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El tráfico se incrementa en el primer día sin Madrid Central e invierte la tendencia de caída respecto al año pasado

Greenpeace

Analía Plaza

Las multas por entrar al perímetro de Madrid Central, incluidas las antiguas APRs de Ópera, Embajadores, Letras y Cortes, han dejado de tener efecto este lunes 1 de julio, lo que en la práctica significa acabar con la medida del Gobierno de Manuela Carmena al invitar a los coches a entrar sin temor a las sanciones. El nuevo Ejecutivo de PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid aprobó el jueves pasado su prometida moratoria que durará hasta el próximo 30 de septiembre. Lo hizo utilizando un artículo –el 247– de la nueva Ordenanza de Movilidad que aprobó el Gobierno de Carmena y con la que se puso en marcha Madrid Central.

Entonces el gabinete de Ahora Madrid suspendió el funcionamiento de las áreas de prioridad residencial para prohibir el tráfico en un área mayor que las agrupaba a todas: durante esos tres primeros meses de experiencia piloto, antes de que arrancasen las multas.

El artículo empleado a finales de 2018 por el Gobierno de Ahora Madrid preveía un período de prueba sin multas para acostumbrar a los viajeros (y así se usó durante los primeros meses de la medida), y ahora el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, recurre al mismo texto para desmontar Madrid Central, como publicitó en su campaña electoral. Organizaciones como Ecologistas en Acción o Greenpeace dudan de que sea el procedimiento adecuado y ya han apuntado que consideran tomar acciones legales contra el Ayuntamiento.

El primer día de barra libre al coche ha empezado en Madrid con protestas –Greenpeace ha bloqueado la entrada a Alcalá desde Cibeles y sus activistas han sido desalojados por la policía–, piquetes en las entradas de la zona restringida, conductores y comerciantes despistados. Martínez-Almeida ha vinculado la protesta con la “izquierda”, a la que ha acusado de “pretender ganar en la calle lo que no consiguieron ganar en las urnas”. Por su parte, la vicealcaldesa Begoña Villacís ha indicado que “lo que se va a hacer es un proceso de mejora de Madrid Central, hablando con las partes”. En su opinión, “el sistema era deficiente y por eso habrá una moratoria de las multas”.

“¿Que han quitado las multas? ¡Bueno es saberlo!”, decía con sorpresa Alexandro Cornel, un trabajador de la obra en Lavapiés mientras esperaba a un compañero en su furgoneta, que cuenta con permiso para entrar. “Me parece bien, porque la gente trabaja y necesita entrar. Y es cierto que hoy se nota un poco más de agitación por aquí: la plaza suele estar vacía”. Mayor ajetreo veía también la camarera de la cervecería Wanderlust, en la plaza de Santo Domingo. “Si ya hay jaleo con restricciones, como entren todos sí que va a haber un follón”.

La moratoria se ha puesto en marcha el 1 de julio, lo que significa que muchos madrileños están ya de vacaciones, que no hay colegios y que el tráfico, como cada año, cae. Además, lo gordo de la operación salida fue el viernes y el sábado pasado. ¿Qué ha pasado esta vez? La alcaldía ha emitido un escueto comunicado indicando que “no se refleja un aumento sustancial del tráfico en el día de hoy” y que “en los accesos de M-30, de hecho, se ha registrado una subida del 0,1% respecto a la media de los últimos 10 días laborables”.

Posteriormente, y tras la publicación de esta noticia, la alcaldía ha enviado un comunicado con algo más de información en el que afirma que el tráfico ha disminuido un 0,7% respecto al lunes pasado dentro de la M30, pasando de 3.122.586 vehículos totales a 3.099.210.

Los datos del Centro de Gestión de la Movilidad de Madrid, a los que ha tenido acceso este diario, cuentan una historia diferente. Cada día, este organismo emite un informe de hora punta en el que compara el tráfico con el del día equivalente del año anterior. Durante la última semana, estos documentos han apuntado un descenso de la intensidad del tráfico (el número de coches por hora) de hasta el 7,2% en el interior de la M-30. Esa tendencia se ha invertido por completo este lunes, cuando la intensidad ha aumentado un 5,2% con respecto al día equivalente de julio de 2018.

La nota del actual Gobierno indica que esta comparación “puede verse desvirtuada ya que julio es un mes atípico y con mucha fluctuación de tráfico” y que ahora mismo está cerrado el túnel de Atocha a Chamartín y la estación de Metro de Méndez Álvaro. El Ayuntamiento da a la prensa datos de los últimos días pero sus propios informes internos los comparan con los del año anterior. La lectura más ajustada la tendremos dentro de unos meses, cuando el portal de datos abiertos de Madrid publique las cifras en bruto.



En la M-30 la intensidad ha subido un 6,5% y, en su exterior, un 8,1%. La tendencia en los días anteriores en la M-30 también era de ligeras subidas respecto al año pasado, pero no en su exterior. La operación salida de 2018 también fue en viernes y sábado (el 1 de julio fue domingo), así que no afecta significativamente a los datos que comparan 2018 y 2019.

Esta lectura, como apuntaban varios expertos en movilidad en esta pieza, puede ser la del efecto llamada: la gente escucha que ya no hay multas y vuelve a coger su coche. Y en esto algo han tenido que ver las noticias en los medios, puesto que el Ayuntamiento no ha hecho publicidad de su moratoria.

“Cuando entró en marcha Madrid Central, hubo más disuasión de la esperada”, comenta Álvaro Fernández de Heredia, especialista en movilidad y gerente de la EMT con el Gobierno de Carmena. “Creo que ahora está pasando lo mismo, pero al revés”.

“Los hábitos de movilidad son como los de consumo. Hay una parte que puedes hacer [al fijar el precio] y otra en la que te invitan a hacer o no hacer”, añade Adrián Fernández, responsable de movilidad de Greenpeace y uno de los participantes en la acción de la ONG esta mañana. “Madrid Central disuadía el uso del automóvil y con esta moratoria hacen una invitación explícita a venir al centro”.

Para los taxistas, que el coche privado pueda volver al centro es un fastidio por dos cosas: una, porque perderán clientes que vengan en su propio coche, y dos, porque si aumenta el tráfico los coches tenderán a invadir su carril, el que comparten con el autobús.

“Me parece bastante mal”, dice Alfonso, un taxista que espera en los aledaños de Gran Vía. “Ya que han hecho la obra y han ampliado las aceras, no deberían quitarlo. Se va a notar”. Esta invasión de carriles también podrá pasarle factura a los autobuses y a sus tiempos de viaje.

En general, los expertos coinciden en que cuanto más dure el período sin sanciones (de momento son tres meses) peor será para los atascos, porque más se reacostumbrarán los conductores a ir al centro en coche. Restringir su uso es la única forma de disminuir el tráfico y, consecuentemente, la contaminación. Por eso al enterarse del fin de las multas hay quien ha reaccionado con alegría. “¡Uhhh! Estupendo”, decía un camarero de La Boca del Lobo, en Lavapiés. “Me podré comprar un coche y venir al centro de Madrid, que ahora lo hago en bus. ¿Eléctrico? Si se puede entrar con todos no, que el dinero no alcanza”.

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