Un videojuego para que surja el amor
Siempre se ha dicho que los videojuegos, como buenos hijos de Satanás que son, provocan algunos de los mayores males de la sociedad moderna, fomentando el consumo de drogas, la violencia, las palabras malsonantes, el alcoholismo en adolescentes, el aislamiento social de los más pequeños, etcétera. Sin embargo, todavía hay quien piensa que de algo tan simple como un videojuego puede surgir algo tan grande y bonito como el amor. Ese es Adiraan de Jongh, diseñador holandés que creó Fingle.
Se trata de un videojuego para tabletas ideado para ‘conectar a las personas’ gracias a su jugabilidad, consistente básicamente en ‘hacer manitas’ sobre la pantalla. Los dos jugadores participantes tienen que interactuar con sus manos al mismo tiempo sobre diferentes elementos de forma más o menos coordinada, lo que acaba provocando el roce, y como bien sabéis el roce hace el cariño. Fingle viene a ser la versión moderna del mítico Twister, sólo que para tus dedos.
Según recogen en Eurogamer, la prueba viviente de que Fingle funciona son Rami Ismail y Adriel Wallick, pareja que se enamoraron disfrutando de este juego durante las más de tres horas que duró el vuelo en el que coincidieron. Pero Fingle no sólo sirve para que dos personas se acaben enamorando, si no que también puede servir como pretexto a una pareja ya establecida para encontrar un momento de pasión. Así se lo aseguró a de Jongh un ex empleado de Blizzard, señalando que nada más jugar a Fingle hizo el amor con su novia.
¿Y qué opina de Jongh de todo esto? Pues él está encantado de que su creación sea una especie de Cupido moderno: “Este es probablemente mi mayor éxito en la industria del videojuego. ¡Que le den al dinero! ¡He hecho que la gente tenga relaciones sexuales!”¡He hecho que la gente tenga relaciones sexuales!.
Sin embargo Fingle no es la única ni la más alocada creación de de Jongh. Este diseñador también ha trabajado con el Ballet Nacional de Holanda en la creación de un juego para móviles que utiliza el control giroscópico para enseñar a la gente a bailar, o al menos les sirve para interesarse algo más por la danza. De su imaginario también surgió Friendstrap, un título para teléfonos móviles que fomenta la conversación sobre diferentes temas personales entre dos personas del que no está especialmente orgulloso al considerarlo un aburrimiento. Supuestamente todo se resume a sostener el teléfono a la vez, y el primero que lo suelte por no querer hablar de un tema pierde.
Ahora de Jongh andan tras el siguiente paso a Fingle, el cual podría ser una mezcla entre este y Friendstrap. La idea sería que dos personas pongan su lengua en un teléfono lamiendo un helado virtual, porque de Jongh quiere que la gente se toque con la lengua. Así de simple. Todo ello para fomentar la ‘interacción social’ aún a costa de lo higiénico, por aquello de que ‘el amor nunca es limpio’.
A lo que vamos, de Jongh parece encontrarse entre ese grupo de desarrolladores independientes que están como locos por aunar tecnología, videojuegos y relaciones sociales, creyendo firmemente que ese el futuro hacia el que va buena parte de la industria del videojuego.
¿Seguirá adelante con ese nuevo Fingle ‘con lenguas`?