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Ayuso elimina la presencialidad en el bachillerato nocturno: “Va a dejar fuera a los más vulnerables”

Alumnos de Bachillerato.

África Gelardo Arrebola

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Irene cursó el bachillerato nocturno en un instituto de Alcobendas en 2007. Con 16 años decidió ingresar en un grado medio y cuando acabó, accedió al nocturno. Para ella, la experiencia le permitió posteriormente estudiar un grado universitario y ser doctora en Filosofía. Ahora es profesora de universidad y critica la decisión de la Comunidad de Madrid de eliminar la presencialidad en esta modalidad de enseñanza secundaria: “Va a dejar fuera a las personas más vulnerables”.

El pasado viernes se publicó en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) el cambio, que recogía sustituir el modelo presencial por uno semipresencial, en el que los alumnos que se matriculen el próximo curso contarán con clases y tutorías presenciales y a distancia. Se trata de un modelo híbrido que pretende ser más “ágil y flexible” pero que algunos profesores y alumnos critican. “La queja no es el modelo a distancia, sino que hay alumnos que necesitan la presencialidad, necesitan el apoyo del profesor e ir más despacio”, explica Diego Redondo, director de un Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) de Madrid y miembro de la junta directiva de la Adeacam, la asociación de directores de centros de educación de personas adultas.

La orden recoge que los centros programarán ciertas actividades presenciales de asistencia obligatoria “que tendrán el carácter de tutoría colectiva” y que organizarán la “atención individualizada” del alumnado de las 17:00 a las 22:00 horas. El documento incorpora que estas se distribuirán “preferiblemente” en el “menor número de días posible de la semana”.

Enfoque en el autoaprendizaje

Según explica Redondo, reducir las horas en las que los alumnos están con los profesores puede suponer un perjuicio para aquellos estudiantes a quienes les cueste llevar el ritmo de la clase. “Se habla mucho de autoaprendizaje, pero ¿en qué grado mucha gente es autónoma para estudiar?”, se pregunta, recordando que en este tipo de aulas, algunas personas llevan años sin estar en el sistema educativo, además de que pueden tener dificultades psicopedagógicas. “Puede estar muy bien para un perfil de alumnado, pero para otro te lo estás cargando”, añade.

Irene afirma que a su clase iban personas con situaciones muy diferentes: “Desde chavales como yo que se quedan fuera del diurno porque no encajan en la enseñanza” hasta “gente más mayor que dejó de estudiar hace mucho tiempo y que necesita el acompañamiento de las clases”. En cualquier caso, a su juicio, la presencialidad fue clave porque consiguieron adquirir disciplinas de estudio. “La disciplina que te da la constancia de asistir a clase todos los días, tener un profesor que te acompaña en las explicaciones, que conoce tu situación y te mete más presión o menos”.

También la Federación de Enseñanza de CCOO en Madrid se ha pronunciado al respecto. Isabel Galvín, secretaria general de la federación, critica que el cambio es “otro ataque a la línea de flotación de la enseñanza pública” del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. “El sistema presencial, que tiene más de 100 años de antigüedad, ha tenido éxito, como demuestra el hecho de que se titule prácticamente la totalidad del alumnado. Convertirlo en semipresencial es abocar a estas personas al fracaso”, lamenta. Galvín considera que eliminar esta oferta, en la que el pasado curso se matricularon 2.473 alumnos, “favorece el abandono de los estudios y reduce las oportunidades”.

Desde la Comunidad aseguran que los alumnos dispondrán de “aulas con ordenadores y conexión para que los estudiantes puedan seguir las clases online desde el propio centro si así lo desean”, aunque sin el profesor en el aula, y añaden que también “podrán matricularse de las materias que deseen”.

Mayor carga para el profesorado

Redondo apunta otra traba que provoca esta modalidad: la carga de trabajo para el profesorado. Desde la Comunidad indican a elDiario.es que el “horario lectivo de los profesores se mantiene”, pero los profesores desconfían teniendo, como ocurrirá, que impartir tutorías presenciales y a distancia.

En los CEPA, explica Redondo, ya tienen la posibilidad de completar la educación secundaria semipresencial y los profesores deben responder a las preguntas que los alumnos plantean online. Con la nueva orden, este plazo será de tres días para los profesores del bachillerato nocturno, pero “no es un horario que se tenga asignado como lectivo”. Esto conlleva que los maestros tengan que dedicar más horas a contestar esos correos. El representante de los profesores cree que puede reproducirse la situación en el bachillerato nocturno. “Si en vez de dar 20 horas, ahora das 10, te cargas a la mitad del profesorado”, lamenta Redondo, que teme una reducción de la plantilla para el próximo curso.

En el caso de Cynthia, ella acabó sus clases en Alcalá de Henares en 2021 y tuvo que elegir esta opción por problemas personales y que, de elegir la modalidad a distancia, no se concentraría y no podría preguntar de manera natural al profesor durante la explicación, mientras que al ir al instituto presencialmente podía “buscar al profesor en los cambios de clase” o incluso preguntar a compañeros. “El llegar a una clase y poder estar con tus compañeros y el profesor te hace implicarte más en la materia y en el ciclo”, explica.

Cynthia pudo experimentar también sus estudios a distancia porque un año coincidió con el confinamiento por la COVID-19. “El tener el contacto con los profesores y los compañeros te hace sentir más seguro. Yo estaba muy insegura [cuando pasó a la educación a distancia] porque perdía el hilo de la clase y para recuperarlo era muy difícil”, relata. La joven incide en uno de los aspectos que se pasan por alto en cuanto a asistir al instituto, de gran importancia especialmente para los más jóvenes: el poder socializar y crear un ambiente cooperativo.

“Los alumnos que se lo puedan permitir lo harán en un centro privado, los que tengan menos poder adquisitivo tomarán lecciones con algún profesor por las tardes y los que no se quedarán muy vendidos”, agrega Irene, que es tajante con la medida porque, además, cree que no tiene en cuenta la posibilidad de que los adultos que asistan a las clases puedan querer ir a la universidad, un momento en el que se entiende todavía más importante la presencialidad y el apoyo del centro para la preparación antes de la prueba de acceso. “Es mentira que vaya a ser más inclusivo”, zanja la profesora.

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