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Supresión de la Reina de Quito abre el debate sobre papel de la mujer en Ecuador

Supresión de la Reina de Quito abre el debate sobre papel de la mujer en Ecuador

EFE

Quito —

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La decisión del Municipio de la capital de Ecuador de suprimir la elección de la Reina de Quito, tradición que abría las fiestas por la fundación de la ciudad en diciembre, ha abierto un debate en torno al papel de la mujer en la sociedad.

Certamen de belleza que cosifica a la mujer para unos, una tradición que permite a las elegidas desarrollar durante un año un rol social preponderante para otros, o simplemente un negocio, la elección de la reina quiteña iba a cumplir su 60 aniversario pero ya no lo hará por disposición del nuevo alcalde, Jorge Yunda.

Y es que el Consistorio anunció la suspensión del evento este año para “revalorizar a la mujer desde otros espacios”, en línea con una política que busca empoderarla en una sociedad como la ecuatoriana, de marcado carácter conservador y tradicionalista, a fin de reconocer “sus capacidades y contribuciones en diversos campos”.

En un comunicado justificó que la medida persigue “proyectar a Quito como una ciudad de igualdad, que reconozca los distintos tipos de belleza, sin promover parámetros discriminatorios”, y censura que los concursos de belleza “reproducen roles de género que construyen imaginarios y estereotipos sociales”.

La elección de la Reina de Quito era uno de los eventos más emblemáticos de la capital ecuatoriana, y suponía el pistoletazo de salida de las fiestas, al tiempo que un reconocimiento para las vencedoras que dedicaban el año a actividades sociales.

“Yo voy a seguir trabajando como reina de Quito hasta el último día, estoy aquí para ayudar a quien lo necesita”, manifestó a un medio local Daniela Almeida, la última ganadora del concurso y que hoy lucía su banda distintiva en la sede de la Fundación Reina de Quito.

La directora ejecutiva de la Fundación, Sofía Arteta, electa reina hace 25 años, subrayó a Efe el papel social que viene desarrollando desde hace 34 años la entidad, que cuenta con gran respaldo de la empresa privada y se autofinancia en un 75% gracias a eventos y otras actividades.

Uno de los principales proyectos es el centro terapéutico “Aprendiendo a Vivir” en el que atienden a 120 niños con síndrome de Down desde su nacimiento hasta su inclusión educativa.

Ante un incierto futuro, Arteta prefiere no adelantar acontecimientos pero no descarta la posibilidad de que la Fundación pueda hacerse cargo de la elección.

Sugiere que la decisión de la Alcaldía puede estar relacionada con la falta de presupuesto y defiende que hasta hace cuatro años el Patronato San José, que organizaba el certamen, no tenía gastos como consecuencia del mismo.

“La reina de Quito no hace daño a nadie, no perjudica a la minoría, perjudica a la obra social que hacemos”, aseguró y sostuvo que el concurso “ha tenido un historial justamente de no (premiar) a una mujer con esos estereotipos” esgrimidos por el Municipio.

Al debate se ha sumado la voz autorizada de Ana Carolina Carvajal, coronada en 2017, que ha sorprendido con un hilo en Twitter a propios y extraños al afirmar: “Basándome en mi experiencia como reina de Quito, caí en cuenta de la imposición de estándares de belleza inalcanzables para poder ser una representante digna”.

La inusual exsoberana añade más leña al fuego cuando en otro trino refiere que “ese título es abusado muchas veces por quien lo usa, otras, por empresas para pretender tener una supuesta responsabilidad social empresarial, por fundaciones ”sin fines de lucro“ cuyos honorarios son más altos que la ayuda que en realidad otorgan y también por ciertos políticos”.

Para Ana Vera, directora ejecutiva de la fundación feminista local Surkuna, el Municipio tomó una “decisión importante en materia de políticas de género, para promover otras formas en que las mujeres seamos consideradas y para luchar contra los prejuicios”.

En ese sentido Vera opina que la elección de reinas son caldo de cultivo de la estereotipación y mostrar “que un solo tipo de belleza femenina es la que es admisible y la que es admirable”.

Con todo, cree que la medida es insuficiente porque el “tomar una política a favor de los derechos humanos de las mujeres, no significa dejar de hacer determinados actos que las cosifican” sino adoptar una visión más amplia.

Entre los puntos que rescatan las activistas de la igualdad femenina está el hecho de que este tipo de certámenes no deberían financiarse con fondos públicos, que deberían canalizarse hacia políticas de género que “de verdad beneficien a las mujeres”.

La presidenta de la Federación Ecuatoriana de Organizaciones LGTBI, Diane Rodríguez, acogió con beneplácito la decisión de Quito, en momentos en los que el colectivo denuncia tintes transfóbicos en el certamen de la Reina de Cuenca, entre cuyos requisitos de elección figura que la candidata “haya nacido mujer”.

La decisión de este jueves se suma a la que tomara el alcalde recientemente para cancelar las corridas de toros en la capital, que se celebraban a la usanza portuguesa (sin tercio de espadas) y también durante las fiestas de fundación.

Y es que la llegada del nuevo alcalde de la ciudad, en mayo pasado, ha dado una nueva visión de corte más progresista a la capital ecuatoriana.

Daniela Brik

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