Suu Kyi defiende la “revolución no violenta”

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La libertad de la que ahora goza la premio Nobel de la Paz y líder de la oposición birmana, Aung San Suu Kyi, debido al fin de su condena de arresto domiciliario, abre la puerta a la esperanza para los ciudadanos de este país asiático. Suu Kyi ha iniciado ya su lucha por cambiar la realidad que vive Birmania y ha defendido una “revolución no violenta” en el país que ponga fin a la Junta Militar que gobierna desde hace más de 20 años, si bien ha dejado claro que confía en que la propia Junta sea capaz de cambiar y servir a los birmanos.

En una entrevista concedida a la BBC en la sede de la Liga Nacional para la Democracia (LND) dos días después de su puesta en libertad, Suu Kyi se ha mostrado convencida de que Birmania llegará a ser una democracia en algún momento y dispuesta a reunirse con los generales de la Junta Militar.

La líder opositora, a la que miembros de las fuerzas de seguridad vigilaban desde el otro lado de la calle mientras se hacía la entrevista aunque sin intervenir, ha explicado que no quiere que caiga la Junta, sino que cambie y sirva mejor al país. “No quiero ver la caída de los militares, quiero ver que los militares adoptan una estatura digna de profesionalismo y verdadero patriotismo”, afirmó.

“Creo que es bastante obvio lo que quiere la gente, la gente sólo quiere una vida mejor basada en la seguridad y en la libertad”, ha defendido la premio Nobel, reconociendo que confía en un final no violento del régimen militar.

“Creo que también tendremos que intentar que esto ocurra”, ha admitido. “La revolución de terciopelo suena un poco extraño en el contexto de los militares, pero una revolución no violenta, digámoslo así” es lo que necesita Birmania, ha defendido.

Por último, Suu Kyi ha confirmado que la Junta no le ha impuesto ninguna restricción tras ponerla en libertad y ha asegurado que está preparada para asumir las consecuencias si la Junta decide encarcelarla de nuevo por lo que diga o haga.

Nada más recibir la noticia de su liberación, Suu Kyi salió de su casa en Rangún para saludar a las miles de personas concentradas a las puertas, donde hizo un llamamiento a la “unidad”. “Hay un momento para estar tranquilos y hay un momento para hablar. La gente debe trabajar al unísono. Sólo así conseguiremos nuestro objetivo”, declaró a sus simpatizantes antes de regresar a su casa en Rangún, donde ha permanecido enclaustrada 15 de los últimos 21 años, para mantener una reunión con sus abogados y con altos cargos de la NDL.

Apoyo dentro de Birmania

Por otro lado, Suu Kyi ha recibido el apoyo de los líderes de los distintos grupos étnicos armados que operan en el país y quienes han afirmado que ella es la persona idónea para liderar el proceso de reconciliación nacional.

“Estamos muy contentos de oír que va a implicarse en la reconciliación nacional”, declaró el secretario general del movimiento armado Partido del Estado de Nuevo Mon, Nai Hang Thar, citado este lunes por la edición digital del diario The Irrawaddy.

Por su parte, el portavoz del Ejército del Estado de Shan-Sur, Maj Sai Lao Hseng, declaró que “ella puede trabajar en favor de la unidad entre el pueblo birmano y las minorías étnicas” y que Suu Kyi es la persona apropiada para liderar el proceso de reconciliación.

“Yo, personalmente, apoyo sus esfuerzos por la democracia. Queremos que Birmania sea un país en paz”

, declaró un responsable del Ejército Unido del Estado de Wa (UWSA) en Panghsang, en el Estado de Shan (sur).

Por su parte, la secretaria general de la Unión Nacional Karen, Zipporah Sein, que “Suu Kyi está intentando conseguir la democracia y el cambio en Birmania”. “Sus objetivos son los mismos que los nuestros”, prosiguió.

El número dos de asuntos exteriores de la Organización por la Independencia de los Kachin, James Lum Dau, declaró que “el conflicto étnico sólo puede solucionarse por medios políticos”.

Los distintos grupos étnicos combaten por la autodeterminación y la igualdad de derechos prácticamente desde que Birmania obtuvo la independencia de Reino Unido, en 1948.

La gran mayoría de estos grupos armados observan un alto el fuego, pero las tensiones han aumentado desde abril de 2009, cuando la Junta Militar ordenó a los milicianos de estos grupos que se uniesen a las filas de la Guardia Fronteriza del Gobierno.

La violencia aumentó considerablemente a las pocas horas de las elecciones generales del pasado 7 de noviembre , con el inicio de los combates entre las fuerzas del Gobierno y el Ejército Democrático Budista Karen (DKBA), que obligaron a cerca de 20.000 civiles a huir a través de la frontera con Tailandia. En un reciente comunicado, el jefe de la Quinta Brigada del DKBA, coronel Saw Lah Pwe, aseguró que se uniría a la lucha de Aung San Suu Kyi por la democracia, aunque, precisó, por “diferentes medios”.

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