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The Guardian en español

Boris Johnson, otra pieza en el puzle imposible del Brexit que Bruselas no sabe cómo encajar

Boris Johnson es el candidato favorito a primer ministro en Reino Unido.

Jennifer Rankin

Bruselas —

Bruselas se ha tomado vacaciones del Brexit. Un respiro que está a punto de terminar. Pese a los rumores sobre posibles compromisos y acuerdos en el horizonte europeo, la Unión no dispone todavía de ningún plan B con el que recibir al nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, que tomará el relevo de una Theresa May quemada por el Brexit.

Una fuente de alto nivel dentro las instituciones comunitarias explicó “necesitamos saber” qué es lo que quiere Boris Johnson, ya que “lo único que conocemos son sus declaraciones públicas”. Los negociadores de la Unión Europea no habían mantenido contactos aún con el equipo de Boris Johnson antes de su proclamación.

Danuta Hübner, parlamentaria polaca de centro derecha que se sienta en el Grupo Director del Brexit del Parlamento Europeo, reconoció que la urgencia con la que debe alcanzarse un compromiso antes de llegar a la fecha de salida británica de la Unión, el 31 de octubre, es “preocupante”.

Nadie puede imaginarse en este momento qué nuevos escenarios podría poner la Unión Europea sobre la mesa pero sí afirmó que el bloque permanece unido y abierto a su oferta para renegociar una declaración política sobre el futuro de las relaciones. “No podemos modificar las líneas rojas que hemos marcado como la imposibilidad de renegociar el acuerdo o una cláusula de salvaguarda [una frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda]”, fueron las palabras de los dirigentes europeos. 

Ahora, tanto Johnson como su rival Hunt se han mostrado partidarios de olvidarse de esta cláusula de salvaguarda fronteriza en Irlanda que ambos han apoyado en el pasado. Algunos informes recientes sugieren que la Unión Europea estaría dispuesta a ofrecer un periodo de transición de cinco años para romper el punto muerto actual sobre la cuestión. 

Sin embargo, tres fuentes dentro de la Unión Europea han dicho que no estamos más que ante la reedición de un debate que ya tuvo lugar durante el periodo de negociación previo y que no hay ninguna idea nueva sobre la mesa. “Todo esto viene de largo” y “no es algo que esté en consideración en este momento”, afirmó uno de los funcionarios.

Poner un marco temporal limitado para el acuerdo de salvaguarda fronteriza, que es otra de las ideas defendidas por los conservadores británicos, parece ser fruto de conversaciones informales de hace más de un año y no añade ningún escenario nuevo al proceso. Antes de que se llegara al acuerdo sobre la salvaguarda irlandesa, los límites y plazos fueron algo sobre “lo que algunos negociadores charlaron alrededor de unas cervezas”, agregó el funcionario.

La idea no llegó a ser discutida en el ámbito formal de las negociaciones entre los 27 y desapareció, según la misma fuente, en el mismo momento en que Theresa May “asumió como propia la salvaguarda”. En lo que parece una de las grandes concesiones al Gobierno británico, la primera ministra convenció a la Unión Europea de que aceptara una salvaguarda fronteriza aplicable a todo el Reino Unido y no solo a Irlanda del Norte, como planteaba el plan original.

Los representantes de la Unión Europea se muestran disconformes con el hecho de que las garantías para evitar una frontera dura, que Bruselas ve como generosas y de largo alcance, no hayan servido para convencer a los miembros del Parlamento británico de que apoyen el acuerdo de salida. De hecho, han sido tres las veces que han votado en contra.

Entre diciembre de 2018 y marzo de 2019, la Unión Europea aprobó tres paquetes de compromiso en los que esbozaba una aceleración de los trabajos para alcanzar un acuerdo comercial que evitara un cierre fronterizo duro. Cada uno de esos textos era más detallado que el anterior y se materializaron en el Acuerdo de Estrasburgo, una promesa de trabajo conjunto en la búsqueda de “acuerdos alternativos”, fórmula de gran importancia para la bancada conservadora.

Pero el Acuerdo de Estrasburgo no tuvo éxito entre los euroescépticos, que temen verse “atrapados” en una unión aduanera permanente con la Unión Europea. El Fiscal General del Reino Unido, Geoffrey Cox, ha confirmado que el acuerdo no ofrecía ninguna vía unilateral de salida posterior de ese acuerdo de salvaguarda fronteriza.

Aunque los negociadores creen que podrían trabajar en una mayor definición de garantías, no creen que eso ayude a Boris Johnson a construir una mayoría. La fuente de alto nivel consultada en la Unión Europea contó que “muchos creen que él vende mejor sus propuestas que May. No es algo que ofrezca demasiada esperanza”. 

Mientras Bruselas espera a Johnson, la comisión negociadora del Brexit ha suspendido sus encuentros durante el verano. La Unión Europea trata de comprender cuánto de cierto hay en la figura de Johnson y su retórica de “vida o muerte” o si, en una pirueta política, se limitará a vender una versión maquillada del acuerdo negociado por Theresa May. Un diplomático de la Unión Europea ha dicho que “el próximo primer ministro británico tiene que elegir si quiere arruinar su carrera con el Brexit o mirar hacia delante”. 

Algunos todavía tratan de dilucidar cuál es la postura real de Johnson ante la Unión Europea. Hübner, la parlamentaria polaca, recuerda una “conversación magnífica” con Johnson en 2008, cuando visitó en su cargo de Comisaria Europea de Política Regional al entonces alcalde de Londres con el objetivo de anunciar fondos europeos para empresas de la capital británica. “Se mostró muy positivo sobre las transferencias de la Unión Europea a proyectos londinenses. Cuando ahora le escucho comentarios desafortunados sobre la Unión me pregunto: ¿Se trata de la misma persona?”, sentenció. 

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