Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La falta de un acuerdo de transición entre Macri y el peronismo pone a la economía argentina en máximo riesgo

Mauricio Macri, presidente argentino

Francisco de Zárate

De 46 a 57 pesos por dólar en cuestión de horas. Los que apostaron este lunes al billete verde en Argentina, ganaron. La inmensa mayoría del país, perdió. Como dijo el presidente durante una rueda de prensa desde la Casa Rosada, “hoy estamos más pobres que antes de las PASO”. Y por si alguien no lo había entendido, lo explicó: “El dólar volvió a subir, con todas las consecuencias que eso tiene”.

Los argentinos son las primera víctimas de la incertidumbre generada con las elecciones primarias del domingo, conocidas como las PASO, en las que los peronistas Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner obtuvieron una abrumadora victoria sobre Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, sus principales rivales. En la carrera para definir a los candidatos de las presidenciales del 27 de octubre, la fórmula que lleva como vice a la expresidenta Kirchner obtuvo un 47% de los votos, 15 puntos porcentuales por encima del 32% logrado por Macri, el actual presidente. La diferencia es tan grande que, si se repite en octubre, ni siquiera hará falta una segunda ronda electoral para elegir presidente.

En Argentina, una subida del dólar golpea más fuerte que en el resto de los países de la región. “Argentina es un país bimonetario”, explica a eldiario.es un consultor económico que pide no publicar su nombre (con el argumento de que todo está demasiado revuelto). “Al haber tenido tantas crisis sistémicas en los últimos 40 años, la gente piensa en dólares, la moneda estadounidense es un valor refugio durante contextos de incertidumbre”, resume.

Uno de los efectos de la omnipresencia del dólar en la psique de la clase media argentina es el traslado de todas las devaluaciones a los precios de los bienes de consumo. Mientras en otros países el encarecimiento se limita a las categorías de los bienes importados, en Argentina el peso que una devaluación tiene sobre todos los precios de la economía es mucho mayor. Y con una inflación que en su última medición ya había sobrepasado el 50% anual, el efecto puede ser devastador.

Una máquina de hacer pobres

El problema es grave porque la inflación en Argentina se ha convertido en una máquina de hacer pobres, con los salarios creciendo sistemáticamente por debajo de los precios. Durante el gobierno de Macri sumaron una pérdida acumulada en el poder adquisitivo de aproximadamente 15%, según un análisis publicado por el periódico Página 12. En 2015, de acuerdo con las estimaciones de la Universidad Católica Argentina, un 29% de la población del país era pobre. Hoy ese porcentaje ronda el 35%. También creció el número de indigentes, los que ni siquiera alcanzan a la categoría de pobre: pasaron de un 6% a un 7% de la población.

Las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) también son una particularidad argentina. Introducidas por ley en 2009, están diseñadas para que sean todos los argentinos en edad de votar los que definan la composición de las listas electorales. A diferencia de las primarias que se celebran en otros países, para votar en las PASO no hace falta afiliarse a ninguna de las formaciones políticas. La ventaja es una mayor democratización del proceso electoral. El riesgo, una situación de vacío de poder como la actual, con un presidente deslegitimado por la falta de apoyo en las primarias; y un candidato a la presidencia al que aún le quedan más de dos meses para ganar las elecciones de verdad.

Para aliviar la incertidumbre y, con ella, el afán por hacerse con dólares que explica en parte la devaluación del peso argentino, la economista y directora del Estudio Bein y Asociados, Marina Dal Poggetto, habla de la necesidad de una transición ordenada en la que se diseñe cuanto antes un plan de estabilización. Las reservas en dólares que el Banco Central vende en el mercado de cambios para contener la subida de la divisa estadounidense no son infinitas, y además hacen falta para atender los vencimientos de deuda. Las reservas del Central son “lo que te aleja de la hiperinflación”, insiste Dal Poggetto. El problema es que aún faltan más de 70 días para llegar a la elección definitiva. “Estamos en un contexto de incertidumbre financiera muy alto”.

Un plan de estabilización que lleve tranquilidad a los mercados necesitaría un acuerdo entre el probable presidente saliente, Mauricio Macri, y el probable presidente entrante, Alberto Fernández. El problema, por el momento, es que ninguno de los dos parece estar por la labor. Macri aún no se ha dado por vencido y ayer acusó a la “alternativa kirchnerista” de no tener “credibilidad en el mundo”: “No tiene la confianza necesaria para que la gente quiera venir a invertir”. Alberto Fernández replicó que “los mercados se ponen mal cuando se dan cuenta de que fueron estafados”.

Ninguno de los dos discursos sirvió para calmar a los mercados financieros, donde este lunes la tónica fue deshacerse de los títulos argentinos a toda velocidad. Según el diario Clarín, la prima de riesgo que calcula el JP Morgan “virtualmente no existió, debido a que en muchos bonos desapareció la punta compradora”. De acuerdo con las estimaciones de una sociedad de bolsa de Buenos Aires citada por el periódico argentino, la prima subió 300 puntos en un solo día y llegó hasta los 1.500 puntos básicos. Fue tal el desplome de los bonos que algunos consultores creen que ya tocaron su suelo: están en niveles cercanos al mínimo que alcanzan cuando un país ya ha declarado default.

Ese es el otro fantasma que acecha a la economía argentina, atender los vencimientos de deuda con el FMI. Con los mercados voluntarios cerrados, hará falta un nuevo acuerdo entre el organismo multilateral y el próximo gobierno. La pregunta clave, como siempre, es qué exigirá el Fondo a cambio del refinanciamiento.

Según Dal Poggetto, el “muy recesivo” acuerdo firmado en 2018 entre el gobierno de Macri y el FMI es uno de los factores que complicaron el desempeño económico de cara a la reelección. “La economía lleva estancada desde hace años, pero hasta ahora tuvo un comportamiento en zigzag, subía en el año electoral y bajaba en el otro; esta es la primera vez que tenemos dos años seguidos de caída”.

Modelo macrista VS modelo kirchnerista

“El equipo de Macri se equivocó al manejar los problemas económicos de forma aislada”, dice Dal Poggetto. “La subida en las tarifas de los servicios públicos, por ejemplo, era inconsistente con las metas de reducción de la inflación. Y hacer un ajuste fiscal y monetario en simultáneo fue un golpe demasiado duro”.

Esto no quiere decir que haya que cargarles todas las culpas. Como también subraya Dal Poggetto, Macri recibió una economía desordenada, con desequilibros fiscales y en el sector externo, tarifas de servicios públicos ridículamente bajas, un peso argentino sobrevaluado y un cepo cambiario que hacía imposible adquirir la divisa estadounidense. La única herencia claramente positiva de la economía kirchnerista fue el bajo nivel de deuda.

Según el economista argentino Martin Guzman, director del 'Initiative for Policy Dialogue' de la Universidad de Columbia, los dos modelos económicos se han demostrado insuficientes: “Argentina pasó de una posición en buena medida extrema, que subestimaba el rol positivo de los mercados para el desempeño económico; a otra posición extrema, que subestimaba el rol necesario del Estado para que una economía de mercado funcione bien”. El problema, según Guzman, es que la lluvia de inversiones prometida por Macri nunca llegó y “el país hoy está peor que cuando Macri asumió en 2015”. “El producto es menor, hay más deuda, la pobreza es mayor, y los desequilibrios macroeconómicos son más profundos”.

Entre los empresarios no hay una posición unánime. Al campo, al sector energético y, en parte, al sistema financiero les ha ido bien con Macri. Pero para las empresas industriales orientadas al mercado doméstico han sido años terribles debido a la caída en el poder adquisitivo.

Salvo dentro del gobierno de Macri, nadie parece tener dudas de que el próximo gobierno argentino será peronista. En opinión de Guzmán, necesariamente habrá un diálogo constructivo con el FMI “para definir un plan que esta vez sí sirva para estabilizar a Argentina”. “Cuando se enfrentan múltiples desequilibrios macroeconómicos, querer resolver uno de ellos de golpe sin poder resolver los otros a la misma velocidad no funciona, y en la Argentina de hoy, resolverlos pide implementar un programa que no ahogue la posibilidad de la recuperación del crecimiento”, explica.

En cualquier caso, eso será a partir de diciembre, cuando tradicionalmente tiene lugar la investidura presidencial en Argentina. Como dice Dal Poggetto, hay un problema para resolver mucho antes y es el acuerdo de transición que reduzca las presiones sobre los mercados generadas por esta incertidumbre.

Sin eso, todo será aún más difícil.

Etiquetas
stats