Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Una denuncia de la extrema derecha lleva al límite al Gobierno de Sánchez
Crónica - El día que Sánchez se declaró humano. Por Esther Palomera
Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder

De la 'svolta della Bolognina' al 'voto tattico' al Movimento 5 Stelle

El fundador del partido Movimiento 5 Estrellas (M5S), Beppe Grillo (i), y el candidato del partido a las elecciones generales nacionales Luigi Di Maio pronuncian un discurso durante un acto electoral celebrado en Roma, el 2 de marzo del 2018.

Andrés Gil

El PCI no era un partido. Era el partido. Incluso era una forma de vida en algunas regiones de Italia, donde se constituía en un Estado dentro del Estado; donde todas las facetas de la vida podían desarrollarse bajo el paraguas del partido de Antonio Gramsci.

Y llegó Mijaíl Gorvachov y la caída del Muro de Berlín. Que no fue sólo la caída del telón de acero y de la Unión Soviética, también agitó a toda la izquierda europea. De un día para otro, el capitalismo dejó de tener competidor; de un día para otro, cambiaron los paradigmas: más que una alternativa al capitalismo, había que aspirar a su apaciguamiento. Y llegó la Tercera Vía, el adelgazamiento ideológico de la socialdemocracia y la melancolía en los herederos de la III Internacional.

¿Qué hacer?, se preguntó Lenin. Entregar las armas, contestó Achille Occhetto 87 años después.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, quien vivió en Bolonia durante la universidad, “esa Bolonia del PCI” a la que llegó como militante de la UJCE y en la que descubrió la idea de que “el PCI intentó ser partido popular, como a su manera también lo fue la DC”, reconoce que ese es el desafío actual, ante esa sociedad cambiante que describe Mario Tronti: “Una fuerza nacional popular, capaz de llegar a diferentes sujetos políticos. Una fuerza popular, nacional popular, aunque no llegara a gobernar el país a pesar de su política de compromiso histórico que llevara a Berlinguer a aceptar incluso la OTAN”.

“Se pueden sacar muchas conclusiones”, ha reflexionado el líder de IU, Alberto Garzón: “No se decide de repente 'vamos a disolver el PCI', sino que el PCI había tenido ya varios años largos de deriva conservadora. Es decir, el eurocomunismo, como expresión teórica de lo que es el comunismo de repliegue a partir de los años 60 en todos los países occidentales. Y el eurocomunismo suponía el famoso compromiso histórico de acercamiento entre clases sociales, el acercamiento entre partidos políticos y eso había tenido una deriva muy conservadora que hace que cuando en el año 89 cae el Muro de Berlín, inmediatamente el ala derecha del PCI, que había conquistado cierta hegemonía dentro del PCI, al menos de los cuadros dirigentes, impone en cierta medida por hechos consumados, la disolución del PCI. ¿Qué ocurre? Que personas como Occhetto y el ala derecha de entonces, todos, acabaron en la socialdemocracia. Que es algo parecido que pasó con las corrientes eurocomunistas del PCE, que acabaron en el PSOE, cuando no se fueron directamente al PP, como Ramón Tamames”.

Tres días después de la caída del Muro, el 12 de noviembre de 1989, Occhetto, entonces secretario general del PCI, se presentó por sorpresa en un acto de conmemoración del 45 aniversario de la batalla partisana de la Bolognina. Ante un grupo reducido de militantes y partisanos, Occhetto se levanta, toma la palabra y lanza el siguiente mensaje, sin haberlo acordado previamente con su dirección: “Hay que seguir con el mismo valor demostrado durante la Resistencia. Gorbachov, antes de comenzar con los cambios en la URSS, les dijo a sus mayores: ustedes han ganado la Segunda Guerra Mundial, y si no quieren que se pierda ahora, hay que afrontar grandes transformaciones. No hay que continuar”, prosiguió Occhetto, “por viejas carreteras sino inventar nuevas para unificar a las fuerzas de progreso”. Y cuando los periodistas le preguntaron si apuntaba a un cambio de nombre del PCI, contestó: “Puede pasar de todo”.

Ese mismo día, el 12 de noviembre de 1989, fallecía en Madrid Dolores Ibarruri, Pasionaria.

Pietro Ingrao, entonces número dos del PCI se encontraba en Andalucía, participando en actos con dirigentes comunistas españoles, entre ellos el actual diputado de Unidos Podemos por Córdoba, Manolo Monereo. Al tener conocimiento de la muerte de Ibarruri, se trasladaron a Madrid. Allí, recibió una llamada de Occhetto comunicándole la decisión de diluir el PCI. Ingrao le transmitió su oposición, una oposición que se prolongó hasta el último día de vida del PCI, el 3 de febrero de 1991.

No era, la intervención de Occhetto, la primera vez que se planteaba el cambio de nombre del PCI, pero sí que fue la vez más decisiva. Y abrió un debate sobre “la cosa” y “el nombre de la cosa”.

Aquel discurso de Occhetto, que supuso un volantazo decisivo en el futuro del PCI y de la izquierda marxista organizada en Italia, recibe el apelativo de svolta della Bolognina. La svolta se culminó dos años después: en febrero de 1991 Occhetto entierra el PCI y alumbra una nueva formación, el PDS. Y el cambio de nombre, con el tiempo, llevó a un cambio de identidad irreversible: el PDS volvió a reconvertirse hasta terminar en el PD del ex primer ministro italiano Matteo Renzi –cada vez más próximo a Macron– y su sucesor como primer ministro, Paolo Gentiloni.

En 1991, además de nacer el PDS de Occhetto, Massimo D'Alema y Walter Veltroni, nace el Partito della Rifondazione Comunista, con cerca de un tercio de la militancia del PCI y con el apoyo paulatino de algunos dirigentes históricos, como Armando Cosutta, Fausto Bertinotti y Pietro Ingrao, entre otros.

Precisamente de Rifondazione, fundamentalmente de sus juventudes, viene Nicola Fratoianni (Pisa, 1972), filósofo, secretario general de Sinistra Italiana (SI) y candidato al Parlamento de Liberi e Uguali por Toscana y Piamonte. En una reciente entrevista con eldiario.es, Fratoianni afirmaba: “Queremos estar en el terreno para defender a los más débiles, no para ser un testimonio de pureza ideológica o identitaria. En Italia ha faltado un movimiento contra las políticas de austeridad, capaz de entrelazar la dimensión social y la propuesta política, algo que sí ha ocurrido en otros países del sur de Europa”.

Liberi e Uguali es una coalición liderada por el presidente del Senado y ex magistrado antiMafia Pietro Grasso, de la que participan Sinistra Italiana y el nuevo partido del ex primer ministro Massimo D'Alema.

A su izquierda, está Potere al Popolo, candidatura impulsada por Rifondazione Comunista y movimientos sociales.

Escenarios

Los sondeos para las elecciones generales de este domingo –se renueva la Cámara de Diputados y el Senado tras cinco años y tres gobiernos diferentes apoyados en una misma gran coalición– otorgan a la coalición de centroderecha (Berlusconi, Liga Norte, Fratelli D’italia) la victoria, pero tiene que llegar al 40% para conseguir mayoria absoluta. En todo caso, parece que el Movimento 5 Stelle se dispone a ser el partido más votado, en torno al 28%, pero se antoja difícil que pueda pactar con alguien para gobernar. Además, diversos casos de corrupción comienzan a pasarle factura, así como la gestión de ayuntamientos como Roma y Turín.

Por su parte, la coalición de centroizquierda (PD y listas más pequeñas) puede quedar por debajo de M5S, lo cual sería un batacazo y abriría todas las incógnitas sobre el futuro de Renzi.

A la izquierda, Liberi e Uguali puede llegar al entorno del 7%. En LeU están los que se fueron del PD aliados con Sinistra Italiana (ex SEL). Una coalición que ha recibido críticas por falta de desborde por abajo y por la inclusión como candidato de Massimo D’Alema. Más a la izquierda, Potere al Popolo tiene difícil, según los sondeos, llegar al 3% mínimo para tener representación parlamentaria.

Así las cosas, se presentan tres posibles escenarios postelectorales: el centroderecha llega al 40% y obtiene el premio de la ley electoral y gobernaría con mayoría absoluta; nadie consigue absoluta y se teje algún pacto a la italiana que alumbre un gobierno nombrado por el Presidente de la República con apoyos de Renzi y Berlusconi (suena Gentilini que es el actual, pero podría ser otro); o un gobierno técnico, nueva ley electoral y nuevas elecciones.

John Oliver explica muy bien el panorama electoral para este domingo en este vídeo que está triunfando en las redes sociales:

Mientras tanto, personas en torno a Senso Comune y otras con ascendencia como Di Magistris, alcalde de Nápoles, están evitando significarse en estas elecciones y miran ya a las europeas de mayo con Yanis Varufakis.

Y ahí es cuando entra una transferencia de voto nueva: la que de aquellos huérfanos políticos, muchos víctimas de la svolta della Bolognina, que vienen de tradiciones comunistas, socialistas, anarquistas y que ya han dejado de votar Rifondazione y dudan entre un Liberi e Uguali envejecido con dinosaurios que no terminan de retirarse o Cinque Stelle como voto táctico –o útil– y anti-establishment. Una duda que tiene ciertos paralelismos con la decisión de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon de no definirse en la segunda vuelta de las presidenciales francesas, entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen: abría la puerta a que sus bases pudieran votar libremente al Front National.

En este sentido, se han manifestado personas como el actor Ivano Marescotti. En una entrevista con el diario La Repubblica, afirmaba: “Yo, comunista, explicaré por qué votaré M5S”. Marescotti fue en las listas de Rifondazione en las últimas europeas –bautizadas Otra Europa con Tsipras–, pero este domingo recurrirá al “voto tattico”.

“Mientras los voto, los ataco”, dice Marescotti, quien ha decidido “tragarse el sapo” de votar al M5S “como un muro ante Berlusconi, la xenofobia y contra la hipótesis de cualquier pasteleo entre un partido de centroderecha como el PD y Berlusconi”. Y añade: “Soy comunista pero, durante años, sin un partido de referencia. Nunca he sido de Rifondazione Comunista. Esa historia política no es la mía. Sé que los centros sociales también están involucrados, activos en Nápoles, y creo que el Parlamento debería ser la caja de resonancia de las luchas sociales, pero es un voto minoritario, incluso si eligieran un diputado, ¿qué cambiaría en el país? En Italia y en Europa, no es el momento de la izquierda. Es una fase histórica adversa. El objetivo es romper los esquemas tradicionales del sistema. Y lo haces votando por el M5S. Estratégicamente hablando, un gobierno del M5S representa un terreno más fértil para el renacimiento de una izquierda en el país en comparación con un gobierno Renzi-Berlusconi”.

La patente de esta idea expresada por Marescotti fue el dramaturgo Dario Fo (1926-2016), de tradición antifascista, comunista libertaria y convertido en la “guía moral” del M5S. Y el Nobel de Literatura sentenció una vez: “Son los mejores que hay en la arena política”.

Etiquetas
stats