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'Populares' y socialdemócratas perderían la hegemonía en la Eurocámara en unas elecciones con récord de participación

Seguimiento electoral en el hemiciclo de Bruselas.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

'Populares' y socialdemócratas perderían la hegemonía en la Eurocámara en unas elecciones con récord de participación. Así lo han ido anunciando los sondeos previos, y también las proyecciones difundidas este domingo por la noche por el Parlamento Europeo.

Son proyecciones basadas en estudios de opinión de los diferentes países, la mayoría de los cuales ya han cerrado las urnas.

De acuerdo con estos cálculos, el Grupo Popular sería siendo el más numeroso de la Eurocámara y pasaría de 221 escaños a 173, mientras que los socialdemócratas también retrocederían, pero menos, de 191 a 147 escaños.

Los liberales serían los que más crecerían, gracias entre otros al empuje de La Francia en Marcha y de Ciudadanos; de 67 a 102; y los Verdes, que pueden quedar segundos en Alemania, de 50 a 71. La Izquierda Unitaria, por su parte, pasaría de 52 a 42.

El otro foco de la noche está en calibrar la ola de extrema derecha, ultraconservadora y soberanista. De acuerdo con las proyecciones del Parlamento Europeo, la ola crece, y si se agrupara, podría representar el segundo grupo de la Cámara. Pero, en principio, su heterogeneidad les engloba en tres grupos, que en su conjunto alcanzaría los 171 escaños, cuando ahora tenían 155.

Y todo esto ocurriría en unas elecciones con participación récord. En la UE27 (excluyendo el Reino Unido) se calcula en casi el 51%, ocho puntos más que en 2014 –42,61%–, según ha informado el Parlamento Europeo: la cifra sería la más alta en más de 20 años.

Incluyendo a Reino Unido, el Parlamento Europeo espera que oscile entre el 49 y el 52%. Este año también será la primera vez que la participación haya aumentado desde las primeras elecciones europeas, en 1979.

Bien es verdad que estas elecciones coinciden con otros procesos electorales en países como España y Bélgica, lo cual ha ayudado a mejorar la participación.

A partir de aquí, el sistema político tradicional de la posguerra quedaría en “descomposición”. Y una salida a esa descomposición es la que ha lanzado el candidato socialista a la Comisión Europea, Frans Timmermans: “Una alianza desde Tsipras a Macron”. Es decir, una nueva mayoría alternativa a la gran coalición que ha gobernado la construcción europea desde sus orígenes tras la Segunda Guerra Mundial. Y, aunque el presidente de la Comisión lo eligen los jefes de los gobiernos de la UE, necesita del voto afirmativo del Parlamento Europeo.

Los populares, como ha dicho en numerosas ocasiones su candidato a la Comisión, Manfred Weber, defienden ampliar la actual gran coalición a los liberales. Los liberales ya entraron en la Comisión de Jean-Claude Juncker, aunque no eran necesarios para gobernar el Parlamento, aunque sí lo fueran para gobernar el consejo europeo, donde cuentan con Gobiernos relevantes, como el de Países Bajos, país que aspira a ocupar el hueco de Reino Unido en cuanto a influencia comunitaria tras el Brexit –si al final hay Brexit–. Pero es que ahora en el Consejo también hay gobiernos ultraconservadores y derechistas –Polonia, Hungría, Austria...–.

Pero ese es el debate que atraviesa a los populares europeos. ¿Seguir fieles a los principios democristianos y huir de la narrativa ultraderechista y de quienes la practican? ¿Seguir leales a los aliados tradicionales de la construcción institucional europea, socialdemócratas y liberales? ¿O dejarse seducir por esa narrativa política que promete irrumpir en el Parlamento Europeo y cambiar de aliados para buscar una nueva mayoría con quienes están pescando en el mismo caladero de votos?

Hasta ahora, la política europea se había resuelto con acuerdos entre socialdemócratas, populares y liberales para repartirse los cargos de la Comisión y el Parlamento Europeo y garantizarse legislaturas con pocos sobresaltos. Pero si la derecha ahora gira hacia la extrema derecha, sería un cambio fundamental de mayorías en el Parlamento Europeo.

Pero ese debate también atraviesa a los socialdemócratas, y Timmermans está dando los pasos en esa dirección. “Es lo más llamativo que se ha producido en la política europea”, reconocía Borrell a eldiario.es. “Es lo más llamativo y tiene, por una parte, una razón táctica y, por otra parte, refleja la descomposición del sistema político de la posguerra: los dos grandes pilares, el centro derecha y el centro izquierda con los liberales. La crisis y la ampliación al Este se han llevado por delante ese sistema”.

La horquilla que esboza Timmermans, “desde Tsipras a Macron”, tiene connotaciones. Tsipras, primer ministro griego, de Syriza, candidato a presidir la Comisión en 2014 por la Izquierda Unitaria, encarnó en 2015 una idea de construcción europea alternativa a la dominante, que en aquellos años gestionaba la crisis a golpe de recortes. Pero fue derrotado por la troika, y aquella derrota sirvió de acicate para la hipótesis del desborde por la izquierda. Y Grecia, a día de hoy, como dice el comisario de Asuntos Económicos, el socialista francés Pierre Moscovici, “ ya es un país normal” que está saliendo de los memorandos dictados por Bruselas.

Y al otro de la horquilla, el presidente francés, Emmanuel Macron, representa el socialiberalismo, un antiguo dirigente socialista que se acerca al centro, que habla de la “Europa que protege” en el sentido amplio de seguridades; que afea a Ciudadanos el pacto andaluz y que piensa en coaligarse, que no integrarse, en el grupo parlamentario de ALDE, el de los liberales tradicionales del Parlamento Europeo.

¿En el medio de ese abanico? Los Verdes, pujantes en buena parte del centro de Europa, que en algunos países –Alemania, Francia– pueden consumar el sorpasso a los socialistas.

Las elecciones europeas del 26 de mayo están enterrando la entente de socialistas y populares. ¿Y cuál será la alternativa? ¿Desde Tsipras a Macron? ¿Desde Weber hasta Salvini? ¿O se reeditará la histórica gran coalición ampliada con los liberales, que son los que más parecen crecer?

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