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The Guardian en español

El largo brazo de la ley: Corea del Sur afirma que va a detener a sus ciudadanos que consuman marihuana en Canadá

Una mujer fuma marihuana en un parque de Toronto para celebrar la legalización.

Benjamin Haas

Seúl —

Los surcoreanos que viven en Canadá saben que la sombra de las fuerzas de la ley y del orden de su país es alargada y que no pueden bajar la guardia.

La semana pasada Canadá se convirtió en el segundo país del mundo que legaliza la marihuana para uso recreativo. Sin embargo, los surcoreanos que viven en Canadá y esperaban poder probar la droga han visto esfumadas sus esperanzas. La policía surcoreana ha advertido a sus ciudadanos de que no se tomen esa libertad. La última advertencia es de esta misma semana.

“Los consumidores de marihuana serán castigados conforme a la legislación coreana, incluso si la infracción ha tenido lugar en países donde la marihuana es legal, sin excepción”, ha indicado Yoon Se-jin, jefe de la división de investigación criminal de narcóticos de la agencia de policía provincial de Gyeonggi Nambu, según ha publicado el periódico Korea Times.

La legislación surcoreana parte del principio de que las leyes nacionales son aplicables a los ciudadanos, con independencia de donde se encuentren, y que las infracciones, incluso las cometidas en el extranjero, conllevan un castigo cuando se regresa al país. Fumar marihuana puede conllevar penas de hasta cinco años de cárcel.

En Corea del Sur, las leyes de narcóticos caen con todo su peso sobre el infractor, incluso cuando se trata de cantidades mínimas. De hecho, los famosos que han sido pillados fumando marihuana han tenido que entonar un elaborado mea culpa ante los medios de comunicación. Las autoridades se esfuerzan por presentar la imagen de un país “libre de drogas”. De hecho, en 2015 solo se registraron 12.000 detenciones por ese concepto, en un país de más de 50 millones de habitantes.

Se desconocen los detalles de cómo haría la policía para examinar a todos aquellos que regresen de Canadá. Algunos expertos han indicado que probablemente se centre más en los traficantes que en los consumidores.

“Corea del Sur no puede hacer un seguimiento de todo aquel que visite otro país, lo que sí puede es tener una lista negra de ciertas personas a las que debe supervisar”, indica Lee Chang-Hoon, profesor del departamento de Administración de Policía de la Universidad de Hannam en Daejeon. “A la policía le preocupa que entre marihuana en el país y sus mensajes evidencian que es una cuestión que piensa abordar de ahora en adelante”.

Lee también señala que los jueces surcoreanos tienen un amplio margen de libertad y probablemente evaluarán caso por caso, “especialmente si la marihuana se ha recetado con fines medicinales”. Según las estadísticas del Ministerio de Asuntos Exteriores, unos 23.000 jóvenes surcoreanos estudian en Canadá.

En Corea del Sur la marihuana se utilizó tradicionalmente para fabricar tela de cáñamo. La planta se prohibió a partir de 1976, bajo la dictadura de Park Chung-hee. Antes de la prohibición, sólo la “marihuana india” era considerada un narcótico y la droga era habitual en los círculos musicales y artísticos de los años sesenta y setenta, donde muchos se inspiraban en el “humo alegre”, como se le llamaba comúnmente en aquella época.

Traducido por Emma Reverter

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