En carpas, sin material escolar y bajo la lluvia: volver a las aulas tras dos años de genocidio en Gaza
Después de dos años perdidos debido a la brutal guerra de Israel, los estudiantes de Gaza han vuelto a las aulas, en medio de la devastación y de un frágil alto el fuego desde el pasado 10 de octubre. La Franja está actualmente dividida en dos, y la población, hacinada y desplazada en la mitad occidental del territorio palestino donde las escuelas, los hospitales y otros servicios han vuelto a funcionar con los pocos medios de los que disponen.
“Siento que me he perdido muchas cosas, como si dos años de mi vida hubieran desaparecido”, lamenta Fayez Abdeljawad, de 16 años. El estudiante de bachillerato representa a una generación de jóvenes cuya formación se vio interrumpida cuando Israel lanzó su ofensiva de castigo contra Gaza en octubre de 2023, tras los ataques de Hamás contra el sur del país.
Fayez relata a elDiario.es que no ha recibido un certificado, sino que ha pasado directamente de curso y ahora acude a un centro temporal afiliado al Ministerio de Educación gazatí para continuar sus estudios. “Estudio en el centro, pero no me siento bien. Me siento perdido, no es como ir al instituto y hay muchas cosas que no consigo comprender”. Es difícil estudiar en estas circunstancias. “Estoy bajo mucha presión y no consigo concentrarme”, agrega.
Me gustaría ser como cualquier otro chico que estudia normalmente. Pero en Gaza, más que estudiando, hemos estado huyendo de la muerte
La guerra no ha causado solo un parón de dos años en la educación. También ha tenido un gran impacto emocional en los más jóvenes. Incluso a día de hoy, con un alto el fuego en vigor, la violencia y la incertidumbre continúan en la Franja, donde casi 400 palestinos han sido asesinados desde el 10 de octubre. “Me gustaría ser como cualquier otro chico que estudia normalmente. Pero en Gaza, más que estudiando, hemos estado huyendo de la muerte”, dice Fayez. Para él, lo mejor de volver a estudiar es poder ver a sus amigos, al menos un rato cada día.
“Resiliencia y esperanza”
Mariam Said, de 17 años, acaba de terminar sus estudios, algo que hizo durante la guerra, con muchas dificultades por el desplazamiento y el hambre que ha afectado a la gran mayoría de los más de dos millones de gazatíes. “Perder mi casa y estar desplazada en una zona fronteriza hizo que estudiar fuera muy complicado. Estudiaba online yo sola, a veces con una luz tenue, otras veces con cortes de luz y de internet; también con la falta de comida que dificultaba mucho la concentración”, explica a elDiario.es.
“Pasé por momentos en los que sentí que estaba perdiendo la motivación. Pero mis padres siempre me apoyaron y volví a estudiar con la esperanza de lograr mis sueños académicos, a pesar de las circunstancias”, afirma la adolescente, quien desea seguir estudiando “en un entorno seguro”, fuera de la Franja, de la que aún no pueden salir los palestinos porque Israel mantiene cerradas todas las fronteras. Mariam asegura que para ella “la educación no es solo conocimiento sino resiliencia y esperanza, una herramienta para hacer frente a las dificultades”.
Los sueños y el futuro de muchos estudiantes como Mariam y Fayez penden de un hilo, a la espera de cómo se desarrollarán los acontecimientos en Gaza con base en el plan del presidente Donald Trump y la voluntad de Israel, que está retrasando el paso a la segunda fase del alto el fuego. A pesar de esa incertidumbre y de que muchos colegios están destruidos, el sistema educativo gazatí ha vuelto a ponerse en marcha con escasos recursos para que los alumnos no pierdan otro año más.
Educación formal e informal
El director general de supervisión del Ministerio de Educación en Gaza, Hatem Shahadeh, explica que el sistema educativo está gestionado por el ministerio, que colabora con la sociedad civil debido a la falta de medios, y por las agencias de la ONU, encabezadas por la Agencia para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que antes del genocidio ofrecía educación en 188 centros en toda la Franja a casi 300.000 alumnos de primaria y contaba con casi 10.000 profesores. Actualmente, la UNRWA y otras agencias de Naciones Unidas dan clases a más de 226.400 alumnos en unos 450 centros de enseñanza temporales.
“Los estudiantes están divididos en dos grupos: los que reciben clases online a través del Ministerio de Educación y los que acuden a centros de enseñanza aprobados por el ministerio. Algunos de los centros están gestionados directamente por Educación, con sus empleados, y otros por organizaciones de la sociedad civil. Aparte, están los estudiantes que reciben educación de la UNRWA”, detalla Shahadeh a elDiario.es.
El director general de supervisión educativa señala que las primeras iniciativas para reanudar la educación fueron lanzadas individualmente por maestros para los niños desplazados, luego distintas ONG los apoyaron y, por último, el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) y el ministerio están promoviendo estos puntos de enseñanza informales que han ido surgiendo en toda la Franja. Shahadeh destaca que es importante la coordinación con el Ministerio de Educación para que estos centros sean acreditados y supervisados y para que los estudiantes vean sus estudios reconocidos de forma oficial más adelante.
Por su parte, Jamal Abu Kashef, doctor en Educación y Psicología, explica a elDiario.es que la necesidad de reanudar la educación se plasmó ya antes del cese el fuego en iniciativas comunitarias. Docentes y otras personas preocupadas por la educación de los más pequeños se coordinaron y empezaron a ofrecer clases en refugios, tiendas de campaña y escuelas abandonadas para enseñar conceptos básicos a los niños y, sobre todo, para ayudarles a distraerse de la guerra. Esas iniciativas fueron creciendo y se han llegado a impartir matemáticas, ciencias, idiomas y otras materias, de forma informal, en las carpas de los campos de desplazados.
Abu Kashef destaca que el objetivo no era solo el aprendizaje académico, sino también que los niños mantuvieran unas rutinas sociales y mentales, evitando que perdieran la habilidad de leer, escribir o hacer cálculos matemáticos y facilitando su posterior reincorporación a la educación formal. “Intentamos compensar un poco las lagunas académicas, pero el verdadero objetivo es evitar un deterioro [psicológico]. Tener una rutina de estudio es una terapia en sí misma”, afirma.
Una tienda de campaña es un refugio por la mañana y un aula por la tarde. Los recursos son muy escasos y el personal está agotado
La coordinación con las familias ha sido fundamental en este marco de enseñanza informal, con reuniones semanales con los padres y comités locales para gestionar las carpas donde se imparten las clases.
Sin embargo, destaca que los retos son muchos. “Una tienda de campaña es un refugio por la mañana y un aula por la tarde. Los recursos son muy escasos y el personal está agotado”, lamenta. Los maestros necesitan formación para gestionar las clases informales y ofrecer apoyo psicológico a los alumnos. “El mayor reto es ofrecer educación en una situación de emergencia, sin tener las herramientas de emergencia”, agrega Abu Kashef.
La amenaza del temporal
A todos los retos, ahora se suma el mal tiempo que ha causado inundaciones en Gaza y ha dejado inutilizables muchas carpas y hecho colapsar edificios que ya estaban muy dañados por los ataques israelíes. Según la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA), miles de alumnos se han quedado sin clases en los centros de enseñanza temporales de Naciones Unidas a causa del temporal que ha azotado la Franja desde la semana pasada.
Abu Kashef advierte de que el mal tiempo ha empeorado una situación que ya era crítica y que puede poner en riesgo el año académico, ya que ha interrumpido las clases presenciales y ha afectado prácticamente a todos los alumnos. El temporal de lluvia y viento “es un factor adicional que profundiza la crisis de la educación en Gaza y evidencia la necesidad urgente de buscar soluciones que garanticen, al menos, el derecho básico de los estudiantes a una educación continuada y segura”, afirma.
A pesar de todo, el experto en Educación y Psicología cree que en Gaza existe una oportunidad para crear un sistema educativo más flexible que el que existía antes del genocidio. “Debemos integrar estos modelos informales en las políticas del ministerio. No podemos volver al mismo sistema de enseñanza frágil que colapsó con el primer bombardeo”, concluye.
La UNRWA retoma su actividad
La UNRWA había sido el principal proveedor de educación primaria en Gaza antes del brutal asalto israelí de octubre de 2023, con casi 200 escuelas en toda la Franja que funcionaban con dos y hasta tres turnos diarios. En los pasados dos años, la mayoría de sus centros han sido dañados en parte o destruidos completamente por los ataques israelíes y el 95% de los edificios que funcionaban como escuelas han servido de refugio para los desplazados, según datos de la agencia.
Además, la UNRWA ha sido blanco de una campaña de desprestigio por parte de Israel, que ha prohibido sus actividades en el país y su coordinación con las autoridades hebreas, lo cual hace muy difícil sus operaciones en los territorios palestinos, incluida Gaza.
Imparto cuatro clase, tres días a la semana, en medio de grandes dificultades psicológicas para los alumnos y también para nosotros, los maestros; así como de los temores de los padres por sus hijos y de la escasez de material educativo
Nabil Radwan es uno de los más de 7.000 maestros que trabajan para la UNRWA y lanzó una iniciativa cuando la guerra entró en su segundo año para llenar el vacío dejado por la suspensión de una parte de los servicios de la agencia: creó grupos de WhatsApp con los alumnos para organizar clases online, a pesar de que muchos de ellos no tenían teléfonos móviles o tenían que lidiar con cortes de electricidad y de la conexión a internet. Posteriormente, empezó a organizar clases presenciales en algunas escuelas que seguían en pie en Nuseirat, Deir al Balah y Maghazi, en el centro de la Franja.
Actualmente, Radwan ha vuelto a impartir clases, aunque lamenta que hay muchas necesidades que no pueden ser cubiertas. “Mi mayor alegría es ver que los niños vuelven a las clases, incluso en estas difíciles circunstancias”, afirma. “Imparto cuatro clases, tres días a la semana, en medio de grandes dificultades psicológicas para los alumnos y también para nosotros, los maestros; así como de los temores de los padres por sus hijos y de la escasez de material educativo, desde cuadernos y libros, hasta pupitres”, explica Radwan a este medio.
Los niños que, por ejemplo, han perdido a miembros de su familia necesitan apoyo psicológico de profesionales, agrega. El maestro considera que el primer paso debe ser reconstruir las escuelas, pero también ofrecer apoyo psicológico a los estudiantes. “No trabajamos solo como maestros, sino también como especialistas en educación y psicología porque los alumnos están en nuestras manos”, dice.
Los niños de Gaza han sido privados ya de su tercer curso escolar en una situación horrible. Hay un riesgo real de que sean una generación perdida
Actualmente, unos 63.000 niños y niñas acuden a centros de enseñanza temporales de la UNRWA, destinados especialmente a los más pequeños que no pueden estudiar solos o los que están empezando la educación básica. En esos centros se les enseña a leer, escribir y hacer cálculos matemáticos, pero también reciben apoyo psicosocial y realizan actividades. Jonathan Fowler, jefe de comunicaciones de la UNRWA, explica a elDiario.es que la agencia intenta aumentar sus servicios y el número de centros temporales, al igual que otras organizaciones y agencias de la ONU.
“La educación es una parte esencial de la vida de los niños en todo el mundo. Los niños de Gaza han sido privados ya de su tercer curso escolar en una situación horrible. Hay un riesgo real de que sean una generación perdida”, alerta Fowler, agregando que es necesario hacer mucho más para ofrecerles educación a los alrededor de 600.000 escolares que hay en la Franja. “Eso incluye poder introducir [en Gaza] suministros para la educación, que siguen estando restringidos por parte de las autoridades israelíes, como bolígrafos y papel”.
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