La Sociedad de Escritores Desconocidos, la edición independiente y asociativa del siglo XIX
De todos son conocidas las dificultades que tienen los autores noveles para ver publicada su obra. No se trata, desde luego, de una barrera exclusiva de nuestro tiempo, como vamos a ver.
El 14 de noviembre de 1884 aparecía una pequeña noticia en prensa que hablaba de la próxima creación de la La Sociedad de Escritores Desconocidos, pensada “como medio de vencer los obstáculos que siempre encuentra el hombre laborioso para entrar en lo que se llama república de las letras”. Seguía la nota de prensa lamentándose de que las editoriales eran empresas industriales más atentas al nombre del autor que a la calidad de la obra.
La idea era editar las obras de los escritores asociados por un precio asequible “y oída la censura de un jurado compuesto de notabilidades científicas y literarias, merezcan”.
El iniciador de la empresa fue Luis Besses y las adhesiones se recibían por carta en el número 8 de la calle Malasaña (Manuela Malasaña).
Besses, escritor librepensador del que no se conserva excesiva memoria, fue presidente de la comisión de instrucción del Casino Democrático Popular, escribió en diferentes periódicos y publicó un par de novelas después de la fecha del anuncio: La mitra (1886), de temática anticlerical y ¡Timadores! (1893), sobre el mundo de la delincuencia. Entre otros diccionarios y métodos de francés escribió el Diccionario de argot español sobre jerga, de ambientes callejeros. Fue en este diccionario donde se recogieron por vez primera algunas expresiones populares que aún hoy manejamos, como la de echar un polvo.
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