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¿Por qué una hora de lluvia colapsa Madrid?: “Es una ciudad impermeable, hay muy poco suelo que filtre agua”

La estación de Cuatro Caminos, inundada por la lluvia este miércoles 14 de diciembre.

Guillermo Hormigo

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“Si vas hoy al Metro de Madrid, no te olvides el salvavidas”. Fue uno de los numerosos comentarios que podían leerse en redes sociales la pasada noche del 14 de diciembre, cuando la ciudad rozó el colapso (especialmente el transporte suburbano) después de una hora de intensa lluvia. En el vídeo que completa el tuit, puede comprobarse la principal causa de unas incidencias que conllevaron cortes en seis líneas distintas: grandes bolsas de agua entrando en las estaciones y provocando inundaciones en ellas. En este caso se trata de Banco de España, donde la situación fue especialmente impresionante. Y sorprendente, ya que este tramo de la calle Alcalá ha finalizado su reforma este mismo año.

Este panorama en una vía recién remodelada, extensible a muchos otros puntos de la ciudad, plantea la pregunta de si Madrid está preparada para afrontar no ya situaciones meteorológicas excepcionalmente adversas, como Filomena, sino únicamente precipitaciones de cierto calado. Unas lluvias que ni siquiera alcanzaron el nivel que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) marca para emitir la alerta amarilla, fijado en 40mm (40 litros por metro cuadrado) durante las últimas doce horas. Este miércoles se acumularon 24,9mm en la estación de medición de Retiro, donde se concentraron los aguaceros más intensos. De hecho el martes, cuando ya se produjeron incidencias aunque de menor intensidad, la cantidad fue más elevada: 34,3mm.

Darío Cano, jefe de meteorología del Aeropuerto Madrid-Barajas, explica a Somos Madrid que las precipitaciones más intensas se dieron a las 15.00 y a las 19.00, siendo las de este último intervalo especialmente considerables con 5,3mm acumulados en diez minutos. Matiza, sin embargo, que “no es una cifra nada excepcional”. Señala que, aunque se produjeron esos minutos de gran intensidad, no llegó a alargarse lo suficiente como para justificar un contexto tan adverso: “Si se hubiera mantenido así durante una hora, sí se habrían rebasado los 30 litros acumulados por metro cuadrado”.

Pese a estos datos, la primera respuesta a las inundaciones del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha sido derivar las responsabilidades de lo ocurrido a la propia Aemet. “No había previsión meteorológica de inclemencia”, ha dicho en rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno para justificar por qué el Ayuntamiento desactivó el Plan de Actuación de Inundaciones. Asegura que lo que sucedió en la capital fue “una cantidad extraordinaria de agua que cayó en un periodo muy corto de tiempo”, frente a lo que apuntan las estadísticas y las declaraciones de Cano.

El urbanista Antonio Giraldo se pregunta también si Madrid cuenta con los recursos para afrontar debidamente eventualidades excepcionales, sobre todo teniendo en cuanta que la situación de este miércoles no lo era. “No sabemos si el sistema de alcantarillado está funcionando cómo debería, y parece que este otoño la recogida de hojas tampoco se está llevando a cabo según lo deseable. Esto disminuye la capacidad de absorción de agua del suelo”, apunta en declaraciones a Somos Madrid.

Giraldo traslada estos problemas a un marco más general: “el modelo urbano”. En su opinión, lo sucedido es consecuencia directa de “una ciudad completamente impermeable, marcada por el asfalto y por muy poco suelo con capacidad para filtrar”. Esto provoca que “todo el agua que cae acabe en el alcantarillado, lo cual redunda en una sobrecapacidad que podríamos derivar de otra forma si hiciéramos ciudades de una manera distinta”. Llama también a replantear los sistemas de alerta y previsiones: “Es más importante conocer la cantidad de lluvia que va a caer en un momento concreto que a lo largo de todo el día, ya que la canalización tiene un tope que es puntual”.

Si la tendencia de una ciudad es seguir creando plazas duras en exceso y mantener tanto asfalto, esto redunda en una menor filtración de agua

Giraldo no entiende que el consistorio que dirige José Luis Martínez-Almeida siga asfaltando numerosas vías de la ciudad en un periodo de frío y lluvias. “Hay un consenso para la adaptación de las ciudades al cambio climático según el cual una de las principales premisas es su propio suelo. No hay nada mejor para canalizar el agua de las precipitaciones, sobre todo en episodios torrenciales. Su absorción natural la dirige a los acuíferos subterráneos. Si la tendencia de una ciudad es seguir creando plazas duras en exceso y mantener tanto asfalto, esto redunda en una menor filtración de agua”, argumenta.

Posibles soluciones que ya aplican otras ciudades

Existen incluso opciones para pavimentar las calles con otros materiales de adoquinado que sí permiten ese traslado del agua a la tierra, puntualiza el urbanista. “Los casos de Vancouver, París o Sevilla, aquí en España, son ilustrativos. Están probando suelos permeables, alcorques más grandes o jardines de lluvia, que consisten simplemente en dejar franjas abiertas a la tierra para que se produzca esa filtración natural”, añade. De momento, Almeida ha adelantado que su equipo revisará los puntos donde se produjeron inundaciones: “Probablemente haya que incrementar el número de imbornales [los desagües de las calzadas] para evitar que estas trombas produzcan las escenas con las balsas de agua que vimos ayer”.

Esta comparativa entre las medidas ejecutadas en otras ciudades es especialmente llamativa al considerar las afectaciones que se han generado en zonas recién reformadas de Madrid. Al caso de Banco de España se puede sumar la inundación en el túnel de Bailén, renovado hace apenas un año durante las obras en Plaza de España. “Si ves una calle recién reformada con charcos enormes, ya puedes plantearte algunas cosas: ¿alguien ha tenido en cuenta la cota de la calle? ¿la pendiente de las aceras? ¿por dónde escurrirá el agua en caso de que haya muchísima? Son temas que no se tienen en cuenta todo lo que debería”, dice Giraldo.

Su última preocupación tiene que ver con la regulación que permite estos menoscabos: “La normativa debería ser más estricta en este sentido. Igual hay que plantear cambios legislativos, que si se va reformar una plaza se tenga en cuenta la capacidad para lidiar con un posible episodio torrencial”. Aunque el de este miércoles no lo fuera estrictamente, Giraldo tiene claro que “cada vez se producen con más frecuencia, así que igual hay que empezar a pensar en ellos”.

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