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Policías barbudos y callos en la frente, la lucha por los símbolos religiosos en Egipto

Un policía egipcio protesta frente al palacio de Abdín en el Cairo en marzo de 2013 a favor de los policías destituidos por dejarse crecer la barba.

Javier Biosca Azcoiti

En el marco de la cruenta lucha entre Gobierno y Hermanos Musulmanes, la batalla de los símbolos religiosos ha adquirido un importante papel en el país más poblado del mundo árabe. En medio del caos procesal propio de Egipto, un tribunal ha iniciado un nuevo episodio al revocar la semana pasada una decisión judicial anterior que exigía la reincorporación de los agentes barbudos expulsados de la Policía.

Las revueltas de la llamada Primavera Árabe y la caída de Hosni Mubarak abrieron la puerta a redefinir la complicada relación del país con el islam tras años de represión. Entonces, las elecciones de 2012 no solo trajeron al primer presidente democráticamente electo de la historia del país, sino que también trajeron al primer barbudo al palacio presidencial, Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes. Una nueva era en la que empezaron a proliferar barbas islamistas en la vida pública, incluido en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, tradicionalmente utilizados para reprimir islamistas.

“Como musulmanes, cuando vemos al presidente Morsi nos sentimos como se sienten los negros de Estados Unidos con Barack Obama. Aquí hay alguien que se parece a mí, que me representa. Nunca habíamos tenido algo así”, señalaba en aquel año a The Washington Post Ali el-Banna, uno de los abogados de los más de 60 policías que habían sido suspendidos por mostrar su piedad, y quizá también su afiliación política, dejándose crecer la barba.

El presidente Morsi había hecho campaña asegurando que no se opondría a que los miembros de las fuerzas de seguridad se dejasen crecer la barba, pero lo cierto es que a principios de su mandato, varios agentes fueron despedidos. Decenas de barbudos uniformados organizaron entonces sentadas frente al Ministerio del Interior y, finalmente, un tribunal les permitió por primera vez dejarse crecer la barba.

Tras el golpe de julio de 2013 contra Morsi a manos del actual presidente Abdelfatah al Sisi, el Gobierno emitió un decreto anunciando la expulsión de todos los agentes que se dejasen barba y varios policías fueron despedidos del cuerpo. En julio de 2018, un tribunal revocó este decreto del Gobierno y el fallo de la semana pasada deroga la decisión de julio, que exigía la reincorporación de los agentes expulsados. Conclusión: Egipto no admite policías barbudos.

“Se trata, en definitiva, de una competición por usar la religión y sus símbolos”, señala Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto Elcano especializado en islam político y procesos de transición hacia la democracia en el mundo árabe.

“Estos símbolos tienen un trasfondo político, como por ejemplo el callo en la frente, símbolo religioso con fines de aceptación social y política. Sisi lleva un callo en la frente muy visible porque se percibe como una muestra de piedad y de buen musulmán y, por tanto, de buen gobernante. Son muestras públicas de cierto tipo de religiosidad. Compiten por ser los musulmanes más legítimos para sustentar el poder”, añade Amirah Fernández.

El callo en la frente, especialmente popular y extendido en Egipto, es una protuberancia que crece como consecuencia del roce de la cabeza con la alfombra durante el rezo. Su importancia deriva de una interpretación de una aleya coránica que indica que al buen musulmán se le debe conocer por el rostro. Antes que Sisi, el presidente Anuar Al Sadat, que se dio a conocer como 'el presidente creyente' , ya mostró públicamente el mismo callo.

Amirah Fernandez explica las connotaciones de la barba. “Hoy en día en Egipto se pueden encontrar barbas de distinto estilo que mandan mensajes muy diferentes”, explica. “Una barba recortada y más cuidada se asocia con frecuencia a los Hermanos Musulmanes, y esto lleva directamente a la dimensión política y a su enfrentamiento con Sisi. Por otro lado, una barba más larga y descuidada se asocia a la corriente más salafista, es decir, a los sectores más ultraconservadores del islam. Esta es la que se da, por ejemplo, en los terroristas”, añade.

El investigador explica que, aunque también se prohíbe la barba salafista en la Policía, estos no tienen grandes problemas con Sisi e incluso algunos de ellos le apoyan. “La amenaza del Gobierno son los Hermanos Musulmanes porque tienen objetivos políticos y no solo religiosos”, indica

El fallo de la semana pasada señala: “Las barbas pueden mostrar afiliación con organizaciones políticas y terroristas ilegalizadas”. Amirah Fernández afirma que la decisión judicial demuestra la “hiperpolitización” de los tribunales egipcios y la lucha contra rivales políticos bajo la marca de la lucha contra el terrorismo.

El investigador cree que la polémica de este caso “consiste en una apropiación de los símbolos de piedad con fines políticos” y añade: “Sobre la barba hay interpretaciones muy distintas y un debate de hace siglos entre los académicos del islam y teólogos sobre la obligación o no de la barba, su longitud y si debe incluir o no el bigote. Y no hay consenso”.

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