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Becas 'trampa' en Filmoteca: decenas de jóvenes llevan meses sin incorporarse a sus puestos ni poder buscar otro trabajo

Fachada del Cine Doré, sala de proyecciones de Filmoteca Española.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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La oferta era irrechazable, más aún en un panorama de tanta inestabilidad y precariedad como el de la programación cinematográfica. Una beca por un año desde septiembre de 2023 en Filmoteca Española, institución de renombre valedora de la conservación y difusión del patrimonio audiovisual del país. A cambio, una retribución anual que en algunos casos llegaba a los 30.000 euros brutos. Una ocasión de oro para aprender en un marco incomparable y sin que la única compensación sea el currículo o el prestigio. Sin embargo, en el camino de los 15 jóvenes que lograron estos contratos se ha cruzado un obstáculo inesperado, la parálisis de la administración, que ha convertido esta oportunidad en una trampa.

Estos contratos están integrados en la convocatoria Primera Experiencia en las Administraciones Públicas, dirigidos a jóvenes desempleados de hasta 30 años y publicada el pasado 21 de marzo. Como se extrae de su propio nombre, en las solicitudes no era necesario acreditar experiencia previa, ya que el objetivo es que las prácticas sirvan como primera oportunidad laboral en el sector.

Pero, precisamente por esta faceta, las circunstancias son todavía más delicadas. “No nos dejan ejercer con nuestro título en otros puestos u ofertas de trabajo mientras esto sale”, denuncia en conversación con este medio Susana (nombre ficticio), una de las personas afectadas. Así, el carácter de prácticas por primer empleo les impide aceptar temporalmente otros puestos vinculados a su formación sin perder este contrato cuando finalmente se ejecute. “Yo personalmente me he tenido que buscar otro trabajo donde me están explotando y llegando a mi casa a la 1.00 de la mañana”, lamenta Susana.

“El retraso se debe a las características propias de la complicada tramitación administrativa que esta contratación conlleva, ya que tiene que pasar por distintos niveles de aprobación en el Ministerio y en el Gobierno”, explica a este diario Valeria Camporesi, directora de Filmoteca. “Estamos ahora en la fase final, con el último trámite, cuyo éxito estamos esperando. Desafortunadamente ni el sentido de la decisión final, ni su plazo están en nuestras manos, así que no podemos dar una información más precisa”, añade. 

Pese al hermetismo en todas las comunicaciones que reciben, Susana matiza que de acuerdo a la “escasa” información que les han trasladado “es un problema del Ministerio de Cultura y el ICAA [Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales], la gente de Filmoteca también está jodida”. Según relata, la plantilla “lo está pasando fatal” al tener que cubrir todo el volumen de trabajo de la entidad sin contar con estas 15 incorporaciones: “Hay gente haciendo el curro de tres puestos en uno”.

Hay compañeras que ni siquiera son de Madrid y llevan pagando un alquiler siete meses pensando que iban a empezar a trabajar

Pero Susana señala que el ICAA tampoco se responsabiliza de la situación: “Nos acaban de confirmar que esto va para 2024 porque necesitan otra aprobación. No sé cuál sinceramente, hemos insistido en que nos digan qué organismos o instituciones están implicadas y no nos quieren dar la información”.

Sí les han trasladado que el penúltimo escollo ha sido salvado con la reactivación del Ejecutivo una vez formalizada la investidura de Pedro Sánchez: “Estábamos esperando la ampliación de las subvenciones del programa por parte del Consejo de Ministros, que se produjo el 22 de noviembre [en el primero Consejo tras la confección del nuevo Gobierno]. Pero el problema es que con el retraso de la aprobación de los presupuestos para el ejercicio de 2024 esto implicaría una demora de mínimo dos meses más”.

El ICAA, que de momento no ha dado respuesta a las preguntas trasladadas por este medio, vivió en mitad de este proceso de contratación la dimisión de su directora, Beatriz Navas, el pasado 3 de junio. Una marcha que se produjo pocos días después de que el presidente del Gobierno convocara elecciones generales. Navas llegó al cargo con intención de ocuparlo una sola legislatura y lo abandonó poco antes de que esta se completara. Le sustituyó Ignasi Camós, perfil ya vinculado al Ministerio de Cultura que coordinó los grupos de trabajo para la redacción del Estatuto del Artista.

15 vidas en espera

Susana abandonó la fase final de un proceso de selección para obtener una beca de gestión cultural en México cuando le comunicaron que había sido seleccionada en esta convocatoria el pasado junio. Su vida lleva más de seis meses en espera. La mitad de ellos los debería haber pasado ejerciendo ya sus prácticas si los plazos se hubiesen cumplido. “Otras compañeras ni siquiera son de Madrid y llevan pagando un alquiler siete meses pensando que iban a empezar a trabajar”, critica.

Las becas cubrían cinco puestos de documentalista (para archivo, biblioteca, museo, publicaciones y plataforma online), uno de digitalizador de fondos cinematográficos, uno de restaurador de copias en el Centro de Conservación y Restauración de Pozuelo de Alarcón, dos empleos de logística en este mismo centro, un auxiliar y dos ayudantes de investigación para programación, un comunicador para redes sociales, un periodista y un administrativo. Todos estos puestos se reparten entre el Cine Doré de la calle Santa Isabel en Madrid, la cercana Biblioteca Dolores Devesa y el archivo de Pozuelo.

Se nos ha dicho que durante la espera no podemos trabajar en algo relacionado con nuestro grado universitario, lo cual me parece un poco relativo y confuso. Se siente un poco como estar castigado

A los adjudicatarios este limbo laboral les está afectando “económica y sobre todo psicológicamente”. “Ya no podemos más”, concluye Susana. “Lo que se hace más duro quizás sea el secretismo y la incertidumbre”, apunta Darío, otro de los afectados que opta igualmente por no dar su nombre real entre tanta incertidumbre. En su caso el proceso “está siendo bastante tortuoso”. El oscurantismo del proceso es lo que más le perturba: “Las explicaciones que nos llegan no contribuyen a aclarar lo que está sucediendo, como si nadie quisiera reconocer que es su responsabilidad”.

“Además, se nos ha dicho que durante la espera no podemos trabajar en algo relacionado con nuestro grado universitario, lo cual me parece un poco relativo y confuso. Se siente un poco como estar castigado”, opina sobre el callejón sin salida en el que les deja este contexto tan anómalo. “Entiendo que es una situación complicada para todo el mundo, pero nosotros somos los que no tenemos trabajo”.

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