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Los otros edificios de Madrid que crecieron como las Torres de Colón

Obra de la renovación de la antigua sede de Barclays proyectada por el británico Norman Foster en la plaza de Colón de Madrid.

Constanza Lambertucci

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  • La pareja de las Torres de Colón tendrán cuatro plantas nuevas: “La ciudad tiene que estar viva. Los edificios cambian, se sustituyen, se amplían”, defiende un arquitecto

No serán las primeras ni las últimas. La pareja de las Torres de Colón, que tendrá cuatro plantas nuevas tras la rehabilitación proyectada por el arquitecto Luis Vidal, es uno más de los edificios que crecen en altura en la capital. Pocos, sin embargo, reconfiguran el perfil urbano de Madrid y encienden tanto el debate. Desde la renovación de la antigua sede de Barclays proyectada por el británico Norman Foster hasta actuaciones en construcciones menos icónicas del conjunto urbano, diferentes edificios de la capital han incrementado su altura.

La transformación de las Torres de Colón, revolucionaria por invertir la lógica estructural habitualmente usada hace cuatro décadas en edificios en altura, no pasará desapercibida: el complejo perderá el enchufe art decó añadido en los años 90, crecerá cuatro plantas y mudará su piel. El complejo está en fase de protección y, según fuentes del Ayuntamiento, la reforma prevista no afectará “la estructura interna, los tirantes y la cabeza del edificio”.

Ampliaciones como estas, en construcciones con mayor o menor protección, son “frecuentes” en la ciudad, según apunta el exdecano del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) José María Ezquiaga, aunque causen menos polémica.

En el caso de las Torres de Colón, se trata de un edificio “singular”, aclara el profesor de Urbanismo de la Universidad Politécnica (UPM) de Madrid Javier Ruiz. Pero hay otras ampliaciones que se hacen sobre edificios que están “integrados en el paisaje urbano” y “no tienen un interés en sí mismos”. “Se hace mucho, no todas están bien ni todas están mal”, precisa Ruiz.

El arquitecto recuerda la reforma sobre los números 3, 4 y 5 de la Plaza de España, edificios que estaban ocupados y se convirtieron en un hotel de lujo tras las obras. La intervención, anunciada durante el Gobierno de la exalcaldesa Ana Botella en 2014 y realizada por el estudio b720, incorporaba un volumen superior con cinco nuevas plantas. La estructura acoge ahora el hotel VP Plaza España Design. Para Ruiz, fue una ampliación “terriblemente desafortunada”. “Han cambiado la altura media de la plaza e incluso afecta el soleamiento [del espacio verde]”.

También en el Paseo de la Infanta Isabel, enfrente de la estación de Atocha, hay un inmueble que tuvo vaivenes hasta que finalmente creció en altura. Perteneció al Ayuntamiento de Tánger, pero en 2007 fue comprado en parte por el Gobierno de Madrid, que pretendía rehabilitar su infraestructura para destinar el 40% de las residencias a viviendas protegidas, y finalmente fue adquirido por el grupo hotelero Palladium, que en 2014 derribó su fachada, parcialmente protegida en el Plan General de Ordenación Urbana de 1997. Allí se construyó el hotel Only You. Si se alza la vista, hay más ejemplos por todo Madrid.

“La ciudad tiene que estar viva. Los edificios cambian, se sustituyen, se amplían”, precisa Ruiz. El arquitecto y profesor de Urbanismo asegura que “siempre” ha habido ampliaciones y el plan aprobado durante el Gobierno del alcalde popular José María Álvarez del Manzano lo “facilitó bastante” porque catalogó muchos edificios con el grado de protección ambiental: “Se protege la fachada, pero facilita que se vacíe y construya por encima”. 

Esa clasificación se actualizó en diferentes ocasiones y actualmente el titular de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento, Mariano Fuentes, “tiene la intención” de revisar los edificios catalogados para incluir “arquitectura contemporánea”, según aseguran fuentes del área.

“Tenemos una legislación urbanística y una legislación de patrimonio bastante claras”, asegura Ruiz. “Pero en algunas ocasiones los temas urbanísticos, los temas de patrimonio, y los temas de paisaje, que deberían ir de la mano, van completamente descoordinados”, critica. 

Alertas contra el fachadismo 

Vaciados como los que señala el arquitecto se hicieron, por ejemplo, en el Centro Canalejas, reformado por el estudio que dirige el hijo del arquitecto que diseñó las torres de Colón, Antonio Lamela. La nueva obra incorpora tres plantas retranqueadas en una parte de la edificación.

“Era un conjunto de siete edificios con muchísimo interés y lo ha perdido, lo único que se ha mantenido (y veremos a ver) son las fachadas”, critica Amparo Berlinches, presidenta de la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio. La arquitecta continúa: “Vaciar un edificio es como hacer taxidermia: no es lo mismo un animal vivo que un animal muerto que solo conserva su piel”.

Berlinches defiende que “hay recrecidos que son más respetuosos con lo que hay debajo”. “Eso no me parece mal, me parece un ejercicio de arquitectura, que es acomodarse a la normativa, pero en otros casos me parece una desvirtuación, que casi hubiera sido mejor demoler lo existente”, zanja. La arquitecta lamenta que “ni el Ayuntamiento ni la Comunidad muchas veces están pendientes de que se cumpla esa normativa”.

Agustín Hernández Aja, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, critica que tras la entrada en vigor de la normativa de 1997 “todo lo que se ha podido se ha llenado”. El arquitecto opina que en este tipo de ampliaciones prima el criterio económico: “Si tienes el edificio, y por lo que cuesta construir incrementas un 30% la edificabilidad, te ahorras el valor suelo”.

“Es una cuestión de oportunidad económica y posibilidad legal: si puedes hacer y te permiten, lo haces”, continúa Joaquín Vaamonde, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. El arquitecto aclara: “Si el edificio tiene algún valor, legalmente no vas a poder hacer mucho. Si no lo tiene, es un poco estudiar el equilibrio entre tirar y conservar”.

Edificios con mejor eficiencia energética 

Una de las obras más llamativas del último año es la reforma integral que el arquitecto británico Norman Foster proyectó para el antiguo edificio de Barclays, erigido en la plaza de Colón en la década de los 70 y adquirido por el fondo de inversión CBRE en 2017. “El edificio no estaba protegido, los nuevos propietarios le quisieron dar una nueva utilización y, aunque el anterior era muy interesante por su fachada brutalista, se ha podido transformar sin ningún problema”, señala Ezquiaga. 

“Todos estos edificios de más de 30 años tienen un funcionamiento muy pobre y malgastan mucha energía. Entonces las remodelaciones los mejoran funcionalmente, los transforman estéticamente y sobre suelen incorporar una mayor eficiencia energética”, explica Ezquiaga. 

La estructura de hormigón de la antigua sede de Barclays, que antes albergó al Banco de Valladolid, fue derribada para implantar allí una de vidrio y aluminio. Aunque el edificio mantiene las cuatro plantas originales, incorpora una terraza que lo hace crecer en altura. La fachada transparente fue diseñada para  permitir la entrada de luz natural al edificio y minimizar el consumo de energía, según promociona el estudio del arquitecto británico.  

Juan López-Asiaín, responsable del gabinete técnico del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España, coincide en que “puede tener ventajas” ecológicas convertir “edificios antiguos y grandes consumidores de energía en otros de alta eficiencia”. “También es cierto que las ciudades en vertical tienen ciertas ventajas frentes a las desarrolladas en horizontal desde el punto de vista del transporte y el acceso de la ciudadanía a los servicios públicos”, añade López-Asiaín.

Ezquiaga advierte, sin embargo, que la edificación en altura “hoy poy hoy tienen inconvenientes” para ser productores de energía. “Si hablamos de crear edificios que sean capaces de crear más energía de la que consumen, tienen un inconveniente respecto de los más horizontales en relación con instalación de placas solares o sistemas parecidos”, precisa. “Es más eficiente en muchos casos, estéticamente es una buena opción en muchos otros, pero no es una alternativa única desde el punto de vista ecológico”, aclara. 

El exdecano del COAM subraya que en rehabilitaciones de este tipo “lo que haga cualquier arquitecto tiene que ser cuidadoso”. Ezquiaga indica que “cuidadoso no significa mimético” ya que considera que “se puede hacer una intervención muy valiosa en un edificio añadiendo algo nuevo”. “Por ejemplo [el arquitecto Jean] Nouvel en el [museo] Reina Sofía añade algo distinto, nuevo del todo; en cambio, [el arquitecto Rafael] Moneo cuando amplía el Banco de España hace algo literal”, explica.

El arquitecto continúa: “Estamos en una sociedad de derecho y eso tiene que venir reconocido en la protección. Pero hay también otra cuestión, que es la sensibilidad que el promotor tiene que tener para que la obra sea aceptada y querida por la ciudad”.

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