Enseñando sostenibilidad
Cuando habitamos una vivienda o trabajamos en un despacho o la amplia sala de una empresa buscamos la comodidad. Esa sensación nos remite a conceptos como el de la habitabilidad, pero también a una necesidad, e incluso exigencia creciente en nuestra sociedad: la calidad de vida.
Este concepto tan traído y llevado implica términos mayores como es el del consumo energético. Sí. Consumir energía es piedra de toque fundamental, por ejemplo, para que la casa que habitemos proporcione calor en invierno y nos haga sentirnos frescos y relajados en pleno verano. Hasta hace poco, gestos como encender la calefacción o el aparato del aire acondicionado no implicaban una conciencia medioambiental o, al menos, un planteamiento de ahorro energético. Pero, a día de hoy, las circunstancias han cambiado porque ni los recursos naturales son infinitos ni el alto grado de exigencia de una población mundial en aumento permite fulminar las fuentes energéticas de las que disponemos. En otras palabras, muchas veces malgastamos energía y contaminamos con gestos que pasan tan desapercibidos o que tenemos tan interiorizados que no caemos en la cuenta.
Afortunadamente, las nuevas políticas medioambientales encaminadas a la búsqueda y práctica del ahorro energético cunden en una sociedad en la que ha prendido la llama de que la comodidad en nuestros hogares y lugares de trabajo no está reñida con un uso eficiente de la energía limpia, alternativa y que, además, es a la larga más barata. Por eso, desde un ciudadano de a pie hasta un arquitecto o un político saben de la necesidad que late en torno a nosotros de ahorrar energía hasta el punto de que los futuros profesionales de la construcción son formados en el concepto de la arquitectura bioclimática y de las edificaciones sostenibles. Unos estudios que proliferan y de los que España podría ser puntera en poco tiempo, puesto que somos un laboratorio potencialmente rico en energías renovables y limpias, así como en profesionales que apuestan por integrar la construcción con el entorno. Por ejemplo, SEAS, Estudios Superiores Abiertos, es uno de estos centros punteros que ya han comenzado a impartir en sus estudios una filosofía ‘verde’ con interesantes apuestas en sus cursos como el de “Ahorro y eficiencia energética en Edificación”.
Qué estudia un profesional en este campo es una pregunta que tiene una respuesta visual en las últimas edificaciones, armónicas con su entorno. Se aprovecha la orientación, por ejemplo, para mantener la vivienda o la oficina bien aislada. Se estudian también los pasillos que forma el viento o las características del terreno, al margen de los paneles solares, cada vez más comunes en muchos edificios de reciente construcción. Y es que tenemos que invertir la tendencia de una curva que indica que a mayor nivel de desarrollo, mayor es la contaminación y el consumo energético, como es el caso de EEUU y Japón, ejemplos que se analizan en los estudios mencionados de la Fundación SEAS. El objetivo no es otro que el de dar la vuelta a esa curva de consumo energético y reconciliar la innovación, el bienestar con el avance, especialmente en España donde el consumo en los hogares se dispara y alcanza picos importantes y récords históricos cada invierno y cada verano.
No en vano, España se caracteriza por una variedad climática acusada teniendo en cuenta la superficie total del país. Por eso, en la formación de futuros profesionales, estos han de valorar dichas características. En función del carácter autóctono de cada región geográfica podemos explotar una u otra fuente energética renovable en la edificación. Hay países que nos llevan la delantera, como es el caso de Islandia o Noruega, pero en el horizonte de los profesionales y de los futuros responsables de un adecuado consumo energético está la aplicación de energía solar y eólica en distintas formas en los edificios venideros: biomasa, energía solar térmica, energía geotérmica, solar fotovoltaica y microeólica (una gran apuesta de la que se tiene habida cuenta de su rentabilidad).
Además, los inmuebles y otro tipo de obras orientadas a la eficiencia energética constan de parámetros suficientes para medir el grado en que nuestros objetivos se cumplen. Se complementa con una herramienta en la que se forma a los estudiantes en esta materia. Recibe el nombre de LIDER, que sirve para verificar la exigencia de Limitación de demanda energética, establecida por el Documento Básico de Habitabilidad y Energía del Código Técnico de la Edificación. En otras palabras, cada obra de nueva construcción dispone de los instrumentos de control suficientes que garantizan el cumplimiento de una política energética eficiente.
La energía, combustible de la sociedad moderna, no puede ser sinónimo de avance en un sentido y retroceso en el otro. Por eso, desde las aulas de instituciones como la de SEAS, Estudios Superiores Abiertos, en el programa de “Ahorro y eficiencia energética en edificación” no puede faltar el análisis y aplicación de las energías renovables y su integración en los edificios. Aerogeneradores de ejes vertical u horizontal, aplicación de sistemas solares térmicos o de colectores solares, además de paneles fotovoltaicos son materia de investigación y una apuesta firme, junto a la novedosa biomasa, para cambiar el sentido en el que avanza el medio ambiente. La calidad de vida de manera eficiente y cómoda está al alcance de la mano.
0