En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.
¿Y si lo que hemos construido durante esta cuarentena es tan frágil que no logra mantenerse cuando salgamos de ella?
¿Y si no hemos aprendido nada? ¿Y si lo que hemos construido durante esta cuarentena es tan frágil que no logra mantenerse cuando salgamos de ella? ¿Y si todavía no nos ha sido posible generar cambios que puedan permanecer?
Cuando empezó la cuarentena conectamos con un sentimiento interno de profundo entusiasmo. Reconocíamos esta experiencia como una oportunidad única para caminar colectivamente hacia un cambio. ¿Cuándo antes habíamos parado mundialmente de forma tan contundente y extensiva por el objetivo de preservar la vida? Por fin tendríamos un ejemplo, una memoria, de que sí. De que sí es posible que prácticamente toda la humanidad se organice por una causa común: por poner la vida en el centro. Y, por lo tanto, si es posible ahora por este virus, ¿no es acaso posible ponerla por otros motivos? ¿No es acaso posible seguir manteniéndola en el centro?
Tímidamente estos días nos preguntamos qué pasará con la vida después del confinamiento. ¿Qué pasará con la reducción de la contaminación? ¿Qué pasará con los animales que se han vuelto a acercar a sus ecosistemas? ¿Seguiremos mirando a los árboles con tanto asombro? ¿Seguiremos escuchando a los pájaros en las ciudades? ¿Seguirá la sensación de pertenecer y el deseo de conectar con la naturaleza? ¿Qué pasará con el amor a nuestros mayores? ¿Qué pasará con las relaciones familiares y los nuevos vínculos que se han creado? ¿Qué pasará con las amistades que han vuelto a renacer a través de las pantallas?
¿Seguiremos concediéndonos unas horas a la semana para dedicar a aquellos que están lejos? ¿Qué pasará con los balcones? ¿Qué pasará con las personas que hemos conocido de balcón a balcón o de ventana a ventana cuando nos podamos tocar? ¿Qué pasará con nuestras libertades?
Porque esta cuarentena ha intensificado la necesidad de cuestionarnos cuáles eran nuestras prioridades. El cuidado de nuestros cuerpos, de nuestra casa y de los vínculos con las personas que queremos se ha vuelto primordial. La ilusión del reconocimiento basado en la productividad ha perdido su encanto, y entender el trabajo como una labor hacia los demás ha cobrado más sentido que nunca. Hemos comprobado que es sencillo reducir el consumo, comprar en las tiendas del barrio y llevar una alimentación de proximidad. Hemos agradecido el arte, ralentizar el ritmo, la mejor calidad del aire y el silencio. Continuamos el aprendizaje de ir soltando la presión y la idea de aprovechar el tiempo basada en hacer cosas, para centrarnos en vivir y aprovechar el tiempo sencillamente estando presentes.
Desconocemos cómo será volver a los plazos, a las exigencias o a las prisas. Cómo será volver a los atascos, a la ropa que no sea cómoda, al consumo desenfrenado, a la contaminación, a la indiferencia con nuestros vecinos y vecinas. Desconocemos si nos será posible.
Sobre este blog
En este espacio se asoman historias y testimonios sobre cómo se vive la crisis del coronavirus, tanto en casa como en el trabajo. Si tienes algo que compartir, escríbenos a historiasdelcoronavirus@eldiario.es.
13