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Análisis

Crisis de los embajadores: Erdogan desafía a sus aliados de Occidente

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.

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Este sábado Erdogan anunció su intención de declarar persona non grata y expulsar a los embajadores en Turquía de Estados Unidos, Francia, Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Noruega, Canadá y Nueva Zelanda. “O entienden a Turquía o deberían irse”, declaró el presidente. Siete de ellos son aliados de la OTAN, de la que Turquía es un importante miembro por su poderío militar y su situación geoestratégica.

Los países afectados mantuvieron un perfil bajo hasta este lunes por la tarde, cuando todos publicaron en redes sociales el mismo mensaje, en el que afirmaban con calculada amibgüedad “mantener el cumplimiento del Artículo 41 del Convenio de Viena sobre Relaciones Diplomáticas”, encargado de regular la no injerencia en asuntos internos. La mayoría se limitó a retuitear el texto publicado por EEUU, pero otros publicaron su propio tuit con una redacción idéntica a la del socio norteamericano. 

Todo estalló por un comunicado conjunto de las 10 embajadas en el que pedían la liberación de Osman Kavala. Kavala lleva cuatro años detenido sin ser condenado y a pesar de una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 2019 que exige su liberación. Primero fue acusado por intentar “derrocar el orden constitucional” durante las protestas del parque Gezi en 2013, pero fue absuelto en febrero de 2020. Sin embargo, tan solo unas horas después de aquella decisión judicial, volvió a ser detenido. Esta vez por una supuesta participación en el golpe de Estado de 2016.

Para Erdogan, el órdago funcionó y el presidente retiró su amenaza. “Con una nueva declaración de las mismas embajadas, se ha dado un paso atrás en esta calumnia contra nuestro país y nuestra nación. Creo que estos embajadores tendrán más cuidado en sus declaraciones sobre los derechos soberanos de Turquía”. “Los que han moldeado nuestro país a su antojo en el pasado entraron en pánico cuando Turquía adoptó su propia postura”, añadió Erdogan.

Sin embargo, en opinión del experto Soner Cagaptay, director del programa de Turquía en el Washington Institute for Near East Policy y autor del libro sobre Erdogan 'A sultan in autumn', ha sido el presidente turco quien esta vez ha tenido que dar marcha atrás. “Es el primer incidente desde 2016 en el que Erdogan da un paso atrás. Desde el intento de golpe de Estado, Erdogan ha sido bastante despectivo hacia EEUU y desde la crisis de refugiados de 2015 ha mantenido una política de confrontación con la mayoría de países europeos”, dice.

“Esta retirada es algo inusual y creo que se basa en un reconocimiento de que si declaraba a estos embajadores como persona non grata, ello tendría un grave impacto en la economía turca, en la política de defensa y en el ambiente de inversión”, sostiene el experto. “Entre esos 10 países están la mitad de los principales socios comerciales de Turquía. Países Bajos es la principal fuente de inversión extranjera directa, Alemania es el mayor mercado de exportación de Turquía y EEUU es el principal aliado en defensa”.

Aproximación a Rusia

Con victoria o no para Erdogan, ambas partes han apagado un fuego cuyas ascuas siguen vivas. Se trata del último episodio de tensión en una larga serie de encontronazos que dificulta cada vez más la relación entre supuestos aliados. Paralelamente, Erdogan ha virado hacia Rusia, aunque ambos países son “competidores históricos”, según Cagaptay.

A finales de septiembre, Erdogan también anunció que Turquía tiene la intención de comprar más misiles rusos S-400 y de ampliar la cooperación en defensa con Moscú en términos de aviones de combate y submarinos. La primera compra de los S-400 en 2019 ya desencadenó una grave crisis con EEUU y Turquía se convirtió en el primer y único país de la OTAN en utilizar este armamento ruso. “Los S-400 es el principal elemento de división entre Turquía y EEUU ahora mismo”, dice el analista.

“Turquía y Rusia siguen siendo competidores en el Mediterráneo Oriental, el Mar Negro y no están de acuerdo en muchos asuntos, como la anexión de Crimea y la agresión en Ucrania. Sin embargo, Erdogan y Putin tienen un vínculo que se remonta al golpe de Estado”, dice Cagaptay. “Tras el golpe de 2016, mientras los aliados occidentales de Turquía se sentaban de brazos cruzados, Putin le tendió una mano a Erdogan y vio una oportunidad estratégica”.

“El primer viaje de Erdogan tras el golpe no fue a Washington, principal aliado de Turquía, ni a Bruselas para una cumbre de la OTAN en apoyo al presidente, sino que fue a Rusia tan solo dos semanas después”, recuerda. “Ese apretón de manos significa que Turquía ha podido entrar en Siria para luchar contra el YPG kurdo. Es una gran estrategia de diplomacia pública para Putin porque EEUU lucha con el YPG, que a su vez deriva del PKK, un grupo designado como terrorista por miembros de la OTAN, incluido EEUU”. “Pero algo más importante es que Putin se ha establecido a nivel mundial como el protector de líderes amenazados”.

Los S-400 es un sistema de misiles antiáreo con un rango de 400 kilómetros y puede alcanzar objetivos hasta 27 kilómetros de altura. Como respuesta a esa compra, EEUU ha prohibido a Turquía la adquisición de los cazas F-35, en cuya fabricación también iba a participar, porque teme que Rusia pueda obtener información sensible al respecto. “Yo diría que Putin ofreció a Erdogan los misiles en aquella visita de 2016, pero sus concesiones no son gratis. Putin permitió a Erdogan libertad de movimiento en Siria, pero el precio era comprar los S-400, lo que ha creado una fisura permanente en los vínculos defensivos entre EEUU y Turquía”, sostiene Cagaptay. “Putin ha conseguido poner al segundo ejército más grande de la OTAN, Turquía, contra el primero, EEUU, y tiene a Ankara en la situación que quiere: como un miembro irritado de la alianza atlántica”.

“Para Turquía, la OTAN es muy valiosa. Si permanece en la OTAN, tiene poder militar frente a Putin, no queda completamente expuesto y tiene aliados. Si saliese, Turquía tendría que quedar bajo la influencia regional y poder militar de Rusia, como Kazajistán”, dice. “Por eso Erdogan ve a la OTAN como una tienda en la que comprar seguridad. Al ser una tienda, no tiene que comprar todo o estar de acuerdo con todo”.

Dentro del ejército de Turquía también se están dando grandes cambios a raíz de la inmensa purga de militares tras la intentona golpista. Muchos de esos militares expulsados dicen no tener nada que ver con el Movimiento Gülen, al que Erdogan acusa de orquestar el golpe, y afirman que los militares más cercanos a Occidente están siendo sustituidos por otros con visiones más cercanas a Rusia. “El 15 de julio es el comienzo del proceso de liquidación de los soldados prooccidentales”, señala Ersin Demircan, militar que formó parte del Departamento de Investigación de Personal (ATİİİ ŞB) de la Marina hasta ser expulsado.

En un telegrama diplomático secreto revelado por Wikileaks, el embajador estadounidense ya identificó en 2003 una división en el ejército de Turquía que generaría futuros problemas a EEUU. El cable identifica tres grupos diferentes y enfrentados: “atlantistas”, “nacionalistas” y “eurasianistas”.

“Primero, los 'atlantistas' aceptan que el interés estratégico de Turquía está en mantener vínculos fuertes con EEUU y la OTAN. Segundo, los 'nacionalistas' se sienten molestos por la necesidad de mantener vínculos con EEUU, se oponen a la adhesión a la UE, prefieren no confiar en nadie e insisten en el mantenimiento inflexible del Estado kemalista. Tercero, los 'eurasianistas' buscan una alternativa a EEUU y consideran relaciones más cercanas con Rusia”. “Parte de la fuerza motivadora es el 'Síndrome de Rapallo', la sensación de que Turquía y Rusia están solas, igualmente víctimas de maltrato y de la falta de respeto por parte de un Occidente arrogante”, explica el cable.

Lejos queda la Turquía de los primeros años de Erdogan que inició un gran proyecto modernizador con la vista puesta en el ingreso a la UE. Entre 2001 y 2005 [el AKP ganó las elecciones en 2002] Turquía aprobó 34 reformas constitucionales y ocho paquetes de cambios legislativos, entre otros la autorización para usar el kurdo en las escuelas y medios de comunicación, reformas de la ley antiterrorista y el código penal para dificultar la ilegalización de partidos, la abolición de la pena de muerte, el reconocimiento de la igualdad de género y el levantamiento del estado de emergencia en el sureste del país, entre otras. Entre 2002 y 2007, Turquía mejoró considerablemente en los rankings de libertad de prensa y libertad política, entre otros. Según la claseificación elaborada por Freedom House, Turquía pasó de una puntuación general de 4,5 sobre 7 (siendo siete la peor puntuación) a 3. En libertad de prensa pasó de 58 a 49 sobre 100, siendo esta la peor nota.

Hoy, las negociaciones de acceso están bloqueadas y la UE denuncia la deriva autoritaria del presidente Erdogan, mientras Turquía acusa al bloque comunitario de no seguir un criterio justo. Cagaptay afirma en su libro 'The new sultan: Erdogan and the crisis of modern Turkey', que a la UE siempre le faltó voluntad política. La confrontación no ha roto, sin embargo, el polémico pacto migratorio de 2016 pese a las continuas acusaciones cruzadas de incumplimiento.

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