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Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

La pandemia generó un aumento de las viviendas vacacionales en Ibiza, Menorca, Lanzarote y Fuerteventura

Bañistas disfrutan en Platges de Comte (Eivissa)

Nicolás Ribas / Ana Ordaz

Eivissa —

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Canarias e Illes Balears probablemente sean, debido al factor insular, las dos comunidades autónomas más dependientes del Estado (junto a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) y cuya fuente de ingresos depende mayoritariamente del turismo. Por este motivo, también fueron dos de las regiones que más sufrieron los confinamientos durante la pandemia de la COVID-19.

Una comparativa de las islas de Eivissa, Menorca, Lanzarote y Fuerteventura (que excluye Mallorca y Formentera en el caso de Balears y La Palma, La Gomera, El Hierro, Tenerife, Gran Canaria y La Graciosa en el caso de Canarias) mediante indicadores como la población, la economía y el empleo, el turismo, el transporte o la movilidad, concluye que Eivissa y Lanzarote presentaron en 2020 los mayores desajustes, siendo -entre las islas analizadas- las más pobladas y que poseen un mayor número de camas turísticas y afluencia de visitantes. Así se desprende en un informe realizado conjuntamente entre Ibiza y Formentera Preservation, el Observatorio Socioambiental de Menorca (OBSAM), el Centro del Cabildo de Lanzarote y la Oficina de la Reserva de Biosfera de Fuerteventura.

Eivissa lideró la caída de la afluencia turística 

Después de que el Gobierno decretara el 14 de marzo el estado de alarma y los turistas volvieran a sus países de origen, se dio una imagen inédita en el archipiélago canario -que vive del turismo durante todo el año gracias a su clima- con sus bares, restaurantes, hoteles y playas completamente vacíos de turistas, aunque habitual en el caso de las zonas más turísticas de Balears cuando llega el invierno. De las cuatro islas, Eivissa, con un 80%, fue la que sufrió una mayor reducción de afluencia turística durante el 2020, seguida de Lanzarote, con un 74%; Menorca, con un 71% y Fuerteventura, con un 68%. Según el informe, el máximo histórico se alcanzó -en las cuatro islas- en 2017, con más de nueve millones de turistas en total. En 2020, en cambio, esta cifra apenas superó los dos millones y medio. Entre los datos que más llaman la atención, se destaca que ese año no llegaron cruceros a Eivissa y Menorca, mientras que en Lanzarote y Fuerteventura se desplomaron. Con muchos hoteles cerrados, en cambio, sí aumentaron las plazas en viviendas vacacionales. En Lanzarote, pasaron de 23.985 en 2019 a 29.349 en 2020; en Menorca, de 25.936 en 2019 a 27.931 en 2020; en Fuerteventura, de 20.300 en 2019 a 22.057 en 2020 y, en Eivissa, de 12.675 en 2019 a 17.938 en 2020, siendo la isla que menos viviendas de alquiler vacacional ofreció.



En cuanto a la ocupación en 2020, cayó entre 25 y 40 puntos (sobre los establecimientos abiertos), convirtiéndose en el peor año desde 2009, aunque ello no impidió que las tarifas hoteleras subieran un 12% en Eivissa, mientras que en Menorca bajaron ligeramente y en Lanzarote y Fuerteventura se mantuvieron estables, igual que las estancias medias de los turistas. En Eivissa y Menorca, en cambio, se redujeron a una quinta parte. Las mayores diferencias de precios durante ese 2020 se dieron entre Eivissa, con una tarifa de 146,8 euros al día y Fuerteventura, con una tarifa de 88 euros diarios, lo que equivale a una diferencia de 58,8 euros entre las estancias hoteleras de ambas islas. La facturación turística cayó en las cuatro islas proporcionalmente a la pérdida de turistas, destaca el informe.

Importante reducción del tráfico marítimo y aéreo

Las islas analizadas redujeron su tráfico marítimo un 50%, con la excepción de Menorca, que cayó un 39% (fue la isla a la que menos pasajeros llegaron por esta vía). En los cuatro casos, se dan movimientos importantes entre islas, motivo por el que el descenso no fue a la par de la caída de la llegada de visitantes. De todas ellas, Eivissa es la isla en la que el tráfico por vía marítima tiene mayor relevancia y que goza de más conexiones, tanto con el resto de islas como con otros puertos del Mediterráneo.



Respecto al tráfico de mercancías, todas las islas se resintieron al parón que provocó la COVID-19, especialmente Eivissa, que pasó de recibir en su puerto 2,9 millones de toneladas en 2019 a 2,2 millones de toneladas en 2020, y Lanzarote, que pasó de recibir 1,7 millones de toneladas en 2019 a 1,2 millones de toneladas en 2020. Menorca y Fuerteventura también cayeron, pasando de 1,3 a 1 millón de toneladas y de 1,2 a millones a 946.641 toneladas (ambas durante el mismo periodo). Estos datos indican lo sumamente frágiles que son los territorios insulares cuando ocurre una eventualidad tan grande como una pandemia sanitaria, debido a su dependencia del exterior.

En cuanto al tráfico aéreo en 2020, Eivissa y Menorca sufrieron un descenso del 74% y del 69%, respectivamente, respecto al año anterior, mientras que en el caso de Lanzarote supuso una reducción del 65% y en Fuerteventura un 62%. Cabe destacar que el peso del tráfico internacional (que descendió un 90%) y entre islas es más importante en Canarias, mientras que en Balears lo es el tráfico nacional.

En referencia al transporte público, Eivissa es de nuevo la isla donde su uso ha caído más entre las personas (un 68%), seguida de Menorca (64%), Lanzarote (53%) y Fuerteventura (43%). En Eivissa y Menorca, el descenso es el mismo tanto si tomamos como referencia la población flotante (la suma de la población residente, temporeros y turistas) como la población de derecho (residentes), lo cual, indica el informe, podría reflejar que los turistas usan poco el transporte público. Los datos también arrojan la alta dependencia que las cuatro islas tienen del transporte privado, que en el caso de Eivissa, la isla cuenta con más vehículos privados que personas censadas. Cabe destacar también que, en referencia a las matriculaciones de vehículos, hay que tener en cuenta la adquisición de motos y coches por parte de las empresas de vehículos de alquiler, que cuentan con una presencia importante en las cuatro islas. En Lanzarote se redujeron un 66% en 2020, mientras que en el resto de islas un 40%. Después de que hubieran disminuido y estabilizado durante el periodo 2008-2015, se produjo un nuevo repunte hasta 2019.

Impacto de la pandemia en las empresas y el empleo

Eivissa y Lanzarote fueron las dos islas (de las cuatro analizadas) más afectadas por la crisis económica derivada de la crisis sanitaria. En el caso de la mayor de las Pitiüses, los mayores impactos se vieron reflejados en el presupuesto del Consell de Eivissa, las afiliaciones a la Seguridad Social y la tasa de desempleo, mientras que en Lanzarote, además del golpe que supuso a la tasa de ocupación de empleo -como en el caso ibicenco-, también se notó en la matriculación de vehículos. En el número de empresas inscritas, Menorca, Eivissa y Lanzarote descendieron un 10%, mientras que Fuerteventura descendió un 6%.

Pese a los ERTE’s desplegados por el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz -afectaron, como mínimo, a uno de cada tres empleados en activo de las islas en algún momento-, el paro subió en torno a un 10% en todas las islas. Lanzarote y Fuerteventura volvieron a cifras de ocupación del año 2007, mientras que Menorca y Eivissa se situaron en el año 2015 y 2016, respectivamente. La caída de las nuevas contrataciones fue mucho más acusada, rondando el 50% en las cuatro islas en 2020, una cifra mucho más importante que la que arrojó la crisis financiera de 2008. Hay dos explicaciones. La primera, que en esta ocasión el parón en el sector servicios -durante la primera ola- fue total debido a los confinamientos; la segunda, la alta temporalidad, que desde hace 15 años, es superior al 80% en todas las islas (87% en Fuerteventura; 86% en Lanzarote; 83% en Menorca y 80% en Eivissa). Estos datos muestran que la mayoría de los contratos temporales duran entre 3 y 6 meses, excepto en Lanzarote, donde los contratos de menos de un mes son mayoría: más de un tercio del total.



Lanzarote, a la cabeza en el consumo de agua

La presión que el turismo genera es más intensa en territorios insulares como Eivissa -que tiene 571,8 kilómetros cuadrados y 151.827 habitantes censados en 2020-, Menorca -con 694,8 kilómetros cuadrados y 95.641 habitantes censados-, Lanzarote -845,9 kilómetros cuadrados y 155.812 residentes- o Fuerteventura -1659,7 kilómetros cuadrados y 119.732 personas censadas-. La densidad de población de Eivissa, con 265,5 habitantes por kilómetro cuadrado en 2020, es casi cuatro veces superior a la de Fuerteventura, con 72,1 habitantes por kilómetro cuadrado en el mismo año. A Eivissa la sigue Lanzarote, con 184,2 habitantes por kilómetro cuadrado, y Menorca, con 137,7 habitantes por kilómetro cuadrado. En el periodo 1991-2020, Eivissa y Lanzarote han más que doblado su población y Fuerteventura más que triplicado, mientras que en Menorca ha subido aproximadamente un 50%.

Esta fragilidad se puede observar, por ejemplo, en la producción y el consumo de agua. El informe pone de relieve el derroche de agua que lleva ocurriendo en los últimos años en Fuerteventura, cuyas pérdidas en la distribución ascendieron al 58% en 2020 (esto significa que para consumir la misma cantidad de agua, cada año se tiene que producir más, con el coste ambiental que supone). En Fuerteventura, igual que en Eivissa y Lanzarote, se consume mayoritariamente agua desalada, lo que supone un consumo eléctrico importante, mientras que Menorca obtiene la mayor parte del agua de acuíferos subterráneos, lo que también implica un desgaste para el territorio. En Lanzarote, la producción solo cayó dos puntos en 2020, situándose en una producción de 164,08 metros cúbicos per cápita (una estadística que solo incluye a la población residente), mientras que en Menorca y Eivissa cayó entre un 12 y un 13 por ciento, colocándose en un consumo medio de 109,42 y 92,95 metros cúbicos de agua por persona, respectivamente. No hay datos del año 2020 en Fuerteventura, donde a diferencia de Lanzarote, señala el informe, no hay un único operador para toda la isla, sino que la producción de agua está en muchas manos.

En cuanto al consumo de energía eléctrica, Eivissa se sitúa en la cabeza, con 3,95 mWh per cápita; le siguen Lanzarote, con 3,93 mWh per cápita; Fuerteventura, con 3,77 mWh per cápita y Menorca, con 3,53 mWh per cápita. Un consumo que podría haber aumentado en 2021 (cuyos datos no tenemos en este informe), ya que la actividad económica fue mayor. Respecto a las energías renovables, la implantación en las cuatro islas es escasa. De todas ellas sobresale Lanzarote, que en 2020 experimentó un aumento de cerca del 30% respecto al año anterior, principalmente por los parques eólicos, una evolución que en Fuerteventura tuvo lugar en 2018. En Menorca, en cambio, la producción de energía renovable está estancada y en Eivissa es prácticamente nula. Pese a las mejoras en Lanzarote y Fuerteventura, las dos islas también son muy dependientes de sus centrales térmicas y de los combustibles fósiles.

Reducción histórica de las emisiones de CO2 a la atmósfera

Los confinamientos y las restricciones a la movilidad tuvieron como consecuencia una caída histórica de las emisiones de CO2 a la atmósfera (tanto de gases licuados y combustibles líquidos usados en los desplazamientos como las debidas a la generación de energía eléctrica). En el caso de Eivissa, el informe no dispone de datos exactos en el año 2020, aunque fue de 4,9 toneladas de CO2 per cápita en 2017, si tomamos como referencia la población flotante (residentes, temporeros y visitantes), cifra similar a la de Menorca, que fue de 5,1 toneladas per cápita el mismo año. La bajada más importante tuvo lugar en Fuerteventura, que pasó de 6,2 toneladas de CO2 de media por persona en 2019 a 4,3 toneladas en 2020 (tomando de nuevo como referencia la población total, que se estableció en 132.622 personas, como se puede ver en el gráfico); en Lanzarote, se pasó de 5,5 toneladas a 4,2 toneladas (por persona) durante el mismo periodo (no se vio el mismo registro en la isla desde 1997), mientras que en Menorca la reducción fue de 5,2 toneladas a 4,1 por persona.



Del mismo modo que ocurrió con el consumo de energía y las emisiones de CO2 a la atmósfera, la cantidad de residuos sólidos descendió significativamente en todas las islas en el primer año de la pandemia, aunque fue mayor en Eivissa y Menorca (sobre todo, el vidrio, tal vez, por la menor actividad en el sector de la hostelería). Respecto al reciclaje, el informe destaca que las islas continúan lejos de cumplir con los objetivos europeos, que establecen que para el 2035 hay que llegar a reciclar el 65% de los residuos generados. Menorca es la isla que mejor recicla, un 20,3% en 2020 respecto al 19,7% de 2019 (vidrio, envases y papel/cartón); la siguiente es Eivissa, que, sin embargo, ha empeorado, pasando del 17,1% en 2019 al 15,3% en 2020; Lanzarote ha empeorado ligeramente, pasando del 10,4% de 2019 al 9,3% de 2020, mientras que de Fuerteventura no hay datos en el periodo 2019-2020. En 2017 y 2018, el porcentaje se mantuvo en el 7,7%, siendo la isla que peor recicla de las cuatro.

Como queda reflejado en el informe, pese a que las cuatro islas presentan características comunes, hay algunas diferencias entre ellas. La más evidente, probablemente, el marcado carácter estacional del turismo en Balears. “La presión humana difiere durante el año por la marcada estacionalidad de Eivissa y Menorca. En Canarias el turismo es más homogéneo durante todo el año, no tienen los picos que hacen que el territorio sufra durante ciertos meses del año”, explicó Itziar Arratibel, coordinadora técnica del Observatorio de Sostenibilidad de Eivissa, en un desayuno informativo con periodistas. Inma Saranova, directora ejecutiva de IbizaPreservation, cree que en el actual contexto de crisis climática, energética y de recursos (combustibles fósiles pero también materiales críticos para la fabricación de, por ejemplo, energías renovables) decrecer es inevitable. “El decrecimiento va a llegar”, advirtió.

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