Las otras calles (bajo tierra) de Chamberí
El subsuelo de Madrid está horadado por 5.000 kilómetros de colectores, canalizaciones que recogen las aguas que cada día desaguan sus ciudadanos y que conforman una auténtica ciudad subterránea bajo nuestros pies. Esta urbe acuática y deshabitada tiene, como la de arriba, sus calles y plazas. Y también placas alusivas, como la que se muestra sobre estas líneas, de la chamberilera calle Gaztambide.
La imagen, publicada por una empresa de saneamientos, dibujará en la mente del lector más imaginativo un mundo paralelo, un upside down madrileño en el que solo se escucha el rumor del agua y goteos intermitentes en los túneles. Un lugar aislado y tranquilo solo perturbado por los olores que -aventuramos- seguramente no sean agradables.
Las aguas sucias que expulsan los madrileños de sus casas por el desagüe o por el inodoro bajan con premura desde las acometidas domiciliarias baja hasta la red de alcantarillado. De ahí van a los grandes colectores, para acabar en la depuradora. Las de Chamberí vuelven al río Manzanares (las de otros barrios llegan al Henares), previa limpieza en la depuradora de la China, al sur de la capital.
Los curiosos que quieran ver este peculiar paisaje madrileño tendrán que quedarse con las ganas, puesto que este callejero no está abierto al público ni hay previsión de visitas guiadas. Pero siempre pueden seguir imaginando este laberinto de colectores y 125.000 pozos de registro escuchando la casi una hora que el programa Memoria de Delfín dedicó a las galerías subterráneas madrileñas, emitido en Radio Nacional de España hace unos meses.
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