La UDL asea su imagen
El fútbol. Un estado de ánimo. De la depresión, como se comprobó y se acentuó en La Planilla, a la mejoría exhibida en Las Gaunas ante un Real Unión que no quiso hacer ruido y no ser protagonista. Sergio Rodríguez, valiente, lo agradeció. El técnico se jugaba su continuidad. Lo sabía. Quizá por eso quiso dejar su impronta, por si era su última al frente de los blanquirrojos. Frescura. Eso demandaba este equipo. Intensidad. Necesaria para mudar de imagen. Ritmo. Obligado en un momento delicado. El 2-0, la victoria, el juego y las sensaciones mostradas permiten pensar que la apuesta del preparador logroñés, además de osado, fue acertada.
Con César Remón, Santamaría y Flaño fuera de la lista, le llegó la oportunidad a Bobadilla. Un chico que viene desde abajo, que parecía que iba a dar el salto, pero que no lo había hecho por falta de oportunidades y o de creer en su capacidad. Sergio Rodríguez confió en él. También en Víctor López. Primera titularidad esta campaña. Lo de Juan Iglesias no es una sorpresa, lleva semanas evidenciando que tiene un hueco. Por si había dudas, Olaetxea es del gusto de Sergio Rodríguez. Le gusta su trabajo como segundo delantero, ayudando al centro del campo y aportando cosas cuando hay que construir. Eso permite encontrar a un Rayco más liberado que desde la izquierda aparecía por todos los sitios para inquietar, para hacer daño, para ambicionar la portería rival. Vuelta a los orígenes, a la asimetría.
En la derecha, Juan Iglesias y Víctor López se complementaron a la perfección. Energía y verticalidad. En el otro perfil, ya estaba Paredes, que dio un susto en el ecuador de la segunda mitad. Su profundidad es importante para este equipo. Suya fue la primera oportunidad. De hecho, no hubo que esperar hasta casi los minutos finales para ver un tiro a puerta de la UD Logroñés. Llegó pronto. Es lo que demandaba la grada, que apreció los esfuerzos de todos para ayudar y sumar, no restar.
La mezcla entre Caneda, un fijo, y Bobadilla dio solvencia. Lo que se había carecido hasta la fecha. Bijimine estaba mostrándose irregular, demasiado impulsivo en ocasiones. Santamaría no ha estado afortunado hasta la fecha. Un centro de la zaga que funcionó. Como la medular, donde Andy y Salvador dieron un paso adelante. Menos confort y más presión. Premisas puestas en práctica ante un Real Unión que se marchó de Logroño con la idea de haber tirado el partido. Apenas percutieron sobre Miguel y evidenciaron que andan con dudas en su juego. Aspectos en los que algo de mérito tuvo una UDL más ‘enchufada’, más reconocible.
Porque Marcos André volvió a ser ese delantero incisivo, correoso, desequilibrante, capaz de poner en jaque a un rival que se dejó hacer. El brasileño se hartó de conducir, encarar, recortar y tirar a portería. Hasta que lo consiguió. Control, giro y avidez para buscar el gol y encontrarlo con un tiro cruzado. Fue antes del descanso. No fue una jugada aislada. Para ese momento, la UDL ya había percutido por ambos lados con Paredes y Víctor López. Ya había probado a Irazusta con tiros de Salvador, Rayco, en varias ocasiones, y Marcos André.
Hasta se antojaba que la renta era escasa ante la incertidumbre de saber qué UDL se iba a ver tras el paso por los vestuarios. Hubo continuidad. Gran señal. Víctor López se topó con el poste en un remate de aquella manera. Marcos André y Rayco volvía a probar a Irazusta. Es más, el brasileño se gustó con varias arrancadas, aunque sin fortuna en el tiro final. Entonces Juan Domínguez puso en escena a Etxaburu. Vino la zozobra. Fueron minutos en los que el Real Unión creyó en algo más que en pasar la tarde.
Un centro de Alain Eizmendi silenció Las Gaunas. Urkizu y Capelete no acertaron a rematar. O no pudieron. Los irundarras reclamaron penalti. Con el susto en el cuerpo, Miguel paraba un tiro de Alain Eizmendi. Ahí acabó el cuadro guipuzcoano sus aproximaciones sobre un capitán que fue silbado en algún momento del choque. Sergio Rodríguez lo vio claro. Rubén Martínez debía dar la pausa que el equipo necesitaba. No sólo eso. En su primer contacto con el cuero cerró el encuentro. Marcos André hizo lo que mejor sabe y el zurdo supo estar en el sitio adecuado para apaciguar los ánimos y dar tranquilidad a Sergio Rodríguez. También al resto de aficionados blanquirrojos.
Los puntos estaban a buen recaudo. Es más, Paredes pudo hacer el tercero, ya con el tiempo cumplido. No hizo falta. Mejor que se lo guarde para otra ocasión. Por ejemplo, para Lezama el próximo sábado. Esa sí que será una prueba de fuego para saber si esta UDL ha recuperado su lugar en este grupo. Si el estado de ánimo ha mejorado o lo exhibido este domingo ha sido flor de un día. La frescura, la intensidad y el ritmo marcarán el devenir del bloque riojano.
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