Caída de las encuestas, mínimos de popularidad y crisis de Gobierno: las horas más bajas de Emmanuel Macron
Quiere representar la nueva política al margen de los partidos. Aunque militó en el PSF y fue ministro de François Hollande. Quiere presentarse como alguien de fuera del tablero, aunque ha trabajado en la banca Rotschild. Quiere encabezar el movimiento centrista europeo frente “a los viejos partidos y los populismos” de la mano de Albert Rivera, Guy Verhofstadt y Matteo Renzi, entre otros, pero está viviendo sus peores momentos en Francia desde que llegó a la presidencia de la república.
Emmanuel Macron (Amiens, 1977) conquistó el Elíseo sin partido político ni estructura regional ni orgánica: acababa de crear La Republique En Marche con retales llegados de la derecha y de la izquierda, pero a la imagen y semejanza de los líderes populistas clásicos no necesitó más que su imagen y su discurso para conectar con una ciudadanía que lo hizo presidente con 40 años.
Pero, desde entonces –mayo de 2017–, la situación ha cambiado para Macron.
El presidente francés acometió el martes pasado la mayor remodelación de su Gobierno con el cambio cuatro ministros, tras la dimisión en Interior de una de las personas que había sido más próxima al presidente: Gérard Collomb. Una remodelación que llega después de la dimisión en septiembre en directo en la radio de su ministro de Ecología, el mediático Nicolas Hulot, desalentado por los obstáculos para poner en práctica sus objetivos medioambientales.
A Collomb lo ha sustituido Christophe Castaner, hasta ahora al frente de Relaciones con el Parlamento. Castaner, antiguo socialista, sustituye a uno de los principales apoyos de Macron desde que en 2016 se lanzó a la carrera presidencial, pero que con su dimisión el pasado día 2 generó la mayor crisis en el Gobierno.
El centrista Marc Fesneau ocupará el puesto de responsable de las Relaciones con el Parlamento en lugar de Castaner, de 52 años, quien tendrá un nuevo secretario de Estado, Laurent Nunez, que hasta ahora era el responsable de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI, los servicios secretos).
Franck Riester, diputado elegido en 2017 en las listas del partido conservador Los Republicanos, se ha convertido en el nuevo ministro de Cultura en sustitución de Françoise Nyssen, cuya salida se daba por hecha. En Agricultura, el nuevo ministro es otro antiguo socialista, el senador Didier Guillaume, que reemplaza a Stéphane Travert.
Jacqueline Gourault, hasta ahora ministra delegada del Interior, se convierte en ministra de Ordenación del Territorio, un cargo que ocupaba Jacques Mézard. Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación Nacional, asumirá ahora también las competencias de Juventud.
El presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, una de las voces que más escucha Macron, explicaba en una reciente entrevista en Le Journal Du Dimanche, reconocía que el Gobierno requiere “un nuevo impulso”, aquejado de una “gran verticalidad” en el ejercicio del poder, por lo que reclamaba “apoyarse más en todas las fuerzas de progreso y de transformación” y someterse a una “moción de confianza”. En la misma línea, el primer ministro, Édouard Philippe, también ha reconocido en las últimas semanas que se había perdido terreno.
La crisis de Gobierno ha llegado en un momento en el que la popularidad de Macron se halla en su nivel más bajo desde que ganó las elecciones en 2017 y tras una serie de escándalos, como el de su exjefe de seguridad Alexandre Benalla –investigado por actos violentos– o sus desavenencias con Collomb –que acabaron con el cese de éste–, que han mermado su imagen pública.
Y en esa huida hacia adelante, Macron ha anunciado que retomará a partir de enero su controvertida reforma constitucional suspendida el pasado verano por el caso Benalla, en particular la despolitización del nombramiento de los miembros de la Fiscalía, así como acabar con el tribunal especial para miembros del Gobierno, inscribir la especificidad de Córcega en la Constitución o la defensa del medio ambiente entre los principios fundamentales de la República.
Esta amplia modificación tiene previsto además reducir el número de parlamentarios –algo que ha generado tensiones en las dos Cámaras–, limitar sus mandatos e introducir parte de diputados por porcentaje de voto nacional y no por circunscripciones, para evitar la pérdida de poder de los partidos que tienen menos concentrado el electorado.
Los cambios deberán ser adoptados de forma definitiva en 2019, bien por una mayoría cualificada de diputados y senadores, de tres quintas partes, la opción preferida por Macron, bien por referéndum.
Registro de la Francia Insumisa
En los últimos días, Macron ha sido acusado de usar los resortes del Estado en su beneficio por el registro de varias sedes de La Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchon, así como domicilios de algunos de sus dirigentes, incluido el de Mélenchon, fueron registrados en el marco de dos investigaciones lanzadas por la Fiscalía de París sobre las finanzas de la formación.
El primero de esos asuntos se centra en una denuncia de que La Francia Insumisa empleó supuestamente como asistentes de sus diputados en el Parlamento Europeo a personas que en realidad trabajaban para el partido. Se trata en este caso de determinar si hubo malversación de los fondos europeos para misiones distintas a las que justificaban su asignación.
La segunda investigación tiene que ver con las cuentas de campaña de Mélenchon en las elecciones presidenciales de 2017, después de que el presidente del órgano de supervisión señalase posibles irregularidades.
El líder del movimiento izquierdista ha denunciado la operación señalando que está dirigida por el Gobierno y por el presidente, Emmanuel Macron, y asegurando que el objetivo es “intimidar” y “criminalizar” su acción política. Mélenchon contó que ocho investigadores se presentaron en su casa a primera hora de la mañana y le cortaron el teléfono mientras procedían al registro.
“No estamos en un Estado democrático normal”, se indignó Mélenchon, que cargó en particular contra la ministra de Justicia, Nicole Belloubet.
Merchandising
Pero no se trata solo de cambiar ministros y constituciones. Macron expande ahora su protagonismo como imagen de una tienda de productos de marketing con la que el Palacio del Elíseo quiere costear su renovación. La boutique vende hasta tazas con la cara del presidente.
Pero también carteles, camisetas o lapiceros, todo tricolor –rojo, blanco y azul– como la bandera francesa y de la mano de las marcas que fabrican los productos, reconocidas como tales por el Elíseo –todas francesas–: BIC, Duralex, Le Slip Français o Pierre Hermé.
No todos los productos tienen la cara de Macron, pero hay algunos –camisetas– que incluso lucen algunas de sus expresiones más sonadas, como “croquignolesque” (irrisorio) o “poudre de perlimpinpin”, que utilizó para referirse a algo supuestamente milagroso pero ineficaz.
Junto a ellos, otra imagen icónica de su mandato estampada en una camiseta: su ya célebre muestra de euforia durante el Mundial de Rusia –cuando abandonó su asiento en la tribuna y alzó el puño exultante tras un gol a Croacia–.
Macron se quiere convertir en el mejor embajador de la tienda, que por ahora es sólo virtual. El reloj con los colores de la bandera nacional que ha exhibido en recientes comparecencias públicas está igualmente a la venta en la web, por 169 euros.
Caída en las encuestas
De acuerdo con los sondeos publicados en el último mes, La República en Marcha (LREM) de Macron y la Reagrupación Nacional (RN), de la líder de la extrema derecha Marine Le Pen, están prácticamente igualados en intención de voto para las elecciones europeas de mayo 2019.
LREM se sitúa todavía ligeramente como primer partido de Francia, con el 21,5%, seguido pero seguido muy de cerca por la RN, con un 21%, en una encuesta de Odoxa Dentsu publicada el 14 de septiembre por France Info y Le Figaro.
Para la formación de Macron, eso supone un descenso respecto a los sondeos realizados antes del verano, que le daban entre el 23% y el 26%, fruto del descalabro de la popularidad del jefe del Estado en las últimas semanas. El 21,5 % le coloca ocho puntos por debajo del resultado que obtuvo LREM en las legislativas de junio de 2017.
Por el contrario, para el partido ultraderechista el verano ha sido favorable, ya que en junio decían estar dispuestos a votarle entre el 17% y el 18% de los encuestados.
En tercera posición se sitúan Los Republicanos con un 14%, es decir casi la mitad del 27% que obtuvo el gran partido de la derecha en los anteriores comicios al Parlamento Europeo, en 2014.
La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon repite en cuarta posición como en las presidenciales de 2017, con un 12,5 % de intención de voto, lo que significa que no se beneficia de forma significativa de la impopularidad de Macron.
Según el instituto demoscópico Ifop-Fiducial, en una encuesta publicada recientemente por Paris Match y Sud Radio, el porcentaje de satisfechos con Macron ha bajado diez puntos este verano y está en los niveles más bajos desde que llegó a la presidencia.
El 31% de septiembre –repuntado ligeramente en octubre– es el mínimo desde que en mayo de 2017 ganó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a la líder ultraderechista Marine Le Pen y además está por debajo del 32 % que tenía Hollande cuando llevaba el mismo tiempo de su mandato, en septiembre de 2013.
Macron está viviendo sus horas más bajas en El Elíseo, a pesar de las postales, camisetas y tazas con su cara. Hundido en los sondeos, con remodelaciones de Gobierno y escándalos en la administración se enfrenta a los desafíos de reformar la Constitución francesa y encabezar un nuevo movimiento europeo pescando del centroizquierda y el centroderecha.