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Algo se mueve en Siria

Jordi Pérez Colomé

La guerra de Siria parece detenida. Pero hay varios indicadores en las últimas semanas de que algo se mueve: los rebeldes sirios avanzan y resisten. “Las brigadas del Ejército Sirio Libre han ido ido creciendo durante meses, y no han perdido una batalla desde septiembre”, escribe James Miller, de Enduring America, que sigue el conflicto muy de cerca.

Entre esas victorias destacan dos tipos: la captura de bases militares y la interrupción de vías de suministro del régimen. Esta presión tiene dos beneficios básicos para los rebeldes: controlan regiones enteras del norte donde solo les pueden atacar desde el aire y, además de las armas que les llegan desde Turquía con ayuda saudí y catarí, logran armamento más pesado en los depósitos del régimen.

En los últimos días al menos dos misiles tierra-aire han derribado un helicóptero y un caza. Era la primera vez que los rebeldes usaban este tipo de armas. Estos avisos pueden frenar nuevas incursiones aéreas del ejército del presidente Asad.

Turquía ha pedido a la OTAN que coloque misiles en su frontera para evitar ataques sirios. Un equipo de la OTAN explora estos la región para colocar las baterías. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, promete que solo su usarán en defensa de Turquía. Pero puede que los pilotos que sobrevuelen el norte de Siria estén cada vez más intranquilos según el tipo de misión.

¿Sugiere todo esto un avance definitivo de los rebeldes? A falta de información más específica, no. Pero el jueves ocurrieron dos hechos importantes: el más conocido es el bloqueo de internet y las líneas de teléfono. Son sistemas separados, lo que implicaría una acción premeditada y voluntaria.

Aunque podrían haber sido los rebeldes -lo que indicaría un control improbable del país-, es más lógica que esta capacidad esté solo en manos del régimen. La empresa Renesys descubrió que varios servidores no estaban afectados por el bloqueo: desde esos servidores se habían lanzado troyanos para espiar en ordenadores de activistas. El régimen también usa internet, así que puede ser un motivo para que esa pequeña porción haya resistido.

Si el régimen ha cortado internet puede haber dos razones: preparar un ataque en la capital o querer evitar que los rebeldes se comuniquen bien. La oposición maneja al menos dos mil equipos vía satélite proporcionados desde el exterior, pero muchos aún tienen que confiar en la red común. La comunicación entre brigadas es esencial, aunque no es la mejor virtud de los rebeldes.

Además de internet, el jueves se detuvieron los vuelos en el aeropuerto de Damasco. Todas las informaciones hablan de combates en la autovía que va del aeropuerto a la capital. Puede ser el último resquicio de normalidad que se hunde mientras los rebeldes rodean la capital y otras ciudades. La falta de control de una entrada crucial de aviones puede reducir la relación con Irán.

La presión al régimen de Bashar al Asad también empieza a crecer desde fuera. Hace unas semanas en Catar se formó un nuevo consejo opositor más sólido. Después de varios fracasos, Francia y Reino Unido ya lo han reconocido como el representante legítimo del pueblo sirio. Estados Unidos lo hará pronto; podría ser en la conferencia “Amigos de Siria” en Marruecos del 12 de diciembre.

El reconocimiento significa más ayuda concreta. Pero las armas siguen siendo un problema para Estados Unidos. El New York Times y AP decían que la administración Obama se lo plantea, pero que aún es improbable. El temor a que las armas lleguen a grupos islamistas aún pesa más. Hillary Clinton dijo el jueves por la noche: “Estamos evaluando constantemente, actuamos constantemente y vamos a hacer más en las próximas semanas”. Pronto se sabrá si ha querido decir algo.

La secretaria de Estado americana es cautamente optimista sobre el fin del régimen: “No sé si se puede decir que todo el país está en un punto de inflexión, pero ciertamente parece que el régimen va a estar más presionado en los próximos meses”. Meses, no días ni semanas. Han muerto alrededor de 40 mil personas en Siria y nadie se atreve a declarar un fin inminente.

Con tantos muertos, la paradoja es que tiene hoy más importancia -porque es más extraordinario- un corte de internet que la muerte cotidiana de cien personas. El fin del presidente Asad parece más cerca, pero después de todo lo que ha hecho para aferrarse al poder, nadie está dispuesto a darlo por vencido rápido.

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