De la realidad a la ficción o de la ficción a la realidad. La inquietante mirada de Isaac Rosa merodea por los recovecos de la actualidad para contarla, semana a semana, de otra manera
Los Simpson ya lo predijeron
- Decimosexta edición de 'Letra Pequeña': lee aquí la serie de relatos escritos por Isaac Rosa e ilustrados por Riki Blanco
“Los Simpson ya predijeron el resultado de la ultraderecha”. Lleva desde mediodía revisando en Wikipedia sinopsis de capítulos de los Simpson, pero no ha encontrado nada que le sirva. Además, sería demasiado previsible, ya se les habrá ocurrido a muchos.
¿Quizás la foto del joven que va con su pareja por la calle y se gira para silbar a otra chica? Un clásico, nunca falla. El chico sería el votante, su novia los viejos partidos, y la chica guapa… No, demasiado fácil, habrá miles así nada más salgan los primeros resultados. Lo mismo piensa de ese otro del viejo que mira en todas direcciones y pregunta “¿Dónde está la ultraderecha? A ver dónde está que yo la vea?” Demasiado usado, como el meme de Julio Iglesias señalándote y diciendo “Van a entrar en el gobierno y lo sabes”.
No hay prisa, quedan todavía tres horas para que cierren los colegios. Visita varias webs con recursos para memes y gifs, pero todo está ya muy visto. Batman abofeteando a Robin. Mourinho enfadado. “Cuando lo pides por Aliexpress, cuando te llega a casa”. Espera, ¿qué tal el de Heidi arrojando a Clara por el barranco? “¡A pastar!”. Heidi sería la ultraderecha, y Clara… No, espera, el del bebé que viene corriendo y al ver algo se frena de golpe y se gira para huir… ¿Alguna escena de Disney, algún personaje que se parezca al líder del partido? ¡Ya está! El caranchoa. Ese es de hace años, ya no se usa tanto. El repartidor que suelta una hostia al youtuber, la ultraderecha que abofetea a los demócratas…
Recibe un whatsapp de su madre: “Hijo, ¿has ido ya a votar?”. Se acuerda de que no ha contestado al que le envió hace un rato su compañero de piso, que anda de viaje. Lo recupera ahora: “Hey, tío, ¿has votado ya? ¿Había mucha gente en el colegio?”. Teclea deprisa en el móvil: “Qué va, estoy en pijama todavía, perezón total”. Pero antes de enviarlo se lo piensa mejor, lo borra y le envía una mentirijilla inofensiva: “Sí, ya voté, pesado, y había mazo de peña”. Mejor así, no tiene ganas de que le suelte otra vez su rollo sobre la importancia de estas elecciones. Su compañero se ha pasado dos semanas discutiéndole cada vez que decía que votar para qué, si son todos iguales y al final no sirve para nada meter un papelito en una urna. Y el compañero dale que te pego, que si vienen los fascistas, que si volveremos al pasado. Hasta se comió varias horas de cola bajo la lluvia en la oficina de correos, que no quería irse de viaje sin dejar su voto antes
¿Y un buen fotomontaje? Alguna de las imágenes más utilizadas del líder: cabalgando, bebiendo agua de un río, en lo alto de una montaña, corriendo por la carretera. Echa un vistazo a memes de los últimos meses, para inspirarse. El del candidato y los suyos a caballo, con la música de aquellos dibujos: “Sancho, Quijote; Quijote, Sancho…”. O con “Mi jaca galopa y corta el viento…”, ese es bueno. Espera, este con música de Benny Hill y la imagen acelerada, joder, insuperable. Nunca falla, a cualquier cosa que le pongas Benny Hill ya te ríes. El del líder corriendo por una carretera también dio mucho juego. Perseguido por dinosaurios. Con el Capitán América y otros superhéroes en plena batalla. ¿Y como Forrest Gump, seguido por millones de votantes? Se lo apunta, por si no se le ocurre otra mejor, que en dos horas cierran las urnas.
También estaba aquella foto bebiendo en un río, tumbado en el suelo. Busca en una web de “Los mejores memes sobre…”, los encuentra en seguida. Ahí está, sorbiendo junto a unas cebras en un charco. En una mezquita, como si rezase. ¡Oh, este era buenísimo, besando la tumba de Franco! Pena que ya esté hecho, porque para esta noche sería perfecto si al final sacan tan buen resultado, que está por ver, no le extrañaría que al final se quedase en poca cosa, que su compañero de piso siempre es muy alarmista y luego nada.
¿Y la foto aquella del candidato asomado a un balcón con un casco medieval? No, medieval no, era como de los Tercios de Flandes. “Empieza la reconquista”, podría decir. Mejor algo más gracioso. Se pone a ver memes de cuando salió aquella foto, y mira que los ha visto veces que todavía se parte de risa: con el casco de Darth Vader, espada láser incluida. Con un orinal en la cabeza. Con todo tipo de personajes volando frente a él. ¡Con una pareja follando en la terraza de enfrente! Mirando los del casco encuentra otros, ya conocidos: con rótulos de Pantomima Full. Con Torrente. Con los zombies de The Walking Dead. Con alguno se le escapa la carcajada. Hay un vídeo dando un mitin con el audio cambiado, como si contase un chiste de Chiquito. Lo ve hasta tres veces, y las tres se ríe hasta soltar alguna lágrima. Como siga así se le va la hora y cuarto que queda, que en cuanto cierren los colegios saldrán los sondeos a pie de urna, y a partir de ahí todo el mundo disparará sus ocurrencias. Cuando quiera meter una propia ya se la habrán pisado.
Suena el teléfono, es su madre. No lo coge, luego la llamará. Por supuesto, su madre deja mensaje en el contestador, mira que le gusta grabar largos mensajes solo para decirle que ha llamado y que volverá a llamarle luego. Escucha el mensaje para borrarlo: “Hijo, me ha dicho tu hermana que en los colegios de su barrio han tenido que reponer papeletas, verás tú como al final nos dan el susto grande. Espero que hayas votado ya. Un beso”. Al momento llega un mensaje de su compañero de piso: “¿Te ha llegado a ti también el sondeo ese que circula por Whatsapp? Espero que sea un bulo, porque como se cumpla, yo me largo del país”.
Hay que darse prisa, así que se decide por el vídeo del caranchoa. Queda menos de una hora, a ver si le da tiempo de doblarlo. ¿Qué tal si el youtuber, que sería el demócrata, le dice “fascista” al repartidor, que sería la ultraderecha? Entonces el otro le pregunta mosqueado “¿qué me has dicho?”, y cuando le vuelve a decir “fascista”, le suelta el hostión, que serían los millones de votos que hayan tenido. O mejor: la ultraderecha dando un sopapo a las empresa de encuestas que no los vieron venir.
Echa un vistazo en Twitter para ver si la gente todavía usa ese vídeo, y vaya casualidad: hace solo veinte minutos que alguien ha colgado un montaje con el mismo vídeo del caranchoa. Lo abre para ver, y sí, es sobre las elecciones, ya se le han adelantado. En el montaje, la ultraderecha suelta una hostia tremenda a una feminista, luego suelta una hostia a un inmigrante, una tercera a un gay. No tiene mucha gracia, la verdad. Mira quién es el autor. Un seudónimo que no conoce, pero que tiene muchos seguidores. Va a su cuenta y comprueba que en las últimas horas ha estado muy activo, ha colgado decenas de memes que además tienen mucha difusión, miles de retuiteos. Los mira, intrigado.
Una foto de fascistas brazo en alto, pero esta vez no pone la broma habitual de “señores llamando a un taxi”, sino “señores pidiendo la vez para entrar en el próximo gobierno”.
La imagen de Julio Iglesias sonriendo: “Te vas a volver a tu puto país y lo sabes”.
Batman abofeteando a Robin: “Toma violencia de género, feminazi!”.
El líder cabalgando en su caballo sobre una fosa del franquismo recién abierta, los esqueletos alineados: “HEMOS VUELTO”.
El líder con el casco de los Tercios de Flandes, asomado a un balcón, sí, pero al balcón la Plaza de Oriente.
Los montajes son de gran calidad, lo reconoce, pero no le acabe de ver la gracia. Sigue mirándolos, también los de otras cuentas que han sido retuiteados por el mismo usuario.
Hay varios con fotogramas de dibujos animados. “Los Simpson ya predijeron la suspensión de la autonomía de Cataluña”. “Los Simpson ya predijeron la derogación de la ley de violencia de género”.
La foto del candidato tumbado, bebiendo en el río. Colocada en vertical parece que está de pie, dando un beso. En un fotomontaje besa al presidente brasileño. En otro al vicepresidente italiano. A Marine Le Pen. Al presidente de Hungría. De nuevo en horizontal, acostado sobre el cadáver de Franco en la capilla ardiente, besándolo. ¿Es gracioso? No sabría qué decir.
Sigue viendo memes. Escenas de conocidas películas. 'La Guerra de las Galaxias', 'Regreso al Futuro', 'Pulp Fiction' y otras que no reconoce. Dobladas para que los protagonistas hablen de la política económica del partido: limitación del derecho de huelga. Abaratamiento del despido. Reducción de prestaciones de desempleo. Cheque para la escuela privada. Rebaja fiscal a las rentas altas.
Mira, también el de Heidi, hay unos cuantos: Heidi arroja por el barranco una urna electoral. Arroja una barca con inmigrantes. Arroja esqueletos de republicanos asesinados en la posguerra. Arroja un ejemplar de la declaración universal de derechos humanos: “¡A PASTAR!”
Le llega otro mensaje de su compañero de piso: “Tío, un conocido que trabaja en la radio me ha dicho que de verdad hay muchos nervios en el gobierno. Si conoces a alguien que no haya votado todavía, avísale, que nadie se quede en casa”.
Pero él sigue viendo memes, navegando por otras cuentas enlazadas. Imágenes humorísticas que hablan de candidatos que hace pocos años militaban en partidos abiertamente fascistas, o un cabeza de lista que cada 18 de julio tuiteaba para celebrar el aniversario del golpe de Estado de Franco.
Una escena de película, aquella de los Hermanos Marx donde leen “la parte contratante de la primera parte…”, pero ahora leyendo a toda velocidad el programa electoral: ilegalizar partidos enemigos de España. Deportar inmigrantes. Eliminar el acceso a la sanidad pública a inmigrantes irregulares, y copago para los que no lleven más de cinco años en España. Derogar la ley de memoria histórica.
Noticias, también hay noticias que han sido adornadas con emoticonos y que hablan de las primeras medidas del gobierno brasileño: excluir a las personas LGTB de las políticas de derechos humanos. Suprimir políticas sociales. Un ministerio de Familia con una fundamentalista religiosa al frente. Otra noticia habla de Hungría, una ley que criminaliza y castiga con cárcel a quienes ayuden a inmigrantes sin papeles, incluso las organizaciones que los asesoran, mientras aumentan las agresiones a refugiados.
Mira el reloj de pronto. Las ocho menos siete minutos. Joder. Coge el teléfono y las llaves y sale de casa, baja la escalera saltando de dos en dos, se choca con un vecino en el portal, cruza la calle a zancadas, solo cuando se refleja en un escaparate comprueba que va en pijama, pero sigue corriendo y hasta que no llegue al colegio y consiga entrar justo antes de que cierren la puerta, hasta que no termine la cola de últimos votantes y se presente ante su mesa, solo entonces se dará cuenta de que no ha traído el DNI. Qué risa.