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Almeida rompe con los contratos de limpieza de Botella que condenaron a Madrid a siete años de suciedad

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto a la exalcaldesa Ana Botella en un acto en Ifema.

Sofía Pérez Mendoza

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José Luis Martínez-Almeida no quiere repetir los errores que cometió la exalcaldesa Ana Botella en la gestión de la limpieza de la ciudad. El regidor ha avanzado esta semana las primeras pinceladas de los nuevos contratos, que sustituirán desde el verano que viene a los firmados por su compañera de partido en 2013. Los escasos detalles que se conocen hasta el momento muestran la ruptura del actual alcalde con la política de recortes que impulsó Botella y que ha condenado a la suciedad a la capital durante más de siete años en los que solo se han podido hacer cambios mínimos. Su caducidad en julio de 2021 abre una nueva etapa.

Martínez-Almeida ha anunciado que invertirá más a partir de entonces y que obligará a las empresas adjudicatarias a tener a “cerca de 2.000 operarios más en la calle” para evitar los despidos masivos que intentaron las ganadoras del concurso en 2013. “Van a marcar un antes y un después con un enorme esfuerzo presupuestario en los tiempos difíciles que nos encontramos”, proclamaba ante los medios este miércoles. Los sindicatos y la oposición piden cautela con los anuncios hasta ver la “letra pequeña” de los pliegos.

“Lo que tenemos ahora no es muy difícil de mejorar. Venimos prácticamente de una catástrofe. La plantilla ha sufrido mucho”, señala Sherezade Talavera, delegada de UGT en el servicio de limpieza viaria del Ayuntamiento. Entre los trabajadores, traslada, hay una esperanza de que la situación puede prosperar. “Vemos, por lo que sabemos hasta ahora, que el nuevo modelo enmienda el de Botella. Al menos parece que han entendido que la limpieza solo va a mejorar si pones gente en la calle”, añade esta barrendera con casi 20 años de experiencia en el servicio. “La música suena bien, veremos a ver cómo la bailan, cómo se implementa todo esto”, advierte, desde CCOO, Daniel Gismero.

En 2013, Botella integró 39 servicios públicos –de limpieza viaria y jardinería– en un solo megacontrato dividido en seis lotes para ahorrar costes y aplicó recortes del 10% en el presupuesto (256 millones en total) de partida. Con una deuda encima de 7.000 millones, la exalcaldesa optó por sacrificar el servicio. La competencia entre empresas, gigantes del sector de la construcción y los servicios, rebajó aún más el precio de los 2.317 millones iniciales para 10 años a 1.944. Hasta el punto de que, una vez con el servicio entre las manos, sus ofertas eran tan temerarias que no daban de sí para pagar a la plantilla. Los pliegos entonces no recogían ninguna exigencia de personal. Los recortes de más de 1.100 efectivos de un total de 6000, planteados por las adjudicatarias (entre ellas Cespa, Valoriza, Obrascón y OHL-FCC), provocaron la huelga más larga de limpieza en la capital desde 1999. 13 días que terminaron con una victoria parcial de los trabajadores: un ERTE y una congelación salarial por cinco años.

Un calendario a favor

El Gobierno de Martínez-Almeida promete ahora poner coto a las empresas para evitar que la historia se repita: “Habrá una limitación en las bajas que se puedan hacer por parte de las empresas para evitar que un presupuesto tan ambicioso como este pueda sufrir una baja que no cumpla con las expectativas que hemos depositado”. El PP es consciente de que dar un buen servicio de limpieza puede ser una de sus grandes “medallas” de gestión. El calendario juega a su favor. Aún tienen dos años y medio de mandato por delante. “Queremos recuperar el orgullo que teníamos los madrileños de tener una ciudad limpia. En estos momentos no podemos decir que está lo limpia que queríamos que estuviera”, añadía Martínez-Almeida.

El presupuesto total es, para sindicatos y oposición, uno de los aspectos que habrá que mirar con lupa. El PSOE considera que Martínez-Almeida dio una “cifra tramposa” cuando aseguró que la partida para el servicio crecería un 45% porque comparó el precio de salida de la próxima licitación, sujeto a ofertas a la baja, con el importe de adjudicación en 2013, con las reducciones ya aplicadas. La diferencia son 80 millones de euros (de 194 a 283). “Habrá que leer bien la letra pequeña, hasta entonces no se puede valorar con precisión”, apunta, por su parte, el concejal de Más Madrid José Luis Nieto. Los contratos, como pasó en 2013, vuelven a redactarse en una situación de grave crisis económica. “La diferencia es que dejamos las cuentas del Ayuntamiento saneadas. No hay la enorme deuda que había entonces”, reivindica Nieto.

En UGT están “sorprendidos” con las mejoras previstas en personal y maquinaria. El número de medios debe aumentarse, según ha anunciado el Consistorio, en un 16% y las empresas tendrán que sustituir la maquinaria contaminante –los camiones más nuevos son de 2013– por una nueva que sea medioambientalmente sostenible (cero o eco), “salvo en aquellos casos que no sea posible por sus características”. “No sabemos dónde está el truco”, indica Sherezade Talavera, de UGT, a la espera de que el concejal de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, y su equipo comuniquen a los comités de empresa las nuevas condiciones.

Una plantilla menguada y desgastada

Entre las novedades hay aspectos tan básicos como que se cubran las vacaciones del personal. Los sindicatos añaden, además, que en estos años no se han reemplazado las vacantes por jubilación o salida del puesto, lo que ha ido menguando la plantilla. En 2013 había 6.300 operarios. Hoy quedan 4100, más 400 eventuales, según cifras de UGT. Con la promesa de reforzarlo con 2.000 nuevos, “se volvería más o menos a los niveles de hace siete años, no de 2008 que éramos más”, precisa Gismero. “Si aumentan, en cualquier caso, damos palmas con las orejas. Sería una estupenda noticia”, añade. Para el grupo socialista haría falta un refuerzo de 500 trabajadores más, sumados a los 2.000 adicionales.

Los nuevos contratos rompen también con la integración ideada por Ana Botella para concentrar en un solo paquete todos los servicios de limpieza viaria y jardinería. El mantenimiento de zonas verdes –con 4.000 jardineros– saldrá a licitación aparte, aunque el proceso está mucho menos avanzado. Otro cambio importante, coinciden los sindicatos, es el fin del sistema de indicadores para controlar que se está prestando adecuadamente el servicio. ¿Qué son los indicadores? Una forma de vincular el pago a los resultados ideada por el equipo de Botella y que permitía detraer a las empresas un 20% del presupuesto si eran negligentes. En la práctica ha resultado ser un bache insalvable porque las empresas peleaban judicialmente para recuperar lo perdido, explican los sindicatos. “Este contrato se centra en el refuerzo de plantilla con mayor control de las actuaciones en remoto, lo que permitirá ver el grado de cumplimiento”, precisan desde el Ayuntamiento.

En los últimos años, la herencia de Botella ha permitido muy poco margen de maniobra a los sucesivos gobiernos para mejorar la situación. “Estos contratos han sido un fracaso para la ciudad y han provocado un desgaste enorme en la plantilla. Intentas llegar y no llegas, te da vergüenza pasar por una calle y solo vaciar las papeleras... Psicológicamente ha sido muy jodido”, resume Talavera. El equipo de Manuela Carmena llegó al Palacio de Cibeles prometiendo la remunicipalización, pero nunca se hizo efectiva.

El sistema ataba de pies y manos a la administración. Ahora Madrid introdujo algunos cambios: cambió la catalogación de las calles para que un mayor número fueran limpiadas a diario –el sistema distingue entre primarias y secundarias, mucho menos atendidas– y canceló el ERTE. La primera subida salarial de los empleados, mínima, no se produjo hasta 2018. José Luis Martínez-Almeida, entonces líder de la oposición, hizo una dura campaña contra la exalcaldesa por la gestión de la limpieza, pese a que conocía que la posibilidad de introducir cambios era mínima. Después, ya en la alcaldía, ha sufrido los mismos problemas, aunque la postura del PP siempre ha sido la de evitar una crítica directa a los contratos de Botella. Los próximos meses desvelarán en qué medida los nuevos contratos logran devolver la limpieza a la ciudad.

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