Correos, el alcalde y los Reyes Magos
En Logroño ha pasado algo que ni los guionistas de la mejor serie dramática hubieran podido escribir. No se rían; la situación es grave y más con la Navidad a las puertas. La noticia se conocía hace unos días: Correos ha cortado el servicio al Ayuntamiento por impago. El buzón consistorial está más seco que los buenos propósitos de año nuevo a 15 de enero. Y en estas fechas tan señaladas ha saltado la alarma. ¿Y la carta a los Reyes Magos del alcalde? ¿Este año no la va a poder enviar? ¿Qué a va a ser de esos proyectos anunciados para el año que viene? ¿Seguirá siendo el Presupuesto Municipal el más social de la Historia? ¿Se cumplirá con las inversiones prometidas? Con la reurbanización de las Cien Tiendas no hay problema; se supone que para 2027 ya se habrá saldado el descubierto, pero y con los demás planes. Porque en Logroño -salvo el Plan General Municipal- por planes no será.
Si el alcalde se queda sin enviar su carta a los Reyes Magos no es que no le traigan nada es que ni siquiera van a saber lo que quiere. Sueños -urbanísticos o no- retenidos en un limbo logístico. Hay quien dice que esta situación paralizará la ciudad, aunque desde la oposición ironizan ya con que la ciudad venía paralizada de antes y que lo único que cambia es que al menos antes la parálisis se podía disfrazar con membrete y sello oficial. Unos y otros, ya saben.
Lo cierto es que un Ayuntamiento sin servicio postal es como ese estudiante que no entrega la práctica final y como excusa alega que el perro se comió el router de la wifi. Quizá sea lo más parecido a la burocracia vengándose de sí misma que nunca contemplaremos.
La escena tiene un punto entrañable. Toda la ciudad imaginándose al alcalde frente al buzón, carta en mano, buscando una ranura que ya no existe. Como un niño al que se le explica que los Reyes no vienen este año porque Hacienda intervino los camellos. Que dado como están las noticias en el país todo puede pasar.
Los ciudadanos podemos empezar a compadecernos del equipo de bedeles municipal que van a recorrer más kilómetros que Filípides. Ya saben aquel griego que en el año 490 a. C corrió desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre los persas. Esperemos que no acaben igual.
En el curso de Primero de Política recomiendan al concejal delegado responsable alegar que todo es “un malentendido administrativo” y dejar que pasen las fiestas navideñas, que la gente está a otra cosa.
Esperemos que siguiendo el guion de una película de esas tristes de Navidad, el alcalde no decida subir al tejado de la Casa Consistorial y entre las placas solares -porque las hay- y mientras cae una copiosa nevada -atrezzo por supuesto- trate de contactar con alguno de los Reyes Magos por medio de bluetooth. Si la conexión se produce los ciudadanos le recomendamos que pida una hucha para que esta situación no se repita, no vaya a ser que un año de estos tampoco tengamos alumbrado navideño. Y eso sí que no.
No estaría de más que los logroñeses nos concentráramos en alguna plaza para que la magia de la Navidad resuelva el problema a tiempo, aunque el problema más que de Oriente parece proceder de Hacienda. Hay quien dice que pagar las facturas ya es magia en sí misma, aunque sea magia de la aburrida, de la que funciona.
Feliz Navidad, alcalde.
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