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El Parlamento italiano pide al Gobierno la ilegalización del partido neofascista Forza Nuova

Simpatizantes de Forza Nuova en una protesta en Roma.

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La Cámara de Diputados de Italia ha dado luz verde este jueves a una moción presentada por el centroizquierda que pide al Gobierno que actúe para disolver el partido neofascista Forza Nuova, según informa el diario La Repubblica. Las fuerzas de centroderecha, que han presentado una moción paralela que también se ha aprobado, se han abstenido. Ha salido adelante con 225 votos a favor, 198 abstenciones y un voto en contra. Ahora la pelota está en el tejado del Ejecutivo de Mario Draghi.

El texto, presentado por el Partido Demócrata, el M5S, Libres e Iguales y Italia Viva, pide la disolución de Forza Nuova y de todos los movimientos de clara inspiración fascista. Tiene su origen en la violenta jornada del 9 de octubre, cuando hubo protestas convocadas, en teoría, contra el pasaporte sanitario del coronavirus y militantes del movimiento neofascista acabaron sumiendo a Roma en el caos, con enfrentamientos y un asalto del mayor sindicato del país, la CGIL. Hubo 12 detenidos, entre estos dos líderes de Forza Nuova.

La medida también recibió este miércoles el visto bueno del Senado. Según informa el diario italiano, en el documento se “encomienda al Gobierno que estudie el modo de cumplir el dictado constitucional que prohíbe la reorganización del disuelto Partido Fascista y a la consecuente legislación vigente, adoptando las medidas de su competencia para proceder a la disolución de Forza Nuova y de todos los movimientos políticos de clara inspiración fascista que sean culpables de conductas punibles” en virtud de las leyes del país.

No obstante, la cámara también ha dado luz verde a otra moción separada de la derecha y la ultraderecha, que pide al Gobierno que adopte “rápidamente cualquier medida prevista por la ley para contrarrestar las actividades subversivas –sin excepción– que pretenden perseguir la subversión de los valores fundamentales del orden constitucional y, en consecuencia, que representan un peligro real para el sistema democrático”. En este caso, las fuerzas de centroizquierda se han abstenido.

Según recogen medios italianos, de acuerdo con la legislación vigente, los grupos neofascistas solo pueden ser disueltos tras una sentencia judicial que diga que sus acciones forman parte de un esfuerzo por revivir el antiguo Partido Fascista que gobernó Italia hasta 1943. Sin embargo, el Gobierno puede prohibir por decreto, en “casos extraordinarios de necesidad y urgencia”, las organizaciones que considere que suponen una grave amenaza para la democracia y las libertades constitucionales.

Preguntado sobre si el Gobierno disolverá Forza Nuova la semana pasada, el primer ministro Draghi respondió: “El asunto está en nuestra mente, pero también en la de los magistrados, que siguen investigando y formalizando sus conclusiones. En este momento estamos reflexionando”. La única oposición al Ejecutivo “de unidad” de Draghi es el partido ultraderechista Hermanos de Italia.

Las acciones del pasado 9 de octubre han suscitado la indignación y la condena de la política italiana, pues como han apuntado numerosos expertos, recuerdan a tiempos pasados. Italia asistió a la fundación del fascismo de Benito Mussolini hace un siglo, en 1919, un movimiento que dio sus primeros pasos con el hostigamiento a los sindicalistas y que, tras llegar al poder en 1922, llevó al país al desastre de la Segunda Guerra Mundial.

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