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Domingo de rastro, batucadas y voto en el barrio más 'carmenista' de Madrid

Balcones con banderolas de Más Madrid

Analía Plaza

Es salir del metro de Tirso de Molina -lleno en domingo porque viene mucha gente al rastro- y empezar a ver banderas de Carmena y Errejón. En las elecciones de 2015, y salvando algunas secciones en las que salió el PSOE, Ahora Madrid fue el partido más votado en todo el centro, el sur y la parte pobre de Tetuán. Pero en ningún sitio arrasó tanto como en Lavapiés, donde los porcentajes superaron el 60% en las calles que suben de la plaza: en Mesón de Paredes, Amparo, Ave María, Olivar... Cuatro años después, con Ahora Madrid partido en dos -Más Madrid y Madrid en Pie-, el barrio reitera su apoyo a Carmena colgando banderolas en los balcones (en Tetuán, por ejemplo, no se ve ni una) aunque en la calle sea fácil dar con gente que la votó, pero que no repetirá.

Daniel, por ejemplo. Tiene 63 años y acaba de votar en el Centro Cultural de Lavapiés, donde esta mañana electoral no cabe un alfiler. “Es muy blandita. De 'donde dije digo digo diego'. No debería dejar que venga otro partido y le diga lo que tiene que hacer”, resume. Lleva toda la vida en el barrio y reconoce que le falta algún arreglo - hay baches en la plaza del metro, la reforma de la de Arturo Barea ha quedado inhóspita - pero no cree que esté “peor que nunca” como consideran algunos vecinos. Votó a Carmena en 2015 y dice que este año no repite. “Pero sigo votando a la izquierda, eh”, puntualiza antes de despedirse. “He votado a Mato”.

Elena, por poner otro ejemplo. Tiene 32 años y espera con sus dos perros en la puerta del centro. Tuerce el gesto al escuchar que Lavapiés fue la zona que más votó a Ahora Madrid. Reconoce que ella también lo hizo, pero que no repite ni de broma porque “el barrio está fatal”.

“Es muy bonito venir a tomar una caña, pero para vivir ha empeorado. Hay narcopisos porque desmantelaron los poblados de la droga y ahora se vende aquí. Pasas con los niños por la plaza y te la ofrecen. Está sucio. Y es un coñazo ver a los de las maletas todo el día”, dice mientras un par de turistas bajan la calle con las suyas. La joven recuerda también la muerte del senegalés Mame Mbaye en 2018, que varios concejales de Carmena vincularon con una persecución policial. “Y se murió de un infarto, que es una pena y nos puede pasar a cualquiera. Pero no puedes decir que la policía provoca a los manteros”. La justicia ratificó después que la policía no fue responsable de la muerte de Mbaye. Para solucionar los problemas del barrio - robos, inseguridad - lo que hace falta, dice, es precisamente que la policía haga más.

Elena no es la única que ve Lavapiés mal. Francisco, 65 años, vecino desde hace treinta, cree que está peor que nunca porque hay “mucha permisividad”. “[Los inmigrantes] se ponen en la plaza, duermen en las calles, está sucísimo... La izquierda está imponiendo su ley por la fuerza. Mi nivel de inteligencia no es muy alto, pero sí el suficiente para no votar a Carmena después de todas las cagadas que ha hecho”, sentencia antes de meterse en el portal. Justo entonces pasan cuatro señoras mayores de discurso parecido, quejándose de que las calles están sucias, de que hay robos y de que el Ayuntamiento les ha quitado los bancos en los que se sentaban.

“Soy de izquierdas de toda la vida, pero lo diré claro: creo que la gente de izquierdas nos tenemos que hacer con la derecha para que nos limpien el barrio”, dice la más joven de las cuatro. Incluso, cuenta, ha oído que para que te den ayudas sociales tienes que llevar pañuelo en la cabeza, porque si no no hay forma. Que Lavapiés ha cambiado en estos cuatro años es incuestionable - como en Vallecas, la policía ha desmantelado varios narcopisos y además el barrio ha sido nombrado el 'más cool del mundo', así que el efecto del turismo se nota en las calles y el precio del alquiler - pero que los inmigrantes tengan más facilidades para acceder a ayudas sociales es un bulo. Uno de esos que cala tan fuerte que tiene varias versiones y que se oye igual aquí que en un Blablacar a Gandía.

Mientras estas personas votan enfadadas, en la plaza y en las calles paralelas hay varias batucadas de africanos. Los domingos por la mañana son especialmente festivos en Lavapiés, no solo porque en la Ribera de Curtidores ponen el rastro sino también porque en el mercado de San Fernando abren los puestos - bares encubiertos y la cosa se anima un montón. Justo en la puerta hay cinco jóvenes con latas de cerveza que son optimistas con su barrio y a los que les preocupa más el precio del alquiler que la venta de droga.

“Hay que ponerlo en contexto: aquí en los 80 no entraban ni los taxis. Hemos pasado de esa situación a esta, así que no está tan mal”, dice uno de ellos. “Sí que hay un repunte de droga y robos”, reconoce otra. “Pero no se puede decir que sea culpa de Carmena. ¡No va a venir a darles un guantazo a cada uno!”. Son cinco, que por orden se definen como “carmenista, carmenista, carmenista, carmenista y de Sánchez Mato” y confían ilusionados en que la alcaldesa vuelva a ganar.

Las encuestas le dan la victoria, pero de forma muy ajustada. Ni siquiera todas ven claro que Más Madrid y el PSOE vayan a sumar los 29 escaños necesarios para ser mayoría (Metroscopia vaticina un gobierno de derechas formado por el PP, Ciudadanos y Vox). Por otro lado, está por ver qué efecto tendrá la división del voto de Ahora Madrid en las dos candidaturas y si Madrid en Pie logra el 5% suficiente para que esos votos no se pierdan y obtenga representación.

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