad y potencia”. Rebe lo define como algo “sobreestimulante” y Pablo lo declara como “animado, agresivo, sexy y colorido”.

Su apuesta va por gente europea y nacional dentro de la línea del tecno, que comprende muchos géneros que ellos describen: “Más trance, groovy, hard-tecno, hard-trance, dentro de un ámbito más rápido y melódico”. Escogen a artistas que cumplan su prioridad y apuestan por aquellos que, además del atractivo de lo musical, les permite cumplir con su búsqueda de dar espacio a más djs, productoras y artistas queer, trans. Para el día 17 llega Olha, una artista de Kiev, a quien habían contactado hace un par de años para que les hiciera un podcast en SoundCloud. “Por cosas de la vida, diez días antes de que empezara la guerra en Kiev estuvimos allí, palpamos su escena, tiene su propio colectivo queer de Kiev. Queremos dar espacio a proyecto con los que podamos colaborar para traerlos con podcasts, performances, no solo para que pinchen”.

Más allá de la música

El campo de visión de Fernweh también se expande hasta eventos diurnos o proyectos puntuales, como el streaming benéfico que organizaron durante la pandemia para el Gregorio Marañón junto a DJs de la escena española. “El año pasado hicimos algo muy guay: un escaparate de La Eriza, un sitio de encuadernación de Malasaña. Tiene dos escaparates y durante el Orgullo tuvimos un evento donde en uno había un dj pinchando y en otro tenías performance”, aclaran, aunque no se escuchaba desde fuera. De ahí que hicieran el streaming para conectar por bluetooth al altavoz fuera, el cual apagaban cuando la policía pasaba cerca.

También han acudido a localizaciones autogestionadas o apoyadas por el ayuntamiento, donde no solo hay música o performances sino otras disciplinas como exposiciones, fotografías e ilustraciones. “La última vez que hicimos uno de estos eventos, en plena mitad vino la policía y nos cortó el rollo. Es uno de los impedimentos que tenemos las personas con menos recursos que los que monopolizan la escena, tenemos que buscarnos la vida como podemos a partir de sitios autogestionados y tenemos que luchar con que venga un policía”, afirman, algo que les supuso un obstáculo en este evento que organizaron para presentar el primer álbum de su sello discográfico. “Abrías la puerta y todo era artístico, veías a las modelos preparándose, las fotografías. Pero había un DJ pinchando y no un hilo musical de Spotify, es muy duro trabajar desde este punto en Madrid”.

“Creo que la escena underground antes de la pandemia era más sosilla, este año está siendo una pasada, tengo la agenda desbordada a base de fiestas a las que quiero acudir. Este año se está empezando a gestar una cosa súper interesante, traemos a gente muy guay, somos mucha gente queriendo refrescarlo”, demandan desde Ciénaga.

Dani contempla un cambio progresivo en torno a todo el ambiente, ahora más abierto: “Venimos de un proyecto de antaño, se está ampliando el concepto, vienen generaciones que ya han perdido el estigma de la electrónica y la gente está más abierta a ir a estas fiestas. Lleva cambiando diez años, ahora mismo se está refloreciendo”.

"La escena del tecno es muy clásica, siempre terminan pinchando los mismos que ya tienen nombre", Pablo, de Fernweh.

Un espacio seguro, abierto a la creatividad donde cada cual pueda desarrollarse. En el caso de Fernweh, dando un toque colorido al tecno, por medio de un proyecto que surge de la idea de un grupo de amigos con ideas y estéticas en común, además de encontrarse en un mismo punto: no tenían lugar ni oportunidad por dónde desarrollar su capacidades en Madrid.

“Después de la pandemia pensaba que habría un auge mayor de creatividad por parte de los colectivos. Y lo ha habido, un poco, pero la escena sigue monopolizada por los mismos. Esos llevan muchos años desarrollándose dentro de la escena, algunos de ellos ven el potencial dentro del colectivo, deciden dar espacio y colaborar. Pero la escena que se da para el tecno es, por general, muy clásica, cuesta mucho acceder y siempre terminan pinchando los mismos que ya tienen nombre”, añade Pablo.

"Se ha capitalizado la escena 'queer' y su palabra, se queda muy atrás crear el ambiente seguro que se necesita en el tecno", Pablo, de Fernweh.

El colectivo percibe que ese tipo de fiestas tienen un claro objetivo económico que cumplen sin gran dificultad: “Se alejan de crear espacios con otros colectivos, con los conceptos que se están trabajando y escuchando en ese momento. Seguimos con lo mismo, no se crea escena, no se crea un ambiente de comunidad donde no tuviéramos que pisarnos y dar precios accesibles, estandarizarlos por colaboraciones y no pisarnos las fiestas. Pero los de siempre monopolizan las salas en las cuales más gente cabe”.

En España hay mucho talento nacional. En Londres, Berlín, en París, hay una escena muy concreta, algo que confirman los miembros de Fernweh: “Dentro del ámbito queer se sabe donde poder encontrar un espacio seguro por allí, mientras que en Madrid hay mucha escena queer pero no se sabe dónde encontrar estos lugares seguros y cómodos dentro de las fiestas tecno. Se ha capitalizado la escena queer y su palabra, se queda muy atrás crear el ambiente seguro que se necesita”.

Que se deje llevar, no tener tapujos. Esos son los requisitos que Dani señala desde Ciénaga para invitar a todo aquel que aún no haya probado ninguna de las fiestas de la escena electrónica. “Tengo amigos que me dicen: a mí no me gusta la fiesta. Las fiestas de Ciénaga son increíblemente divertidas. Se piensa en electrónica como música repetitiva o tecno, pero es más variado. Yo pincho algo más urbano, Diego va por algo más dosmilero. Cada uno tiene un rollo distinto, la gente que viene de nuevas a Ciénaga sin estar habituado a este tipo de fiestas siempre dice: me imaginaba todo el rato chuntachunta y es muy diferente, hay muchos estilos. Tenemos suficiente variedad de estilos musicales para que te lo pases bien”, concluye Líber.

En las fiestas de Fernweh, por su parte, la gente percibe la energía que es producto de un trabajo hecho, también, por amor al arte y, según lo describen, en vez de grabarse a sí misma, graba lo que se crea en ese ambiente familiar, con una cuestión que Pablo deja en el aire sobre salirse un poco de la línea: “Ya no solo ser uno mismo, sino ser quien quiera ser. Crear su personaje, porque el tecno puede ser reclamo, sentirte libre en un espacio donde se reconocen cosas auténticas. Un ambiente que se preste a conocer a personas nuevas, deconstruirte, hay mucho más allá de gente que se puede expresar en su estética y música. Además de los entornos que creamos, puede ayudar incluso a nivel pedagógico”.

La escena electrónica surge con lugares donde cada cual es su auténtico yo, tal y como sus diferentes colectivos lo afirman. “Hay lugares donde te sientes cómodo, pero aquí puedes mostrarte sin temer a nada más allá”, comenta Rebe. Continuamente está entrando gente nueva y cualquier propuesta es bienvenida en estos espacios. Tal y como reclaman desde Ciénaga: “Es importante no tener prejuicios y dejarse sorprender”.

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