Nissan se estrella contra los ciclo-activistas
En esa búsqueda incesante de los publicitarios por hallar nuevas y más efectivas vías de llegar al público hace ya algunos años que importantes multinacionales vienen coqueteando con el arte urbano. En Malasaña, de un tiempo a esta parte -y como ya hemos contado en otras ocasiones- está muy de moda que conocidas marcas alquilen las persianas de cierre de ciertos comercios por un tiempo determinado y paguen a graffiteros para que pinten en ellas anuncios.
Es algo que se viene produciendo de manera cíclica: el comerciante recibe un inesperado dinero extra -no menos de 400 euros, según distintas fuentes-, 'el pintor' de turno se embolsa lo que le toque percibir -aunque le critiquen los más puristas de entre sus compañeros de escritura por 'venderse' a la publicidad- y las marcas consiguen un fuerte impacto a cambio de muy poca inversión. A simple vista, todos contentos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando uno se topa con 'la iglesia de las dos ruedas'?
Con las bicis hemos topado, amigo Nissan
Con las bicis hemos topado, amigo Nissan
A la última de las marcas que ha querido alquilar muchos de los cierres de comercios de Malasaña para promocionar su producto, la firma japonesa de coches Nissan, le ha salido el tiro por la culata al chocar con un grupo de ciclo-activistas, el cual ha boicoteado -con mucho arte, todo hay que decirlo- la campaña que este pasado fin de semana había lanzado la compañía de automóviles. Este martes, prácticamente todos los cierres que habían sido alquilados aparecieron modificados con dibujos de bicicletas y mensajes del tipo 'Odio los coches' y 'Pedalea o muere'.
La acción anti publicidad de coches hay que atribuirsela al colectivo 'Traffic Mutants', combativos defensores de las bicicletas como medio de transporte.
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