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ENTREVISTA
Ministro de Asuntos Exteriores

José Manuel Albares: “Los civiles tienen que quedar al margen de cualquier respuesta antiterrorista”

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en la Gran Vía madrileña, el 20 de octubre de 2023.

Andrés Gil

20 de octubre de 2023 22:38 h

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El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, llega a la redacción de elDiario.es al final de una semana en la que ha participado en el pleno del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, en un debate sobre el conflicto en Oriente Próximo entre palestinos e israelíes a consecuencia del ataque de Hamás del 7 de octubre –con 1.300 muertos y 200 secuestrados– y la posterior respuesta de Israel, con bombardeos incesantes sobre Gaza que ya han causado 4.000 muertes en una población sitiada, sin alimentos, agua ni electricidad.

Albares viene de estar en las instituciones europeas y se dirige a Egipto, donde este sábado se celebra una cumbre para abordar la actual crisis, en la que participará el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, además de otros dirigentes europeos y árabes, junto con el secretario general de la ONU, António Guterres.

¿Qué está haciendo la comunidad internacional para parar lo que está ocurriendo en Gaza?

En estos momentos nos estamos concertando todos, tanto a nivel de la Unión Europea, donde hemos conseguido una posición común, como con nuestros socios y amigos árabes.

Lo que buscamos a corto plazo son tres cosas. En primer lugar, la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes que se encuentran en Gaza, independientemente de su nacionalidad o religión. En segundo lugar, detener esta espiral de violencia. Y para ello lo primero es separar los objetivos terroristas de la población civil y sus necesidades. Porque Israel tiene derecho, como cualquier Estado, a repeler un ataque terrorista, pero tiene que poder entrar la ayuda humanitaria. La población civil de Gaza tiene que tener garantizados los suministros básicos como el agua, electricidad, alimentos, medicamentos...

En tercer lugar, vamos a intentar evitar la expansión geográfica de una espiral de violencia horrible que tenemos que detener, para que no se traslade a Cisjordania o Líbano, un país fragilizado, donde las dimensiones del desafío al que nos enfrentaríamos serían muchísimo mayores de lo que ya son, que son extraordinariamente preocupantes.

Si no hacemos algo, hay un riesgo grande de que la guerra se extienda regionalmente

Esta semana ha habido en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una resolución de Brasil que pedía el alto el fuego y corredores humanitarios, que es lo que está diciendo usted. Sin embargo, Estados Unidos lo vetó. ¿Es un problema el apoyo tan grande de Estados Unidos a Israel para resolver este conflicto?

Estados Unidos quiere la paz en Oriente Medio, exactamente igual que nosotros. La posición de España, que es en nombre de quien yo puedo hablar, es muy clara: la ayuda humanitaria debe de poder entrar en Gaza y llegar a la población civil. De hecho, no solamente la hemos mantenido y nos hemos opuesto a cualquier suspensión de ayuda de la UE, sino que muy rápidamente, en los primeros días después del ataque terrorista a Israel, anunciamos que la incrementábamos.

En estos momentos estamos hablando de más de 21 millones de euros para la población civil palestina y estamos ya trabajando para doblar esa cantidad de cara al año que viene.

La voz de España ha ayudado a conformar la opinión de la Unión Europea, liderándola, y la Comisión Europea ya anunció hace muy pocos días que triplicaba esa ayuda humanitaria.

Sin embargo, en las primeras horas sí que hubo cierta confusión en la Comisión Europea con el comisario húngaro hablando de que se acababa la ayuda. Luego la Comisión tardó bastantes horas en explicar que no se iba a terminar la ayuda humanitaria. Y al mismo tiempo Ursula von der Leyen ha viajado a Israel mostrando un apoyo muy cerrado al Gobierno de Netanyahu y sin un recuerdo a las víctimas civiles de Gaza.

En estos momentos, ante lo que es uno de los mayores desafíos de la humanidad en materia de paz, seguridad y estabilidad, España ha liderado claramente la posición de la UE y ha ayudado a conformar esa opinión a 27. Lo reconocen todos mis colegas del mundo árabe con los que he hablado y muchísimos de mis colegas europeos.

Estábamos ante un ataque terrorista ante el que Israel tenía derecho a defenderse. Y España ha sido definitiva para que quedara claro que cualquier acción para repeler el ataque tenía que ser dentro del derecho internacional humanitario, separando objetivos terroristas de población civil.

Y en el caso concreto de la ayuda, yo fui el ministro de Asuntos Exteriores que primero alzó la voz para decir que no debía de suspenderse, que no debíamos extender una sospecha absolutamente infundada, como se ha demostrado hoy en día, sobre que un solo céntimo de la ayuda europea o de la ayuda española haya ido en absoluto a la organización terrorista Hamás. Muy al contrario, había que incrementarlo.

Ustedes dicen que Israel tiene derecho a defenderse cumpliendo la legalidad internacional. ¿La está cumpliendo?

En estos momentos nosotros lo que deseamos es que se pare la espiral de violencia, que cesen los ataques terroristas contra Israel y que en su respuesta Israel cumpla el derecho internacional humanitario. Hace muy pocos días hemos visto un proyectil caer sobre un hospital causando centenares de víctimas civiles palestinas. Lo hemos condenado. No está esclarecido todavía y tendrán que ser las autoridades competentes las que esclarezcan quién está detrás de ello, pero en cualquier caso, los hospitales no pueden ser un objetivo. Los civiles tienen que quedar al margen de cualquier respuesta antiterrorista. Y esa bandera España, la va a enarbolar bien alto tanto tiempo como sea necesario.

Cuando Rusia bombardeó la maternidad de Mariupol, todo el mundo salió diciendo que era un crimen de guerra. También cuando ha bombardeado centrales eléctricas para que los civiles ucranianos en invierno no puedan calentarse. ¿Por qué ahora, cuando Israel deja sin agua, sin alimentos y también bombardea escuelas, la UE, España y el resto de la comunidad internacional no sale diciendo de la misma manera y con la misma contundencia que son crímenes de guerra?

Yo creo que España ha sido muy clara. Hemos sido muy claros en decir que los suministros básicos, el agua, la electricidad, los alimentos, las medicinas, tienen que llegar a la población civil de Gaza, que la ayuda humanitaria tiene que poder entrar en Gaza. De hecho, la hemos incrementado, y los hospitales no pueden ser objetivos militares. Hemos sido muy claros desde el minuto uno en condenar todo eso, y en cuanto a la autoría del ataque al hospital todavía hay una discrepancia, y hasta que no se pueda llegar allí, sobre el terreno, y analizar, no se podrá determinar.

Todos tenemos que ser muy cuidadosos en lo que decimos, en cómo lo decimos y en cuándo. Todos tenemos que contribuir a la desescalada dentro y fuera de nuestras sociedades. Es muy grave lo que está ocurriendo y lo que se necesita ahora es diálogo, tender puentes, no más crispación.

Lo que buscamos es una paz definitiva, no simplemente un alto el fuego, que se vería roto dentro de unos meses o años

El fiscal Ocampo en una entrevista con elDiario.es decía: “Matar, desplazar y hacer pasar hambre a civiles en Gaza es una respuesta criminal”. Y también decía que la Corte Penal Internacional tiene facultad para investigar el asesinato de civiles en Gaza como crimen contra la humanidad. ¿Cree usted como también dicen algunos miembros del gabinete [Ione Belarra lo pidió hace una semana], que España debe reclamar a la Corte Penal Internacional que abra un caso contra Netanyahu por crímenes de guerra?

Es al fiscal [Karim] Khan al que le corresponde determinar la competencia, y es el que tiene que decidir sobre los casos concretos. España se ha pronunciado. Yo me he pronunciado muy claramente. Somos contrarios al desplazamiento de la población civil. Por supuesto, somos contrarios a que no haya distinción entre población civil y objetivos antiterroristas. Somos contrarios a que se pueda privar de suministros básicos, agua, electricidad y alimentos. Somos contrarios a que la población civil no pueda acceder a la ayuda humanitaria. Lo hemos dicho desde el primer minuto, lo hemos llevado a la Unión Europea y hemos liderado la voz de la Unión Europea y es algo que nos reconocen todos nuestros amigos árabes.

¿Cree que debería pedirse ronda de sanciones por los bombardeos sobre Gaza como se hizo con Putin y con el Kremlin?

En estos momentos el objetivo central, y es con el que acudimos a Egipto todos los países y también el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, es detener esta espiral de violencia en Gaza e impedir que se extienda.

¿Y qué tiene que pasar para que eso ocurra?

Es necesario que pueda entrar la ayuda humanitaria en Gaza; que se produzca una liberación incondicional e inmediata de todos los rehenes, sin distinguir su nacionalidad ni su religión. Y, al final, lo que buscamos es una paz definitiva, no simplemente un alto el fuego, que se vería roto dentro de unos meses o dentro de unos años. Esa paz definitiva pasa por la solución de los dos Estados, un Estado palestino y un Estado de Israel que se reconozcan mutuamente y que vivan en coexistencia, en buena vecindad, garantizando la seguridad del otro y la prosperidad del otro.

Habla de la solución de los dos Estados, que es algo que ha votado varias veces Naciones Unidas y que se ha votado en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, ahora parece que el PP se está yendo de ese consenso, incluso usándolo como arma contra el Gobierno hablando de afinidades con Hamás y usando bulos. ¿Habla usted con el PP?

Sí, por supuesto. Yo he hecho varias rondas de portavoces desde que ha empezado la crisis y la primera portavoz a la que he llamado es a la del Partido Popular, que es el principal partido de la oposición. No me sorprende que el Partido Popular se vaya también de este consenso, que, por cierto, se alcanzó en 2014 con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y fue un voto unánime de el Congreso de los Diputados, algo que no es tan frecuente.

Estoy acostumbrado a que rompan todos los consensos en política exterior. Lo han hecho con la propia Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, que es la política de Estado por excelencia. Yo reuní a todos los eurodiputados españoles y todos acudieron salvo los del Partido Popular. Han escrito cartas para que no se celebraran los Consejos que se tenían que celebrar en España, con un daño grande para los hosteleros y para el turismo y la promoción de esas ciudades donde se viene celebrando con gran éxito.

El hecho de que no tengan una posición clara de defensa del derecho internacional humanitario, que no apuesten claramente por que entre la ayuda humanitaria en Gaza, que no digan claramente que hay que distinguir entre objetivos terroristas y población civil lo que demuestra son dos cosas: una, que el señor Feijóo está absolutamente incapacitado para gobernar España, y la segunda, que a veces difunden bulos e intentaron dar a entender que la posición del Gobierno de España no es la que es, que desde el primer momento ha condenado el ataque de la organización terrorista Hamás y ha explicado que Israel tiene derecho a repeler este ataque terrorista y a defenderse. Han abrazado abiertamente las técnicas de desinformación y de bulos de la extrema derecha. Tampoco me extraña. Son sus socios allí donde pueden gobernar.

Pero a mí, como español me duele que el principal partido de la oposición no comprenda algo tan esencial que entienden nuestros ciudadanos: que la política exterior y que la política de la Unión Europea solo puede ser una política de Estado y que esto va en detrimento de la fuerza de España.

Y hablando de estos consensos, de esa posición asumida en Naciones Unidas sobre los dos Estados: desde 1948 Israel ha ido ocupando posiciones de Palestina, haciendo más pequeño ese territorio; Gaza es prácticamente una prisión a cielo abierto desde hace 15 o 16 años... Se habla mucho, lógicamente del derecho que tiene Israel a defenderse de un ataque que ha causado 1.300 muertes civiles y ha dejado más de 200 secuestrados, pero ¿cómo pueden los palestinos ejercer su derecho a defenderse de todo esto que lleva ocurriendo desde hace tantas décadas?

Yo lo que quisiera, y es toda la actividad que vengo desarrollando diplomáticamente desde el inicio del ataque de Hamás contra Israel, tanto en Europa como con nuestros amigos árabes y mi colega israelí, que fue el primero al que llamé aquel día y he sido el primer ministro de Asuntos Exteriores en 13 años en recibir a mi colega israelí en Madrid, es intentar detener esta espiral de violencia, no conformarnos, no parecer que no hay otra opción.

No tenemos que asumir que va a ser así, pero a medio y largo plazo, cuando consigamos detener esta espiral de violencia, cuando este momento de tantas emociones, muchas veces contradictorias, incluso dentro de nosotros mismos, haya terminado, tenemos que hablar.

Y así les estoy hablando a todos mis colegas, de la paz definitiva, de que esta vez sea la última vez. Y todos sabemos cuál es la solución; hemos estado muy cerca en muchos momentos de la historia. Lo estuvimos en la Conferencia de Madrid, lo estuvimos con los Acuerdos de Oslo. Retomemos esa bandera, no la dejemos tirada en el suelo: dos Estados, Estado de Israel y Estado de Palestina, que se reconocen, que garantizan su seguridad, su prosperidad. No veo otro futuro para Oriente Medio en paz.

La embajada israelí en Madrid hizo un comunicado duro en el que hablaba de "elementos" en el Gobierno alineados con Hamás. Han hablado de antisemitismo en el Gobierno español. Ustedes respondieron con una nota reivindicando la libertad de los ministros, pero también explicando cuál es la posición colectiva del Gobierno. ¿Cómo está ahora la relación con la Embajada?

Ha sido un hecho concreto que ha quedado completamente zanjado. Lo he dicho públicamente, nuestra relación es fluida. He hablado desde entonces con la embajadora de Israel y recuerdo que a los muy pocos días de que se produjera el ataque contra Israel me reuní, aquí en Madrid, en Casa Sefarad, con las comunidades judías españolas y con la embajadora para trasladarle mi solidaridad y tener un intercambio de pareceres.

De la misma forma que al día siguiente me reuní con todos los embajadores árabes en el Ministerio de Asuntos Exteriores, incluido el embajador de Palestina, con el que mantengo también una relación igualmente fluida y con el que hablo exactamente igual que con la embajadora de Israel y el embajador de la Liga Árabe.

Pero hablar de antisemitismo es muy llamativo en relación con el Gobierno de España.

Por supuesto, rechazo tajantemente cualquier acusación de ese tipo y me remito al comunicado que saqué aquel día.

El PP no tiene una posición clara de defensa del derecho internacional humanitario, no apuesta claramente por la entrada de la ayuda humanitaria en Gaza y no dice claramente que hay que distinguir entre objetivos terroristas y población civil

¿La Unión Europea puede ejercer un un papel mayor del que ha venido ejerciendo estas semanas?

La Unión Europea está extraordinariamente situada para ser uno de los actores que sirva de puente. ¿Qué es lo que se necesita ahora? No necesitamos más crispación, no necesitamos más gente que nos diga que lo que hay que hacer es seguir volando puentes. Lo que tenemos que hacer es tender puentes y establecer un diálogo.

Es un momento también para relanzar ese diálogo euroárabe, para dar nuevo vigor a la solución de dos Estados. El 27 de noviembre en Barcelona tenemos una gran oportunidad, está la sede de Unión por el Mediterráneo, una de las pocas organizaciones internacionales en las que se sientan Israel y Palestina en igualdad de condiciones. Estamos todos los europeos y todos los países árabes. No soy capaz de vislumbrar cuáles serán las condiciones en Oriente Medio el día 27 de noviembre al ritmo al que se suceden los acontecimientos. Pero sí digo, y en Egipto lo volveremos a decir, que es una gran oportunidad para retomar un diálogo entre Israel y Palestina, y un diálogo entre Europa y el mundo árabe.

En este viaje reciente de Biden al final solo pudo verse con Israel en un momento en el que se necesita mucha multilateralidad. En el Consejo de Exteriores de la UE se invitó a los ministros israelí y palestino, pero finalmente no acudieron. Entonces, ¿cómo se pueden generar las condiciones para que se puedan sentar? ¿Para que el 27 de noviembre puedan estar juntos los palestinos y los israelíes?

No somos capaces de vislumbrar cómo será el 27 de noviembre por la espiral de violencia en la que nos encontramos, pero tengamos esa fecha bien en mente. De lo que sí estoy convencido es de que, una vez que consigamos que termine esta espiral de violencia, se va a abrir la reflexión sobre qué hacer: esperar al siguiente estallido de violencia, admitir que el status quo es el status quo de la violencia, o poner encima una solución, una solución que en muchas ocasiones tanto israelíes como palestinos han estado de acuerdo en que era la solución de la paz definitiva. Ojalá el 27 de noviembre sea el primer paso en esa dirección.

La guerra de Rusia en Ucrania está siendo mucho más larga de lo esperado y ahora llevamos dos semanas prácticamente sin fijarnos en lo que está pasando allí. ¿Este conflicto también puede alargarse?

Yo espero que no y vamos a trabajar para ello. Pero si no hacemos algo, no es solamente que el conflicto se alargue, sino que hay un riesgo grande de que se extienda regionalmente y eso le daría una complejidad inaudita.

Cambiando un poco el asunto, quería hacerle una pregunta por el periodista español Pablo González, detenido en Polonia desde el 27 de febrero de 2022 sin juicio. ¿Cómo está la situación?

Como ministro de Asuntos Exteriores yo me ocupo de la asistencia consular de todos los detenidos, también de Pablo González. La semana que viene va a tener su visita número 15, y siempre que tengo encuentros con mi homólogo polaco le he trasladado lo mismo: que lo que deseo es que se produzca un juicio oral público lo antes posible y nuestras conversaciones siempre terminan de la misma manera. Mi colega polaco me dice que lo trasladará a su Ministerio de Justicia, porque los ministros de Asuntos Exteriores, cuando se trata de casos dentro de la Unión Europea, nuestras competencias son muy limitadas, es la asistencia consular y poco más.

Hay un espacio judicial único y hay una comunicación directa entre jueces y ministerios de Justicia. Son los ministerios de Justicia, español y polaco, y los jueces los que tienen que intervenir.

Pero yo he estado pendiente y he dado instrucciones al embajador de que se extremen las visitas consulares, que en todo momento tuviera información de los distintos abogados de oficio y privados. Y aunque es un tema más de jueces y de ministerios de Justicia, también hemos estado verificando que no estuviera incomunicado más que el tiempo que estaba marcado por la ley, como fue el caso, que se le notificaran a él y a sus abogados los cargos que se estén produciendo... Seguiré insistiendo con el ministro de Asuntos Exteriores polaco tantas veces como sea necesario, sabiendo que su respuesta no podrá ser otra que: 'Lo traslado al Ministerio de Justicia“.

¿Cree que puede cambiar la situación con el nuevo gobierno polaco si al final el PiS deja el el gobierno y entra Donald Tusk con una coalición en la que también estarían los socialdemócratas?

Lo que no va a cambiar es mi actitud de solicitar lo antes posible un juicio oral. Yo no soy juez ni soy policía investigador, y por lo tanto, no puedo saber si la investigación o los cargos existen o no existen o si se realizan bien o no se realizan bien.

Lo que no va a cambiar es que estamos hablando de Polonia, que es un país que está dentro del espacio judicial único europeo, donde hay una comunicación directa entre jueces y entre ministerios de justicia y, por lo tanto, todo lo que toca a casos judiciales funciona de una manera muy distinta a si este fuera un caso que estuviera ocurriendo en América Latina o en Asia, donde los ministros de Asuntos Exteriores tenemos una capacidad de acción mayor.

Lo que sí que puede conseguir Tusk si al final es primer ministro, con otros aliados parlamentarios, es darle la vuelta a un país bastante grande de la Unión Europea que tenía un gobierno ultraconservador. España en el 23J también paró esa ola conservadora que parecía que podía llegar a nuestro país con ministros de Vox. ¿Hasta qué punto puede ser que estemos o no ante un freno a esa ola conservadora que parecía imparable?

En el caso de Polonia, como cualquier otro país de la Unión Europea, había distintas opciones políticas y los ciudadanos polacos han votado libremente y han optado por ellas, y por lo tanto no tengo nada que añadir. Es su decisión democrática. El 23J en España sí se demostró que esa ola de extrema derecha unida a una derecha radicalizada, como era la propuesta del Partido Popular con su aliado permanente, Vox, es algo que no tiene por qué ocurrir, que no tiene por qué llegar al gobierno, que se les puede frenar. Eso lo demostramos aquí por primera vez el 23J.

Una de las cosas que están en juego en las elecciones europeas es que ese acuerdo más o menos general desde la Segunda Guerra Mundial en el que socialdemócratas, democristianos y liberales componían el cuerpo principal de gobierno de las instituciones europeas pueda sufrir un giro hacia la derecha.

Hay una cosa que es evidente, y es que la Unión Europea se basa en unos valores. Y esos valores no son bellas ideas filosóficas para comentar en un salón, sino que son el motor de la estabilidad, de la paz, de la prosperidad de Europa desde su construcción. Las mayores décadas de paz, de estabilidad y de prosperidad han sido las de la Unión Europea basadas en esos valores, de democracia, de tolerancia, de diversidad, de igualdad.

Las fuerzas de extrema derecha y las fuerzas de derechas que han abandonado el ideario europeo para abrazar y deslizarse hacia las posiciones de la extrema derecha están socavando esos valores. Y más allá de eso, y eso es lo grave para la vida de nuestros ciudadanos, están socavando lo que son los motores de la prosperidad, de la estabilidad y de la paz. Por eso es tan grave lo que ocurre. Por eso es tan importante apoyar a Ucrania, para que ese desafío, esos valores que vienen desde fuera de Europa, no se cristalicen. Pero es igualmente importante hacer frente al mismo desafío dentro de nuestras sociedades, parar a aquellos que no creen en la tolerancia, en la diversidad, y que creen que el más fuerte puede imponer siempre sus ideas.

¿Confía entonces en que haya investidura?

Yo estoy seguro de que al final todas las fuerzas políticas escucharán el mandato emanado de las urnas, que es un gobierno de progreso, de diálogo y de convivencia, cuatro años más liderados por Pedro Sánchez.

Vídeo: Clara Rodríguez, Mario Iranzo y Nando Ochando.

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