Gorka Urbizu: “Poner la canción por delante de todo sigue siendo innegociable”
Después de veinticinco años de carrera, Berri Txarrak anunciaba una pausa indefinida a partir de 2019 con la que parar y tomar distancia ante el desgaste de la actividad continua durante más de dos décadas. “La pasión es el mínimo exigible” era el lema que llevaban por bandera y con ello dejaron un extraordinario legado, así como una enorme nostalgia cuando llegaron los acordes finales en sus últimos conciertos en el Navarra Arena.
Tras un necesario paréntesis temporal y personal, Gorka Urbizu, vocalista, guitarrista y miembro fundador de la banda, regresa con un nuevo comienzo musical donde explora en solitario un terreno más intimista y pausado. En el festival Sierra Sonora, el cual arranca hoy jueves en Viniegra de Abajo, presenta su trabajo «Hasiera bat», que ha contado con una gran acogida. Lo hará después de la huella que ha dejado en él la reciente grabación de dos nuevas canciones en un templo de la música como es el Studio Two de Abbey Road, emblema de The Beatles.
¿Es «Hasiera bat» un renacimiento personal?
Desde luego, es un punto de inflexión en mi carrera. Fue mi forma de romper un silencio de cuatro años tras la despedida de Berri y vengo con otro lenguaje, escribo desde otro lugar. Para mí no hay una ruptura, pero está claro que ahora me muevo por otras coordenadas.
¿Qué has sentido a la hora de lanzarte a explorar este nuevo terreno en solitario?
Toda creación implica incertidumbre, más con un proyecto que arranca de cero y con un sonido que a priori mucha gente no esperaría. Uno siente vértigo, pero al mismo tiempo es ese mismo vértigo lo que le da sentido a todo. El creador vive en esa paradoja constantemente.
Has mantenido la esencia propia desde un estilo marcado por la energía y contundencia a este, donde sobresalen la delicadeza y el intimismo. ¿Cómo ha sido esa etapa de transición a nivel emocional y personal? ¿Consideras que había presión ante las expectativas por la siguiente publicación tras la trayectoria de Berri Txarrak?
Berri Txarrak paró en su momento de máximo reconocimiento. Siempre tuve claro que quería dejarlo en un buen momento. En 2019 llegamos a reunir 25.000 personas en un concierto, que es una locura. Conservo un recuerdo increíble y me emociono cada vez que constato toda la comunidad de fans que se creó alrededor de su música, la cual sigue muy viva y me siento orgullosísimo por ello. Yo no puedo pedir más.
Del mismo modo, siento que de alguna manera eso ya lo he hecho -“been there, done that”, que dirían los ingleses- y ahora busco otras cosas, continúo aprendiendo. Lo que sigue siendo innegociable es la búsqueda y el poner la canción por delante de todo. Eso no ha cambiado, da igual el estilo o cuánta gente escuche tu música.
De ser publicado sin anuncio previo a ser elegido como Mejor disco en euskera y estar nominado a Mejor álbum del año y Mejor producción musical en los Premios de la Música Independiente de 2025. ¿Esperabas la acogida que está teniendo la obra?
Yo estaba muy contento con el disco que había hecho. Creo que tiene luz y que -no querría que sonara pretencioso- hay algo sanador en él. Pero al ser de un espíritu tan intimista y pausado -visto cómo está el mundo, es un disco que va a la contra-, quizás me esperaba una acogida más discreta. Arranqué la gira tocando hasta tres fechas en cada ciudad, lo cual fue toda una sorpresa. Me siento muy afortunado y agradecido, esa es la verdad.
En «Maitasun bat», canción que abre el disco, hablas de poner la vida en el centro. ¿Qué es lo que hay que situar como prioritario?
Bueno, yo solo soy un hacedor de canciones, pero el mensaje de este disco, a muchos niveles, es el de tratar de desacelerar; de dedicar a las cosas y a la gente el debido tiempo, escuchar, cuidarnos, tratar de comprender, proponer y defender la belleza.
El álbum está elaborado con mucha dedicación y abarca registros más suaves con otros más dinámicos como en «Toki bat». ¿Qué querías reflejar con esa mezcla de estilos?
Para mí hay una propuesta estética desde la portada hasta las letras, el sonido -con esa economía de medios, el huir de la estridencia-... Da igual el tempo de las canciones: forman una unidad, un viaje en el que vas descubriendo cosas a cada escucha.
Hay canciones que atraviesan al oyente como «Etxe bat». ¿Escuchar esta obra es una especie de refugio ante la velocidad del mundo actual?
«Etxe bat» me parecía demasiado personal y tuve mis dudas de si incluirla en el disco o no. Finalmente lo hice y es muy bonito ver cómo la gente ha conectado con su letra. Es una canción hecha a mi familia, pero en el fondo hay algo más grande y universal, que es el paso del tiempo y el miedo que eso nos genera. Ahora me doy cuenta de que no supe verlo en su momento y es muy gratificante esa conexión.
El disco se compone de diversas canciones que llevan por título un artículo y un elemento salvo la última, «Besterik ez». ¿Por qué has decidido que la estructura sea de esta forma?
Esto realmente se me ocurrió un día antes de enviar todo a fábrica. Era una forma de darle aún más cohesión a todo y me gusta el tema del artículo “un amor”, “una casa”, “un color”... porque al crear algo estás obligado a deshacerte de muchas ideas. Por lo tanto, lo que propones es “un comienzo”, pero podría haber sido otro totalmente diferente. Eso a veces genera angustia. Uno tiene que hacer un ejercicio de aceptación de todo lo que va descartando sin saber jamás qué habría sido si hubieras tomado otro camino diferente. Soy muy indeciso y mi entorno lo sufre. Mis disculpas.
Comenzaste una gira a principios del pasado año, la cual contempla conciertos programados hasta finales de este. ¿Cómo está siendo la recepción del público en los directos?
Mágica. Veo al público sonreír y vibrar y eso me hace feliz en una época de mi vida que no está siendo fácil.
Actúas el viernes en el Sierra Sonora de Viniegra de Abajo, donde compartes cartel con artistas como Rita Payés, Amaia Miranda, Xoel López o Pedro Pastor. ¿Qué esperas de un festival como este que reivindica el arte y el territorio?
Nunca he estado, pero me han hablado muy bien de él otros artistas que han pisado su escenario. El hecho de que sea un pueblo pequeño donde se han juntado personas apasionadas por el arte y hayan sido capaces de crear algo tan especial merece todos mis respetos. Encima casa a la perfección con mi propuesta actual. Hay que reivindicar la ternura y las cosas hechas con cariño.
¿Qué significa La Rioja para ti?
Aparte del tópico del vino -que me encanta cada vez más (risas)-, guardo muy buen recuerdo de mis visitas con Berri. Junto con la actuación en Logroño del año pasado, será la presentación de mi nuevo proyecto en tierras riojanas y vamos con muchas ganas. Además, me parece un cartelazo con artistas que respeto mucho.
¿Cuáles son los planes que tienes pensados para el futuro?
Acabo de regresar de Abbey Road, donde hemos grabado dos temas nuevos que verán la luz en octubre de cara al final de gira que termino en noviembre con cuatro noches en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. Luego me tomaré un descanso y supongo que me pondré a componer, aunque me cuesta hacer planes a largo plazo, así que todo está en el aire.
El disco representa, entre varios aspectos, la apertura emocional, la conexión y la nostalgia, pero se cierra señalando la dificultad en ocasiones de decir “te quiero”.
¿Asusta mostrar lo que somos y sentimos?
Cuesta y mucho. Diría que los hombres somos bastante más zoquetes -por no usar otra palabra-, con una elevada media de auténticos ineptos emocionales. No sirve de excusa, pero menos mal que tenemos el arte para expresarnos.
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