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The Guardian en español

Los hawaianos acusan a Mark Zuckerberg de “neocolonialista”

Las demandas de Zuckerberg han generado una reacción negativa por parte de los lugareños

Jon Letman / Julia Carrie Wong

Un par de días después de Navidad, Mark Zuckerberg compartió algunas fotografías familiares desde su propiedad de 283 hectáreas y 100 millones de dólares en Kauai. El director ejecutivo de Facebook decía que junto a su esposa se había “enamorado de la comunidad y de las montañas verdes y nubosas” del lugar y hablaba del deseo de “echar raíces y unirnos a la comunidad nosotros también”.

Dos días después de subir esa foto a Facebook, los abogados de Zuckerberg presentaron una serie de demandas contra cientos de hawaianos que podrían tener intereses en las pequeñas parcelas cercanas. Las demandas sobre “la titularidad de propiedad”, como explicó el periódico Honolulu Star-Advertiser, tienen como objetivo desenredar la complicada historia de los terrenos en Hawái. Pero uno de sus resultados posibles es que sus dueños se vean forzados a vender sus tierras. En algunos casos, hasta se les exige que paguen las costas legales del demandante. En este caso, el quinto hombre más rico del mundo.

Las demandas de Zuckerberg han generado una reacción negativa en los habitantes, que ven al multimillonario como otro capítulo del largo y doloroso historial de colonización occidental y desposeimiento sufrido por los nativos de Hawái.

Según la profesora de Derecho de la Universidad de Hawái, Kapua Sproat, nacida en Kauai, “esta es la cara del neocolonialismo”. “Aunque una venta forzada no sea una manera física de desplazar a la gente, es el último clavo en el ataúd antes de separarnos de nuestra tierra”.

“Uno no vende a su abuela”

“Para nosotros, nativos de Hawái, la tierra es un antepasado. Es como un abuelo”, explica Sproat. “Uno no vende a su abuela”.

Conocida como la isla jardín, Kauai ha sido durante mucho tiempo el lugar favorito de turistas, productores de Hollywood y millonarios con dos o tres casas en el lugar. Los bosques llenos de enredaderas, las vertiginosas cascadas y las extensas playas de arena han servido como escenario en películas como Parque Jurásico y Piratas del Caribe. Por su tranquilo aire rural y la suave atmósfera tropical han acudido también estrellas de rock, celebridades y, por lo menos, un multimillonario ruso.

Pero la adquisición de casas de vacaciones por parte de adinerados malihini (recién llegados) agrava aún más el abismo social que sienten los kamaaina (los nacidos en la isla o los que residen en Hawái desdehace mucho tiempo). “La gente siempre ha visto el valor de vivir en Hawái, en el paraíso y, desde hace ya unas cuantas generaciones, hemos salido perjudicados”, explica Mason Chock, concejal de Kauai. “Han venido, han comprado propiedades y han aumentado demasiado su valor. Ahora solamente las personas extranjeras o los que son de fuera de Kauai pueden darse el lujo de vivir en este lugar”.

Cerca de un despeñadero con vistas al mar embravecido del Pacífico Norte, un muro de piedra volcánica de 1,6 kilómetros de largo delimita una propiedad. Desde fuera es atractiva pero no fuera de lo común. En un cartel se lee: “Gracias por no pasar”. Pero nada sugiere que pertenezca al director ejecutivo de Facebook.

Las tierras no se pueden poseer del todo

El problema es que no le pertenece. Por lo menos, no del todo. Antes de que los occidentales llegaran a Hawái, la administración de las tierras, o ‘āina, era una responsabilidad conjunta en la que primaba la relación familiar con la tierra descrita por Sproat.

La privatización llegó en 1848 con el Māhele, que inició el proceso de repartir las parcelas entre el rey, el gobierno y la gente. Promulgada en 1850, la Ley Kuleana se creó con el fin de permitir que los nativos hawaianos reclamasen el título de propiedad de las tierras que cultivaban. Pero menos de un 1% de las tierras de Hawái fueron otorgadas a nativos.

Durante generaciones, la participación en la propiedad de muchas parcelas de la Ley Kuleana ha sido dividida entre los descendientes. Es posible que algunos hawaianos ni siquiera conozcan sus derechos sobre la tierra. Las demandas de titularidad de una propiedad tratan de disipar esa confusión.

Los demandados por Zuckerberg son descendientes de los propietarios originales por Ley Kuleana de las pequeñas parcelas que rodean la hacienda.

El 19 de enero en una publicación de Facebook, el director defendió sus demandas y dijo que eran un intento de buena fe de “encontrar a todos los propietarios parciales para poder pagar lo que les corresponde”. También se dice que Zuckerberg cuenta con el apoyo de uno de los propietarios parciales de la tierra otorgada por Ley Kuleana, Carlos Andrade, profesor de Estudios Hawaianos retirado de la Universidad de Hawái. Según el periódico Honolulu Star-Advertiser, Andrade ayuda a Zuckerberg en la demanda por la titularidad de las propiedades.

“Teniendo en cuenta la reacción de la comunidad local, estamos reconsiderando el proceso judicial y discutiendo cómo avanzar”, ha asegurado Zuckerberg en un comunicado este martes. “Queremos asegurarnos de que estamos siguiendo un proceso que protege los intereses de los propietarios, respeta las tradiciones de los nativos de Hawái y preserva el medio ambiente”, asegura el escrito.

Según Makaala Kaaumoana, directora de un grupo medioambiental en Hanalei (Kauai), las demandas eran positivas porque ayudarían a identificar a descendientes vinculados con las tierras de los que quizás no estén al tanto: “Siempre es triste cuando las familias pierden su tierra, por la razón que sea pero, al menos de esta manera, se los compensa”.

Para Matt Goodale, un vecino con cuatro hectáreas de árboles de pan, bananas, mangos, lichis y longanes a unos dos kilómetros y medio de la propiedad de Zuckerberg, la compra de los terrenos por parte del director de Facebook era mucho mejor que la alternativa: un complejo de 80 casas. En opinión de Goodale, “su comportamiento actual demuestra que está intentando hacer las cosas bien”.

Demandas “innecesarias y hostiles”

Pero otros ven las demandas de Zuckerberg como innecesarias y hostiles. “Zuckerberg dice que quiere respetar la cultura local y los valores de Hawái, pero a mí siempre me enseñaron que, si tienes un conflicto con alguien, debes tocarle en la puerta, sentarte a kukakuka (hablar) y hooponopono (arreglar las cosas)”, explica la representante del estado de Hawái, Kaniela Ing, de Maui. “No empiezas la conversación presentando una demanda”.

Ing criticó a Zuckerberg por “utilizar los mismos vacíos legales de los que se aprovecharon los barones del azúcar hace siglos”. También dijo que planeaba presentar leyes estatales para modificar las demandas sobre la titularidad de las tierras y permitir que los dueños por la Ley Kuleana se agrupen en fideicomisos para conseguir precios más justos por sus tierras.

Zuckerberg ya había provocado enfados con el muro de casi dos kilómetros de longitud. Las demandas de sus abogados también generaron dudas acerca de las posibles intenciones de Zuckerberg de impedir el acceso a una playa pública a la que se llega a través de su propiedad. Muchos nativos de Hawái, entre ellos varios miembros de la familia de Sproat, viajan a menudo a Pila’a Beach para pescar y recoger algas marinas. Sproat dice que es “un refrigerador esencial” para los que buscan el estilo de vida tradicional.

“Hemos estado esperando que se pongan en contacto con nosotros”, dijo Hope Kallai, que vive en la misma manzana que Zuckerberg, a una casa de distancia. Kallai dice también que ella y otros vecinos intentaron sin éxito ponerse en contacto a través de los abogados y el administrador de la casa de Zuckerberg. Sabían que su multimillonario vecino había venido a la ciudad en Navidad por los guardias de seguridad en la calle.

“Está como dentro de una burbuja. Sería mucho mejor si pudiéramos sentarnos en círculo y hablar. Él habla de construir puentes y no muros”, asegura Kallai. “Pero construyó un muro de casi dos metros”.

Traducido por Francisco de Zárate

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