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Diablo III Reaper of Souls - Análisis PC

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Jaime Pérez / Jaime Pérez

Ilusión y decepción. Dos efectos antagónicos que provocó la llegada del esperadísimo Diablo III en 2012. Fueron muchas las virtudes que acompañaron al título de Blizzard: un apartado gráfico renovado y espectacular, un diseño de enemigos impresionante o unos personajes y habilidades más impactantes que nunca. Todo parecía perfecto durante las primeras semanas, sin embargo, y dejando de lado algunos de los aspectos más cuestionables como el nuevo sistema de progresión o la casa de subastas, Diablo III perdía fuelle a largo plazo, perdía mucho fuelle.

Aspectos como la escasez de incentivos para los usuarios de mayor nivel acabaron pesando demasiado en el nivel de entusiasmo de sus seguidores, que se veían forzados a repetir una y otra vez la campaña para seguir exprimiendo un juego que a la larga se volvía tremendamente repetitivo. De hecho, la propia Blizzard asumía muchos de los errores de planteamiento tras la marcha de Jay Wilson, uno de los principales responsables del proyecto.

Diablo III, necesitaba un revulsivo, un giro que permitiera devolver la ilusión a todos los usuarios que abandonaron de forma prematura para dedicar su tiempo a otros asuntos. Esa era precisamente la difícil misión deReaper of Souls, y tras unas cuantas largas e intensas sesiones, podemos afirmar que es una misión que cumple sobradamente, aunque con ciertas reservas.

Reaper of Souls convierte la experiencia de Diablo III en algo más parecido a lo que sus fans esperaban en un primer momento, es decir, corrige errores, añade contenido y modifica algunos planteamientos con los usuarios de mayor nivel en mente. La cantidad de cambios y añadidos es abundante y lo más importante de todo, todos y cada uno de ellos son para mejorar la experiencia.

Quizás la primera y más interesante de las incorporaciones sea el V Acto, la continuación de una historia que nos traslada a nuevos escenarios, desafíos y enemigos que no sólo mantienen el nivel de los cuatro actos anteriores, sino que incluso los superan gracias a una ambientación y una belleza estética extraordinaria.

La primera de las tres secciones que componen el nuevo acto, nos sitúa en la ciudad de Westmarch, un escenario oscuro con tintes góticos especialmente siniestros que nos llevarán a recorrer calles completamente cubiertas literalmente de cientos de cadáveres. La segunda sección nos traslada a una zona pantanosa repleta de mazmorras que recuerdan algunos momentos del juego original. La última nos lleva a visitar Pandemonium y una imponente fortaleza que resulta ser uno de los escenarios más atractivos jamás vistos en la franquicia, toda una delicia visual.

La trama no se puede decir que sea una de las grandes virtudes de Diablo, y con esta expansión, se cumple con la norma de una narrativa para salir del paso y dar sentido a nuestras masacres, eso sí, los enemigos, y muy especialmente los jefes finales siguen siendo tan sobrecogedores como de costumbre. En esta ocasión tendremos que vérnoslas con Mathael, uno de los enemigos más siniestros de la serie que decide hacerse con la piedra donde quedó encerrado el mismísimo Diablo con la noble intención de acabar con el gran conflicto a costa de las vidas de unos insignificantes humanos.

El V Acto a pesar de su narrativa marca de la casa, es largo, intenso y sobre todo muy entretenido. Sólo el hecho de poder recorrer nuevos lugares y enfrentarse a engendros del averno inéditos provoca una grata sensación de variedad, sobre todo para todos aquellos que estábamos saturados de acabar trescientas mil veces con el Rey Esqueleto del primer acto. Pero lo cierto es que esta extensión de la historia se gana su lugar en la historia por mérito propio, porque el trabajo de Blizzard y el mimo dedicado a cada metro cuadrado del nuevo escenario es digno de aplauso.

La segunda gran novedad de Reaper of Souls es la nueva clase: el Cruzado. Un nuevo héroe que recuerda al clásico Paladin de Diablo II tanto por su estética como por sus habilidades. Se trata de un héroe cuerpo a cuerpo con la mayor capacidad defensiva de las cinco clases, a lo que hay que sumar algunas habilidades muy útiles para nuestros compañeros de batalla y unas posibilidades de ataque completamente devastadoras.

El Cruzado puede parecer una clase pasiva portadora de escudos y hechizos regenerativos, pero la realidad es que es una mala bestia, capaz de lidiar tanto con enormes grupos de enemigos como con criaturas poderosas sin apenas despeinarse. Es una clase espectacular, y sobre todo muy contundente, tanto en los golpes directos con armas pesadas o con el propio escudo, como en el uso de hechizos repletitos de efectos de luz divina y otras sutilezas como caballos invocados o martillos voladores.

Hasta aquí podríamos decir que nos encontramos con el contenido típico que cabría esperar en una expansión, pero la realidad es que Reaper of Souls esconde muchas más sorpresas.

Una de las más agradables es sin duda la incorporación del Modo Aventura, una nueva modalidad que se desbloquea al finalizar el V Acto y me permite recorrer el mundo de Diablo III a nuestro gusto, visitando las zonas que queramos, derrotando a los enemigos que nos apetezca en cada momento o repitiendo los desafíos que más nos hayan gustado sin necesidad de ceñirse a la linealidad que impone la campaña. En cierto modo convierte a Diablo III en un mundo semi-abierto, por el que circular alegremente en busca de recompensas y botín sin apenas imposiciones.

El atractivo es mayor de lo que parece en un primer momento, porque el Modo Aventura está plagado de misiones y desafíos aleatorios que consiguen engancharnos y dar sentido a nuestro deambular por aquellas zonas del juego que decidamos recorrer. Suelen ser misiones cortas, pero muy intensas, con objetivos que van desde derrotar a un determinado jefe final a sobrevivir a una gigantesca horda de enemigos, los cuales por cierto, resultan mucho más satisfactorios si se realizan en compañía.

Pero estas aventuras guardan otra novedad, las Fallas Nephalem a las que podremos acceder completando misiones y que consisten en unas mazmorras especiales con una dificultad mayor para aquellos que busquen mayores retos.

Reaper of Souls cuenta además con un par de ases en la manga adicionales, y volviendo a lo que comentábamos al principio, alegrarán la vida de los jugadores con los niveles más altos. Aparte de la ampliación a70 como nivel máximo, cuenta con el sistema Paragon 2.0 que permite seguir adquiriendo puntos de habilidad a pesar de haber alcanzado ese nivel, para poder seguir definiendo características y atributos de nuestros héroes.

Por supuesto, la incorporación del sistema Loot 2.0 también está presente para hacer que las recompensas y los botines sean algo realmente atractivo. Para aquellos que abandonaran Diablo III antes del “gran parche”, este sistema limita la aleatoriedad de los botines, para adaptarlos al personaje que controlamos, es decir, que se acabó hacer una colección de mandobles a dos manos con nuestro mago, ahora las recompensas no sólo serán útiles para nuestra clase en concreto, sino que proporcionarán incluso mejoras a habilidades concretas, haciendo que lleguemos a replantearnos la elección de habilidades en función de nuestro equipo. Loot 2.0 además mejora la calidad de los objetos que podemos conseguir, limitando la aparición de objetos basura y mejorando la calidad de los épicos y legendarios.

Para terminar, no podemos dejar de mencionar algún que otro aspecto negativo de esta expansión, porque sí, también los tiene.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la experiencia en líneas generales, no cambia demasiado, es decir, que quien encontrara Diablo III como una experiencia repetitiva donde prima el aporreo en detrimento de la elaboración, debería mirar a otro lado, porque se encontrará más de lo mismo. Diablo III es un gran juego y la expansión mantiene la esencia, pero a veces no podemos evitar la sensación de que los combates podrían ser un poco más tácticos y complejos de lo que son.

Tampoco podemos evitar hacer mención a que se mantiene el sistema de progresión tal y como estaba en el juego original, algo que a día de hoy nos sigue pareciendo un paso atrás respecto al sistema clásico de Diablo yDiablo II. Por último, nos vemos obligados a mencionar la sonada ausencia de ese modo PvP que nunca termina de llegar y que parece resistírsele al equipo de desarrollo.

En definitiva, Reaper of Souls, ofrece todo aquello que Diablo III debió ofrecer en un primer momento, y aunque compartimos el desencanto con muchos otros jugadores que abandonaron la experiencia antes de lo previsto, tenemos que reconocer que ofrece motivos suficientes para retomarla. Ya conocéis ese dicho popular, más vale tarde que nunca.

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