Víctimas del 'chat'
Una vez establecido el primer contacto, mediante una aplicación de mensajería instantánea mantenía conversaciones con sus víctimas, para lo que simulaba casi siempre ser otra persona. Se hacía pasar por niña o adolescente con el fin de ganarse su confianza (llegó a utilizar hasta doce personalidades diferentes, de ambos sexos y un variado rango de edad).
De este modo, obtenía fotografías o vídeos de las chicas, e incluso sesiones de cámara web que grababa subrepticiamente. Si no accedían las amenazaba e insultaba, y mediante varias técnicas -principalmente programas informáticos como simuladores de caída de conexión, ingeniería social, etc..- trataba de tomar el control de su ordenador y de las cuentas de correo electrónico.
Tras hacerse con sus cuentas de correo, el arrestado intentaba obtener de las menores una imagen o vídeo no demasiado explícito, para que no se negaran radicalmente, pero sí lo suficientemente comprometido para posteriormente amenazarlas con difundirlos a sus contactos si no accedían a nuevos requerimientos. Si no accedían las amenazaba con usar su correo para distribuir fotografías a terceros y humillarlas ante sus conocidos.
Este acoso se producía durante meses, ya que, gracias a los programas informáticos instalados subrepticiamente en el ordenador de las víctimas, averiguaba las nuevas cuentas que creaban.
El detenido, además de las fotografías y vídeos, guardaba los datos personales que obtenía de las chicas, así como las conversaciones que mantenía con ellas, en las que queda reflejado con crudeza el control psicológico que ejercía sobre sus víctimas.
La operación ha sido realizada por especialistas de la Brigada de Investigación Tecnológica, de la Comisaría General de Policía Judicial, que han contado con el apoyo de agentes de las Brigadas Provinciales de Policía Judicial de Madrid, Cádiz y Sevilla.
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