Vuelve la procesionaria
Es un insecto que utiliza como húesped los pinos, abetos y cedros. Desde hace una semanas, ya se encuentran nidos en los parques logroñeses, en lugares como el entorno del seminario, el parque de La Grajera y el barrio de Los Lirios, como indica la Asociación de Vecinos de este barrio en su Twitter. Hasta que no bajen el suelo y se trasformen en mariposas, no son tóxicas, pero el Ayuntamiento de Logroño ya se ha puesto manos a la obra y ha comenzado a emplear los métodos habituales para controlar la plaga.
Las procesionarias son orugas de una mariposa nocturna, es decir, una polilla que vuela en los meses de verano, como detalla a Rioja2 el biólogo Luis Martínez-Zaporta. Esta polilla sólo vive unos días o incluso horas, ya que no se alimenta. Su única misión es aparearse. “No matan al árbol, sólo se comen sus hojas, pero si está muy debilitado pueden suponer un problema”, señala, ya que pueden ralentizar su crecimiento al privarle de hojas.
Además, cumplen una labor importantísima como herbívoros del pinar, ya que no hay otra especie en los pinares que puedan transformar la biomasa vegetal en proteína animal (como alimento para otros seres vivos) y estiércol fresco (como abono para el suelo) en las cantidades que lo hace la procesionaria
Sin embargo, el mayor daño lo pueden provocar en personas y en animales, ya que son urticantes. No es necesario el contacto directo, puesto que las procesionarias, cuando se sienten amenazadas, pueden lanzar sus pelos sedosos al aire, generando irritaciones y alergias.
Cuando llega la primavera, las orugas bajan del árbol para enterrarse en el suelo, donde formarán sus capullos, para transformarse en adultos. Se mueven en línea formando una procesión dirigida por la hembra. Es en la fase en la que bajan a tierra y antes de enterrarse cuando son realmente peligrosas, ya que es cuando más posibilidades hay de que niños y mascotas entren en contacto con ellas. Si las inhalan o se las tragan pueden sufrir una inflamación o incluso un shock alérgico, llegando incluso a poder asfixiarse. Si se tocan, sólo provocan un picor molesto, explica Martínez-Zaporta.
MÉTODOS DE CONTROL
En Logroño, son varios los métodos que se usan para controlarlas, como la colocación de feromonas sexuales, una técnica no contaminante con el medio ambiente. Consiste en el seguimiento de las poblaciones, la detección de focos incipientes de plagas y el trampeo masivo para el mantenimiento de bajos niveles de infestación.
Otro de los métodos utilizados es cortar y quemar los bolsones. Durante los meses de diciembre, enero y Febrero se realizan labores de
vigilancia y eliminación de aquellas bolsas de procesionaria que están accesibles tanto para operarios a pie con pértigas (3-4 metros) como para maquinaria con pluma-cesta para las bolsas más elevadas.
También se rompen los bolsones mediante balines, en el caso de que la altura del arbolado no permita cortarlos, y se colocan trampas para capturar orugas. Son trampas colocadas aproximadamente a tres metros de altura. Están compuestas de un collar que rodea el tronco del árbol y que guía a las orugas hacia una bolsa llena de tierra en las que se meten y no pueden salir. Este sistema permite recoger todas las orugas de ese árbol. Al final de la estación, se retira el saco y se quema.
OTROS MÉTODOS ECOLÓGICOS
Martínez-Zaporta apunta otros métodos que también podrían emplearse como el incremento de especies depredadoras de la procesionaria, cuyas poblaciones podrían aumentarse con la instalación de cajas nido o la plantación de setos y plantas nectaríferas, sobre todo en aquellos parques donde son menos abundantes y son más necesarios, como el de los Enamorados.
Así, en Logroño hay varias especies de aves, como los carboneros (Parus major), que rasgan los bolsones y “pelan” las orugas para comérselas; o la abubilla (Upupa epops), que también es una depredadora habitual de las pupas enterradas en el suelo, y es frecuente verla en los cultivos de los alrededores de la ciudad.
Además, se han reportado también casos (los menos) de mirlos (Turdus merula), picarazas (Pica pica), herrerillos (Cyanistes caeruleus) y otras varias especies de aves depredando sobre estas orugas.También los murciélagos pueden reducir las poblaciones de procesionarias, así como otros insectos depredadores y parasitoides.
“Hay gran cantidad de dípteros e himenópteros inofensivos para el ser humano y las mascotas, cuyas poblaciones podrían ser incrementadas con varias medidas que además contribuirían a embellecer nuestros parques y jardines, como mantener plantas en flor durante todo el año, plantación de arbustos aromáticos u ornamentales que sirvan de refugio y alimento, y la instalación de bichoteles, medidas que además contribuirían a dar una imagen más verde de la ciudad de Logroño”, concluye el biólogo, al que se puede seguir en su blog El Verdecillo.
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