Las feministas italianas protestan por una ley que desampara a las víctimas de violencia machista
En Italia, las asociaciones de mujeres temen que los cambios legales impulsados por el Gobierno populista tengan consecuencias graves para las víctimas de violencia machista. La principal preocupación es una propuesta en el acuerdo común del Movimiento Cinco Estrellas y la Liga (extrema derecha) para combatir lo que desde el Gobierno llaman el “grave fenómeno de la alienación parental”, en el que uno de los padres manipula a los hijos para que rechacen al otro.
Según Lella Palladino, presidenta de la asociación ‘Mujeres en red contra la violencia’ (D.i.Re, por sus siglas en italiano), los hombres acusados de violencia machista podrían aprovecharse de esas medidas. Eso podría dejar en una posición de vulnerabilidad a las mujeres víctimas de violencia machista y a sus hijos, y provocar que menos mujeres denuncien las agresiones.
También preocupa otra ley que define los gastos compartidos para la manutención de los hijos y garantiza los derechos de paternidad a las dos partes sin especificar excepciones en casos de violencia machista. La D.i.Re ya comenzó una petición para bloquear esa ley, redactada por el senador de la Liga Simone Pillon, que la semana pasada comenzó a debatirse en el Parlamento italiano. “Basta de concesiones o de batallas ideológicas feministas contra los hombres, solo estamos pensando en los niños”, dijo Pillon a Vanityfair.it.
La Liga es el partido que ha comenzado con las políticas contra el síndrome de alienación parental. Giulia Bongiorno, abogada del partido y actual ministra de Administraciones Públicas, ya había pedido en otras ocasiones criminalizar la alienación parental.
Aunque el síndrome suele invocarse en las peleas por la custodia de los niños, los abogados dicen que los hombres acusados de violencia machista también lo usan para explicar por qué los niños se niegan a verlos. Según Girolamo Andrea Coffari, abogado y presidente del Movimiento para la Infancia (Movimento per l'Infanzia), “argumentan que la madre es culpable por alienar al niño, cuando en realidad el niño está rechazando los abusos del padre”.
De acuerdo con Coffari, en los casos de custodia muchas decisiones se toman teniendo en cuenta la teoría del síndrome de alienación parental, desarrollada por el psiquiatra estadounidense Richard A. Gardner en la década de los 80 y desacreditada por las asociaciones científicas y por la Convención de Estambul sobre violencia machista. Gardner era un conocido misógino que veía en la mayoría de las madres a personas mentirosas capaces de instigar en sus hijos el rechazo al padre. “Hay una pelea entre los que defienden esta ciencia basura, esta forma de violencia contra las mujeres y los niños, y los que buscan defender a las mujeres y a los niños”, dice Coffari.
Una visión llena de estereotipos
Como dice la abogada de familia Elena Biaggioni, la alienación parental “no es un síndrome” sino una “visión estereotipada de mujeres que castigan a los hombres”.
El posible avance de las nueves leyes es especialmente preocupante en un país donde muchas víctimas de violencia machista ya sienten que el sistema judicial opera en su contra, aunque haya varias leyes diseñadas específicamente para luchar contra la violencia machista. “Las leyes están ahí, pero se aplican mal”, dice Palladino. “Por ejemplo, una de ellas dice que los hombres violentos deben ser sacados de la casa, pero no se cumple”.
Las estadísticas sobre violencia machista en Italia son similares al promedio europeo, aunque el país tiene una de las tasas de feminicidio más altas de Europa. Según cifras del Istat (el organismo oficial de estadísticas), 149 mujeres fueron asesinadas en 2016. A 59 de ellas las mató la persona que era su pareja en ese momento; a 17 las mató un ex; a 33, otro miembro de la familia; y a 9, una persona a la que conocían.
La cultura local es otro obstáculo: a las mujeres que denuncian violencia les cuesta que la policía, sus propias familias o los tribunales crean lo que están diciendo. En septiembre de 2017, dos estudiantes estadounidenses denunciaron a dos policías uniformados por haberlas violado en Florencia y ellas acabaron acusadas por ir borrachas y vestidas de manera inapropiada.
En julio, la Corte Suprema di Cassazione (la corte suprema italiana) dictaminó que no podían aplicarse circunstancias agravantes a una sentencia por violación porque, antes de ser atacada, la víctima había bebido alcohol por su propia voluntad. En febrero de 2017, un tribunal de Turín absolvió a un hombre que había violado a una mujer en una cama de hospital cuando el juez dictaminó que la mujer no gritaba lo suficientemente fuerte.
Luego están el machismo de siempre, la sensación entre los hombres de que las mujeres les pertenecen, y la forma en que los medios presentan las historias de violencia machista. “O ponen feminicidios, especialmente cuando son muy violentos, o ponen historias sobre los ‘pobres hombres’ que se ven obligados a dormir en el coche para poder pagar la manutención”, dice Elizabeth (nombre ficticio), una mujer inglesa y residente en Roma a la que su exmarido italiano sigue acosando psicológicamente. “No hay nada en el medio”.
Las asociaciones de mujeres también temen las derivaciones de cualquier cosa que haga Lorenzo Fontana, el ministro de Familia italiano, abiertamente homófobo y antiaborto. “Cada vez que habla hace un daño terrible”, dice Palladino. “Nos preocupa que dé marcha atrás con el progreso hecho hasta ahora en los derechos de las mujeres”.
“Amenazó con llevarse al niño”
Con 28 años y residente en la región meridional de Campania, Francesca (nombre ficticio) inició hace poco un proceso judicial contra su exmarido, que durante años le hizo sufrir violencia física, sexual, psicológica y financiera.
Francesca había sido violada en grupo a los 14 años, un episodio que se guardó hasta que conoció a su pareja, cinco años después, y se lo contó. Él usaría la historia de la violación para dañar aún más su autoestima, diciéndole que por eso nunca se quedaría embarazada. Hasta que se quedó.
El hijo de la pareja, que ahora tiene nueve años, fue testigo de cómo su padre golpeaba, violaba y maltrataba a su madre. El niño decidió que no quería verlo más y ahora Francesca teme que su ex la acuse de alienación parental. “Creo en el sistema judicial, pero tengo miedo”, dice. “Ha amenazado con llevarse al niño y pagar a alguien para que dé la impresión de que estoy loca; nunca he tenido problemas con que mi hijo vea a su padre si el niño quiere, pero no quiere”.
Francesca buscó ayuda en Casa Lorena, un refugio de mujeres cerca de Caserta. Confiscado hace 20 años a la mafia, en el edificio viven hoy siete mujeres con sus hijos. Entre los residentes anteriores también ha habido esposas de mafiosos. En un conocido caso, un jefe de la mafia quemó viva a su suegra.
Hay 160 casas similares en toda Italia. De ellas, la D.i.Re administra 83. En 2016, esa asociación dio refugio a más de 21.300 mujeres. En su mayoría eran víctimas de violencia psicológica, seguida de abusos físicos, económicos, sexuales y acoso.
Traducido por Francisco de Zárate